“Como sabemos, ninguna dictadura es viable para un estado, pues estas, en palabras de Jorge Luis Borges, fomentan la opresión, fomentan el servilismo, fomentan la crueldad, y lo abominable de éstas es que fomentan la idiotez”
Cuando pienso en el gobierno del actual Presidente de la República de Colombia Iván Duque Márquez, traigo a memoria aquella frase atribuida al prócer mexicano Benito Juárez que reza de la siguiente manera: “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traiciona”. Esta es una frase muy fuerte y está cargada de muchos sentimientos y emociones, sobre todo, de justicia social.
Desde el año 2018 cuando fue elegido presidente de la nación, el mandatario colombiano se ha visto envuelto en una serie de situaciones desfavorables que han empañado no solo su gobierno sino también la seriedad de la política colombiana. No solo él ha sido el responsable de tales situaciones sino también lo han sido algunos altos mandos de su gabinete de gobierno.
Hasta el momento, Iván Duque Márquez, ha sido el mandatario colombiano con el índice más bajo de popularidad y desaprobación de las últimas décadas, su popularidad está por debajo del IVA, el impuesto colombiano de valor agregado, el cual es el 19%. Situaciones como: la ñeñepolitica; proceso que involucra a un reconocido narcotraficante asesinado misteriosamente que aportó dinero ilegal a la campaña política, escándalos de nepotismo, aumento de la violencia en el país, la proliferación de masacres, asesinatos sistemáticos de líderes sociales, el saboteo al proceso de paz firmado por el gobierno anterior, escándalos de corrupción de alto nivel como el que se presentó en el Ministerio de las Telecomunicaciones, el cual le costó la renuncia a la exministra Karen Abudinen, el mal manejo de la pandemia, la mala política exterior llevada a cabo por su gobierno, la no atención de la oposición y las comunidades, el derroche económico de su gobierno, y como si fuera poco, el grave revés en la economía nacional que se ha estado viviendo desde que el presidente del uribismo llegó al legislativo, han sido cuestionadas no solo por la oposición política del gobierno sino también por académicos y gran parte de la ciudadanía, y gran parte de los ciudadanos que votaron por el mismo.
Además de estas situaciones que han desacreditado al gobierno nacional fuertemente, se han presentado otras que no solo están afectando al gobierno de turno sino a la democracia colombiana en sí. El gobierno nacional junto a los partidos políticos que lo han avalado en el legislativo, le han ayudado al presidente uribista a adueñarse de todos los poderes del Estado colombiano, lo que ha ocasionando una concentración de poderes ocasionando con esto un atentado contra el carácter democrático del Estado colombiano debido a que el gobierno estaría pasando por encima de la Constitución del 91 y voluntariamente estaría incurriendo en una dictadura.
Sabemos que ninguna dictadura es viable para un estado, pues estas, en palabras de Jorge Luis Borges, fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad, y lo abominable de éstas es que fomentan la idiotez. Al igual que en Venezuela y en Nicaragua, el gobierno uribista de Iván Duque se ha apoderado de instituciones estatales tales como: la Procuraduría General de la Nación, de la Contraloría General de la Nación, de la Fiscalía General de la Nación, gran parte del Congreso de la República y sobre todo, de la Defensoría del Pueblo, amasando para sí todos los poderes del Estado Social de Derecho.
Además de ello, el gobierno uribista se ha caracterizado también por ser un gobierno arbitrario que no ha respetado la justicia y el imperio de la ley. Siempre ha buscado pretexto para no acatar los fallos judiciales emitidos por las altas cortes del país que muchas veces le ha tocado actual para proteger la democracia y la constitución. De acuerdo a estos argumentos, y a los diferentes hechos que hemos arbitrarios del gobierno que hemos podido divisar en noticias y redes sociales, ¿Tiene sentido seguir creyendo que este gobierno es un gobierno legítimamente democrático? Pues a mi juicio, no.
Con todo lo que se ha vivido en este país tras el paso de este gobierno, etiquetado como uno de los peores en la historia de la nación y por ende como el sepulturero del uribismo, como lo han estado profetizando algunos sectores sociales y políticos, solo queda la esperanza para el 2022, recuperar la democracia y la imparcialidad las instituciones del Estado colombiano quienes deben estar al servicio de la justicia y no de un gobierno criminal y dictatorial como este.
Se ve que este señor no conoce dictaduras!!