Con el pasar de los días, el cuento de hadas que parecía que iba a ser la presidencia de Petro se volvió un cuento de horror.
Esta historia comenzó a gestarse en el 2021, cuando Gustavo Petro era Senador y líder de la oposición, ese año Colombia vivió destrucción gracias a que grupos terroristas y políticos, aprovecharon el inconformismo de la población para generar el estallido social (terrorista) que bloqueó gran parte del país, generó muertos y afectó gravemente la economía.
Con estos antecedentes, llega Petro como candidato presidencial en el 2022 con una poderosa frase de marketing electoral, yo soy el cambio, es así como 11 millones de colombianos creen en este eslogan y votan para convertirlo en presidente de Colombia.
Las celebraciones del día de las elecciones, se hicieron virales, incluso el día de la posesión estuvo llena de simpatizantes de Petro y la plaza que queda al frente del Palacio de Nariño fue abierta, dando un mensaje que el pueblo es el que gobernaría y que todos viviríamos sabroso.
Sin embargo, con el pasar de los días, el cuento de hadas que parecía que iba a ser la presidencia de Petro se volvió un cuento de horror.
Ese presidente que hablaba de un acuerdo nacional, como todo un estadista, se transformó trágicamente en un personaje que llegaba tarde a todo, que no asistía a eventos, que desaparecía por horas y por días, también se encerraba en su caverna de X para trinar a diestra y siniestra, sembrando división, polémica, y peleas con todos aquellos que opinaban diferente.
El ambiente de esperanza se convirtió lentamente en una densa y espesa bruma de confusión y terror, que se fue apoderando de diferentes temas del ámbito nacional, se extendió a la salud, dejando a los colombianos, con un sistema de salud en crisis, sin medicamentos, sin EPS, y que ha comenzado a cobrar víctimas, no hay que olvidar que dos niños con enfermedades raras murieron porque no les llego la medicina.
Esta bruma oscura también llegó a varios territorios de Colombia donde aparecieron de la tierra hombres armados, quienes al mismo tiempo que siembran y producen cocaína, extorsionan, secuestran, hacen retenes, asesinan y desplazan a la población civil. Eso mismo ha ocurrido en las ciudades, donde todos los criminales saben que a causa de la paz total tienen licencia para delinquir a sus anchas.
La bruma llegó también al sector energético poniendo en riesgo, el suministro de energía, de gas, y gasolina, donde una ministra radical y llevada por la locura ambiental bloquea el desarrollo de carreteras, y proyectos, porque tiene un fantasma que le habla todos los días al oído, diciéndole que el fin del mundo se acerca, si se explota petróleo y se construyen vías.
La economía tampoco se salvó, el ahorro y la inversión han caído, fruto del temor que se apoderó de los empresarios, el crecimiento económico y la solidez macroeconómica del país, que era un ejemplo en la región, está lentamente desapareciendo, mientras que el ministro de Hacienda que hace las veces de un vampiro, busca la manera de chupar los bolsillos de los colombianos con más impuestos, para tapar la deuda y la falta de dinero de un gobierno nacional que no ejecuta la plata pero si la desaparece.
Esta oscuridad ha hecho proliferar acosadores de mujeres en lugares de poder sin castigo alguno, ni los niños se salvaron porque les abrieron la puerta para que puedan cambiar de sexo no solo en su tarjeta de identidad sino en su cuerpo.
Ojalá llegué el 7 de agosto de 2026 para que por fin se acabe la historia de terror que ha sido el gobierno de Petro.
Comentar