El debate que planteó el gobernador Andrés Julián Rendón sobre la Universidad de Antioquia (UdeA) ha tenido varios momentos. Primero, la presentación de una tabla en la que señaló que hay 621 estudiantes que llevan 14 semestres matriculados, 446 que llevan 15, 294, 16, 240 con 17, 165 con 18 y 136 con 19. Por la forma como presentó el problema y lo que dijo posteriormente en los medios, su mensaje ha sido interpretado como una estigmatización de las directivas de la universidad y de los estudiantes, y como un ataque a la Alma Mater.
En segundo lugar, hay que entender que con este mensaje el gobernador está estableciendo ante el Consejo Superior, el perfil de quien, desde su perspectiva, debe ser el nuevo rector de la UdeA. Es una jugada política hecha por el representante de las mayorías uribistas que obtuvieron un triunfo contundente en Antioquia, en la gobernación y la alcaldía, y que buscan ahora determinar quién debe ser el próximo rector. Probablemente será el/la que interprete y siga su discurso.
En este sentido ha dado señales importantes. Piensa, según lo que ha dicho en los medios, que los estudiantes deben terminar los semestres en los tiempos estipulados, —en esto puede tener razón y sería la situación ideal—. Pero en lo que no tiene razón es en considerar que, si no lo hacen en ese tiempo, entonces lo que se está manifestando es una situación de despilfarro de los recursos públicos, la justificación de la vagancia, y la violencia por parte de estudiantes que supuestamente hacen parte de milicias o grupos guerrilleros, sugirió el gobernador.
Contra esto hay que decir que el problema fundamental que tienen y han tenido muchos estudiantes en las universidades públicas, pertenecientes a los grupos sociales más pobres, es que, por razones sociales y económicas, requieren de más tiempo para hacer sus carreras, porque deben trabajar para financiar sus estudios, tienen que ayudar en sus hogares con dinero, muchas estudiantes son madres cabeza de familia, hay estudiantes que entran muy jóvenes y deciden cambiar de carrera, etc. Probablemente haya casos de vagancia, de instrumentalización del cupo por parte de algunos estudiantes, pero hay estudios que muestran que este es un porcentaje muy bajo.
En suma, el asunto de fondo está determinado por la necesidad de muchos estudiantes de tener un trabajo, que condiciona el que una carrera de 10 semestres se termine haciendo en 16, 18 o 20. Esa necesidad ha sido reconocida legalmente en las normas universitarias a partir de las situaciones particulares que enfrentan los estudiantes a nivel social y económico; pero esa necesidad no puede ser trivializada y tratada de forma superficial, como lo hizo Vicky Dávila en una entrevista en Semana con el gobernador Rendón, planteada con la clara intención política de someter a la UdeA al escarnio público, especialidad propia de Semana. (https://bit.ly/42pHuWA). Es claro también que el gobernador tiene funcionarios y asesores con intereses propios y contrarios a los de los estudiantes y la universidad.
El gobernador con su primera intervención mostró que desconoce algunos de los graves problemas que tiene la universidad pública como son la desfinanciación, la precariedad laboral, y una práctica científica determinada no por criterios internos de la ciencia sino por decisiones políticas neoliberales. La desfinanciación que asciende a cerca de 345.000 millones de pesos es el resultado de que los aportes de la Nación y de algunos entes territoriales, hechos de acuerdo con el IPC, han financiado, en promedio, solamente el 50% de los gastos totales de las IES públicas y han sido por lo tanto insuficientes para cubrir sus gastos misionales. Sobre los otros puntos me referí en este enlace: (https://bit.ly/3O9axIa).
En la UdeA realmente hay muchos problemas, pero se debería tener cuidado con las generalizaciones estigmatizantes, y tener en cuenta antes de todo qué significa que en 220 años de historia se hayan graduado 144.130 profesionales (116.359 pregrado y 27.771 posgrado).
En el marco de su visión superficial de la universidad pública, el gobernador propuso en la mencionada entrevista en Semana “que es necesario pensar en programas para que jóvenes en 6 semanas se habiliten en diferentes aprendizajes, por ejemplo, programadores, que se puedan ganar 3.000 US dólares” Y remató, “es que la realidad del mundo ha cambiado, va a velocidades muy distintas a lo que pasa en la universidad”. (https://bit.ly/42pHuWA)
Realmente es importante que los jóvenes puedan hoy tener esas oportunidades. Pero, ¿le corresponde a la universidad pública reinventarse para que, en vez de tener programas de química, física, medicina, veterinaria, sociología, psicología, ciencia política o economía, busquen desarrollar estudios de comunicación, de medios, así como programas de formación para el trabajo y de innovación?, o como dice el gobernador, “diferentes aprendizajes, como, programadores” Acaso no existen instituciones para el aprendizaje como el Sena. ¿No es más sensato fortalecerlo y no reinventar las universidades públicas como “centros para formación para el trabajo y de innovación”, como ya proponen algunos de los candidatos/as a la rectoría?
Se deduce de las afirmaciones del gobernador que buscará una intervención a fondo como miembro del Consejo Superior. Se ha mostrado amenazante. Primero intentará imponer un rector en estos próximos días; segundo, de la mano de su rector, vendrá el acomodo de la universidad a lo que denomina “cambiante realidad del mundo, que va a velocidades muy distintas a lo que pasa en la universidad”. Así, tercero, la investigación y la docencia serán sometidas a una operación estratégica empresarial y a una gestión de la calidad, para convertirlas en campos de negocios. La consecuencia de estos cambios será que las relaciones cognoscitivas y de docencia de profesores y estudiantes tendrán que adoptar la forma de la relación mercantil, en la cual se reemplaza la formación de las personas y el florecimiento de la vida científica y cultural como últimos fines de la universidad, por el objetivo de la productividad. De nuevo: ¡Plata es plata!
Todas las columnas del autor en este enlace: Francisco Cortés Rodas
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