El Banco Mundial es un organismo multilateral y especializado de las Naciones Unidas con una configuración compleja. En estricto sentido, dicha entidad está formada por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, que otorga préstamos con interés a Estados con capacidad de pago, pero con ingresos bajos o medios; así como por la Asociación Internacional de Fomento, encargada del otorgamiento de préstamos sin interés y donaciones a gobiernos de los países más pobres del planeta. Al Banco Mundial le complementan: la Corporación Financiera Internacional, que financia proyectos privados y ofrece asesoría financiera a empresas y gobiernos; el Organismo Multilateral de Garantías de Inversiones, encargado de promover la inversión directa y de ofrecer seguros a los inversionistas frente a riesgos no comerciales derivados de su inmersión en mercados de Estados no desarrollados; y el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, que ofrece su servicio de solución de diferencias entre inversionistas y Estados a través de arbitraje y conciliación. Las cinco instituciones conforman el grupo del Banco Mundial.
El alcance del organismo comprende más que la mera actividad de financiación; una red económica que busca el desarrollo de los Estados a través de la inversión y la solución de sus discrepancias derivadas, la garantía de ganancias o contención de pérdidas, y la asesoría sobre la gestión privada y pública. Lo anterior, le dota de una ubicuidad preocupante, pues hay procesos que parecen nacer y finalizar en ella, es decir, ofrece una línea de servicios que, desde cierta perspectiva, puede verse como integral para países e inversionistas.
Véase lo anterior en el caso de la guerra del agua en Cochabamba: el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento concedió un préstamo a las autoridades bolivianas bajo la condición de que su sistema de distribución y saneamiento del agua fuera privatizado en la ciudad de Cochabamba; tal sistema fue vendido a una corporación californiana, siendo esta única proponente y asesorada por la Corporación Financiera Internacional; después las revueltas del pueblo (que dejaron un civil muerto y varios heridos) por el aumento tarifas y disminución de la calidad del servicio, desde su privatización, la empresa estadounidense huyó de Bolivia; finalmente, el asunto fue sometido por la multinacional norteamericana ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, solicitando un arbitraje en el que le exigía al gobierno una compensación multimillonaria, pero que después abandonó debido a la presión mediática y a un arreglo con el país latinoamericano; como resultado, Bolivia gasto más de un millón de dólares en defensa litigiosa, y el pacto final empresa-Estado se dio por un valor irrisorio frente a lo pedido por la primera mediante arbitraje de inversión.
Ahora, el quehacer del grupo Banco Mundial parte del objetivo de ayudar a que los Estados alcancen el desarrollo, sin embargo, persiste la sensación de que su noción está ligada a una idea liberal clásica de lo que el desarrollo es, en tanto sus funciones no dejan de circundar la mera gestión de grandes capitales. Uno de los fines declarados del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento es el progreso de los medios y recursos de producción en los países menos desarrollados; llamativo es que su teleología resulte, durante aproximadamente siete décadas, en una tautología, ya que sus contribuciones financieras dirigidas a naciones ya desarrolladas pero devastadas por las guerras mundiales, sí funcionaron, mientras que las contribuciones a países declarados como en desarrollo o no desarrollados, se han traducido, prácticamente, en un estado inalterado de cosas.
El desarrollo y su afán por alcanzarlo, imponen la idea de unas condiciones favorables y deseables para los pueblos, lo que: primero, predetermina hegemónicamente el contenido de la noción, y segundo, ha llevado al etiquetamiento de que hay ciertas culturas o prácticas de los pueblos que no son favorables al desarrollo mismo. Al respecto, expresaba el Banco Mundial en su octavo reporte anual de 1953: “Las razones de que ciertas regiones del mundo no estén desarrolladas son numerosas y complejas. Muchas culturas conceden poco lugar al progreso material y, de hecho, algunas lo consideran incompatible con unos objetivos más deseables”. Además, el grupo parece implantar a los países, bajo su programática de metas para el desarrollo, el recurrir al endeudamiento externo, a la inversión no nacional y a la compra de bienes de equipamiento y consumo, que, generalmente, solo países en desarrollo pueden proveer.
Al grupo del Banco Mundial se le han atribuido sendos pecados. El referido organismo ha sostenido en forma activa a ciertas dictaduras y regímenes despóticos aliados con Estados Unidos, saboteando, mediante la financiación, las experiencias de autodeterminación democrática de algunos pueblos. Este apoyo, en último término, ha permitido la consumación de ejecuciones sumarias y extrajudiciales, torturas y tratos crueles, acrecentamiento de material bélico, desplazamiento, desapariciones forzadas, y endeudamiento desproporcionado para financiar el terrorismo de Estado. No es discreta la lista de gobiernos surgidos de golpes de Estado militares a los cuales el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento ofreció financiación de proyectos y políticas públicas: la dictadura del san de Irán, la dictadura militar en Guatemala tras deponer a Arbenz, la de Duvalier en Haití, la de Chung Hee en Corea del Sur, la de los Somoza en Nicaragua o la de Suharto en Indonesia.
Sobre esto, no debe olvidarse que Estados Unidos poseía para el año 2010, el 16,36 % de influencia sobre el 100 % de la decisión final de la organización. Lo anterior, refleja un poder de veto ante la posibilidad de modificación estatutaria, dado que esta solo puede concretarse con una mayoría calificada del 85 % de opinión favorable. Este protagonismo norteamericano, además, irradia fuertemente la nómina de dirección del grupo, por ejemplo, hasta el año 2012 nunca un presidente del Banco Mundial había sido alguien con una nacionalidad diferente a la estadounidense, y quien lo es actualmente, Yong Kim, aunque nació en Corea del Sur, se ha nacionalizado estadounidense.
Por otro lado, en materia ambiental, el grupo del Banco Mundial ha apoyado proyectos adversos para los pueblos y con efectos irremediables para la naturaleza, que han estimulado la sobreexplotación de los recursos de los Estados y han dotado de mayor materia prima a países industrializados, destinada a ser convertida en bienes de consumo para la reventa. La actividad de financiación e inversión que el grupo facilita, ha generado la destrucción de biomasas, desplazamiento de personas, reubicación de poblaciones en condiciones inferiores a las previas, así como el desconocimiento del derecho a la propiedad colectiva y al territorio. El Banco Mundial ha privilegiado sistemáticamente préstamos con efectos colaterales nocivos, por ejemplo, para megaproyectos extractivos como minas a cielo abierto y oleoductos que contaminan fuentes hídricas, políticas agrícolas que fomentan la inseguridad alimentaria, y la construcción de centrales térmicas y grandes autovías que deforestaron selvas y bosques de forma no sostenible.
También, siendo el grupo del Banco Mundial una autoridad en cuanto al manejo de la política de endeudamiento, a él se le inculpan ciertas crisis de la deuda externa de los Estados, al empujarlos al sobreendeudamiento, incitar a la eliminación de sus controles sobre el movimiento de capitales y el cambio, al cese de sus políticas de sustitución de importaciones, estimulando la importación y la reducción de la capacidad industrial instalada.
En la misma línea, las políticas de ajuste estructural recomendadas por la organización a los países prestatarios se han materializado en medidas de recorte presupuestal de los Estados a políticas sociales y derechos prestacionales, como en materia de seguridad social (sistemas pensionales y de salud), educación, acceso al agua potable o garantías laborales. A menudo, los gobiernos de los Estados que han adquirido préstamos o donaciones del Banco Mundial, son sometidos a presiones y condicionamientos especiales, muchas veces forzosos, sobre el modo en el que se gestionan sus recursos para lograr una garantía futura del pago de la deuda (al menos de sus intereses) y para aumentar el interés de la inversión extranjera directa. Todo esto representa una reducción de las potestades asistenciales de los Estados y un modo para comandar directamente las movidas de planificación económica en los países tomadores.
Por su parte, instituciones específicas del grupo no poseen una posición muy reputada; ello sucede, por ejemplo, con el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, al que los inversionistas pueden someter a arbitraje o conciliación, con base en los tratados bilaterales de protección de inversiones, las diferencias relativas a los complejos procesos de inversión que tengan en los Estados. Tal Centro tiene una predisposición a fallar a favor de las empresas, condenando a los países al pago de sumas de dinero exorbitantes que han afectado seriamente su liquidez presente y futura, y que se dirigen a compensar las pérdidas de privados no nacionales; sus laudos son criticados por fallar en aplicación exclusiva del tratado bilateral de protección de inversiones, y desconocer otros regímenes de Derecho Internacional como el del medio ambiente y el de Derechos Humanos (como si tales no hicieran parte también del Derecho Internacional en general), o, en el peor de los casos, por realizar interpretaciones desautorizadas de las cotas de protección de derechos y garantías.
Asimismo, la lista cerrada de árbitros y conciliadores del Centro ha sido cuestionada en cuanto a su neutralidad, tanto como la diferencia de habilidades litigiosas entre Estados e inversionistas: muchos de los gobiernos de países receptores de inversión no poseen agencias jurídicas con conocimiento suficiente para insertarse en el litigio internacional, y deben recurrir, inevitablemente, a la tercerización de su defensa, lo que aumenta exponencialmente los gastos públicos. Estas razones y otras han llevado a que países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador o Venezuela, denuncien el convenio constitutivo del Centro, evadiendo parcialmente su competencia futura.
Así, parece demostrarse que el grupo del Banco Mundial parte de un ejercicio donde algunos países tienen mayor capacidad decisoria que otros, se aplican políticas de ajuste estructural dañinas y se entiende al desarrollo desde una mirada obsoleta. En consonancia, a tal organismo se le imputan importantes hechos: financiar políticas y proyectos que ayudaron al sostenimiento de regímenes autoritarios y a derrocar aquellos que partían de lineamientos democráticos; contribuir con capital a la ejecución de proyectos y políticas que dañaron ecosistemas; llevar al sobreendeudamiento de las naciones menos adelantadas; y ser el responsable de recortes esenciales para la redistribución del ingreso y la mitigación de la pobreza en los Estados prestamistas o donatarios, bajo la obligación de implementación de planes estructurales con un marcado de corte económico liberal.
Entonces, el grupo del Banco Mundial ha pecado, contraviniendo obligaciones comunes que vinculan a los sujetos de Derecho Internacional, o lo que es lo mismo, este, en cumplimiento de sus objetivos declarados, ha concretado situaciones que vulneran normas de Derecho Internacional, lo que debería estimular la consideración de su futura responsabilidad internacional como organización, pese a las serias dificultades jurídicas que representa la declaratoria de tal, en tanto la rendición de cuentas en materia de organizaciones transnacionales es apenas experimental: tiene un precedente escaso, y son ausentes los instrumentos jurídicos positivos en los que pueda fundamentarse, a excepción del Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad Internacional de las Organizaciones Internacionales diseñado por la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas para el año 2011, pero que no deja de ser una mera herramienta jurídica de Derecho blando.
En todo caso, la responsabilidad de las organizaciones internacionales es un tema de desarrollo progresivo en el Derecho Internacional y cuya consolidación no solo dependerá, lamentablemente, de factores de práctica normativa, sino de estrategia y disposición geopolítica. Con frecuencia, los pecados del grupo del Banco Mundial no se le imputan públicamente de forma directa, pues son los Estados los intermediarios, receptores de los préstamos o donaciones, gestores de proyectos y políticas, y autores de las reformas jurídicas.
El desarrollo económico ha costado a los países más de lo que debería valer, pero poco o nada parece hacerse de forma directa al respecto; la institucionalidad del Banco Mundial continúa, su responsabilidad es evadida, y una reforma institucional de fondo que pueda menguar lo que sucede hasta hoy parece poco probable. En todo caso, resulta necesario un ánimo litigioso y de difusión de las situaciones descritas, para que se desafíe la inalterada situación de impunidad que recae sobre las acciones del grupo, que se ha aprovechado de su importante función de alimentar la liquidez de los Estados y de promover la inversión internacional.