El General Anzoátegui: un hombre y una ley en el olvido

Es asiduo el olvido y el descuido de un sector de la población y del poder político, y es más constante la desazón de dejar a un lado el heroísmo de los valientes ciudadanos que portan legítimamente las armas, porque eso son, así falte más aceptación: los soldados son ciudadanos. Por ello quiero referenciar en esta columna un héroe no tan resaltado, pero que sí fue fundamental en un momento histórico de nuestra patria y cuyo legado fue tomado para una desconocida y olvidada ley: 1526 del 26 de abril de 2002.

Tal vez por sí sola esta ley no indique algo que inmediatamente pueda ser referencia, y mi objetivo no es analizar como tal la norma, -eso se lo dejo a los abogados u otros interesados-, el objeto de mi texto, es llamar la atención sobre la memoria, sobre esa construcción de realidad, la cual se da desde visiones y versiones, dibujar la historia, pero no entendiendo la historia como algo que se sabe, sino como algo que se busca y en este caso, es buscar una imagen que aporte a la historia, con respecto al General José Antonio Anzoátegui.

Resulta que la ley 1526 del 26 de abril de 2002 expresamente “rinde honores al Señor General José Antonio Anzoátegui y se le reconoce como figura ejemplar de la patria”. Y sólo para mencionar algo de este personaje, militar y político venezolano, se destaca que combatió junto a Simón Bolívar. Y es que son dos los aspectos que se integran en el tema que propongo y los retomo, para mayor énfasis: la memoria histórica sobre un militar destacado como fue el General Anzoátegui y la visibilidad sobre su legado en una ley de la República que está dirigida para los héroes de la patria y que no es tan recordada.

Resulta que este General y estratega, bajo el liderazgo de Bolívar, con valentía y honor, se arrojó para combatir contra los españoles en la Batalla de Boyacá. Un oficial importante, del Ejército venezolano libertador, quien además fue Jefe de la Guardia de Honor de Bolívar. Su vida militar fue corta, de hecho, fue el más joven de los próceres de la victoria de independencia de Colombia. Murió a los 30 años y son distintas las versiones sobre los motivos de su muerte. El reconocimiento a su heroísmo se plasmó en la frase que sentenció Bolívar al saber de la muerte de su soldado: “habría preferido la pérdida de dos batallas a la muerte de Anzoátegui. ¡Qué soldado ha perdido el Ejército y qué hombre la República!”.

En cuanto a la ley 1526, el recuento de sus artículos sería muy extenso y para conocerlos, invito mejor se lean. Sólo me atrevo a indicar algunos aspectos importantes y olvidados. Tal como indica el docente e historiador antioqueño Roberto Luis Jaramillo Velásquez “la historia es para mostrar a la sociedad que no se debe olvidar” y de esa sociedad hace parte el sector militar.

En dicha ley se estipulan algunos objetivos que van desde ilustrar a los estudiantes del país sobre la importancia del General en la Independencia de Colombia, hasta la creación de la medalla de Condecoración al Mérito Libertador, destinada a personas civiles, militares y miembros de la fuerza pública que por su mérito, honor, y valentía para la libertad de la patria merezcan tal distinción. Además de todas las prebendas que debe traer consigo el ser destacado como héroe bajo los criterios de la ley.

En esta ruta, lo vital es que se comience una profundización o al menos un análisis inicial sobre la historia, reconocer y visibilizar al sector militar hace parte de esa idea de historia como una forma de estudio crítico sobre los errores del pasado, además del reconocimiento de los momentos y personajes que han aportado a la patria colombiana.

Esa historia que debe permitir que las personas duden y dejar a un lado los sesgos que se consideran como verdades universales. Recordar en este caso un militar y una ley que están en el olvido. Termino con una bella frase de Malcom Deas que deja plasmado en su libro Las fuerzas del orden y once ensayos de historia de Colombia y de las Américas: “y en un mundo donde los libros de historia salen más y más largos cada vez, estoy convencido de que escribir largo no necesariamente significa llegar a ser definitivo”.

Jorge Andrés Rico Zapata

Comunicador Social – Periodista de la FUNLAM. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional de la Escuela Superior de Guerra. Seguidor de la academia, la comunicación, los medios de comunicación, la política, el periodismo y la literatura.