El malestar de la globalización y la crisis de la economía comunitaria

En su libro “El malestar en la globalización”, dice J.Stiglitz: “La globalización es un medio para alcanzar un fin, no un fin en sí mismo”.

Ahora bien, en el último informe de Fenaco sobre la situación de las tiendas y los comercios en lo que se ha llamado la economía barrial, este asegura que: “el 82% de las tiendas reportó una disminución en sus ventas  o las mantuvo igual durante el último semestre de 2024. Sólo un 17% manifestó haber experimentado un incremento. Además, la compra de snacks, galletas y mecato ha caído considerablemente, al igual que la demanda de embutidos, productos de panadería y alimentos preparados como empanadas, tinto y pastelería. Cerca del 30% de los tenderos incluso consideró cerrar su negocio el año pasado” (Portafolio, Febrero 28 de 2025).

Estos dos elementos iniciales, a primera vista disímiles, nos llevan a entender que si bien en el informe se habla de una causa raíz como el impuesto a los productos saludables o los llamados impuestos saludables; los detractores más acérrimos y ortodoxos del informe desmiente y plantean que ha sido el resultado de la libre competencia donde grandes superficies de retail o llamados modelos de retail de grandes descuentos con marcas conocidas como D1, ARA o Isimo los que entran la lesionar el tendero de barrio o pequeño comerciante.

Puede ser tanto lo uno como lo otro, pero interrelacionado y mirado bajo un mismo enfoque son el resultado de la globalización como medio para alcanzar un fin, bajo la premisa de la desregularización y la libre competencia: Desestimular las economías locales en aras de un gran mercado global, donde no se consuma el maíz de nuestros campesinos, cultivado con esfuerzo y dedicación sino el Kellogg’s ultra procesado y azucarado y que si es subsidiado; donde el café se paga a 0.24 centavos de dólar y el tinto marca Starbucks se vende a 7 dólares el de 3 onzas; donde el precio final lo determina el intermediario y no el productor.

Esta situación es más bien el resultado del circuito internacional de capitales que le apuesta al deterioro de las economías locales por una plusvalía más global, donde el tendero de barrio, que más que un  facilitador y agenciador de la economía barrial, es el psicólogo, el prestamista, el curandero, el escuchador, el que arregla los líos de casa, el que compone matrimonios, el buen amigo y el buen vecino, cuyas relaciones y tejidos se van apagando y diezmando con la pérdida de su capacidad en el territorio o el desplazamiento de su quehacer para darle paso a las grandes superficies del retail y los descuentos de la globalización como medio pero también como fin.

Ante este panorama y la situación de la economía barrila, la tienda, el pequeño comerciante o tendero a hoy adolecen de las herramientas y los mecanismos para hacer frente a esta situación, se requiere de una política pública que: incentive la bancarización y formalización digital de los negocios de barrio a bajo costo con acceso a las nuevas tecnologías y a la redes del marketing digital, con la condonación y supresión de los impuestos locales de industria y comercio que asfixian las ya golpeadas finanzas del tendero así sea de manera temporal y gradual, hoy del resorte de los mandatarios locales; con la flexibilización en la normatividad aplicable a la facturación electrónica y los registros para la comercialización llámese estos invima, impuestos saludables y demás y finalmente con el acceso a fuentes diversas de financiación y el networking de los negocios barriales, sean con acopios comunitarios o con cedis barriales para la disminución de los fletes y colocar a menor precio los productos en el cliente final aunado esto a una política integral de seguridad que proteja a los tenderos de la creciente extorsión, hoy cercana al 92% a nivel de tiendas y pequeños comercios en el pais, cifra alarmante que pone las economias locales a merced de las mafias, del microtrafico, el gota a gota y a las estructuras criminales en general, quienes aun hoy obligan a comprar sus propios productos franquiciados y deciden quien y que se vende en el barrio con un claro abandono y desidia estatal.

So pena de lo anterior, de no hacerse, caeremos en una desaceleración más que económica del tejido barrial, de la pérdida de un acumulado histórico de relaciones sociales, culturales, humanas y económicas alrededor de un falso bienestar que viene más bien a ser un gran malestar en la globalización en palabras de Stiglitz, urge entonces hacer ingentes esfuerzos por recuperar la economía barrial y comunitaria con un Estado sólido, fuerte y más que subsidiario, que permita la innovación y la libre empresa en igualdad de condiciones pero con enfoque y componentes de entender y proteger el tejido barrial, la economía comunitaria y su razón de ser: el tendero y el pequeño comerciante.

Javier Dario Fernandez Ledesma

Ingeniero. Profesor Universitario. Ex-Director Ejecutivo Ruta N. Ex-Gerente en EPM. Aspirante Rectoría UdeA 2024-2027

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