“Para algunos la idea de pensar en si el fracking es malo o no, continuara vigente pero lo que no podemos imaginarnos es que en pocos años perderemos nuestra autosuficiencia energética, lo que sin duda sería fatal para la economía del país”
Sea lo primero decir que el fracking es una técnica que se realiza mediante la fracturación hidráulica del subsuelo que facilita la extracción de gas y petróleo de los yacimientos no convencionales, posibilitando así la alternativa de aumentar en mayor número las reservas de estos minerales.
La técnica del Fracking, ha sido ampliamente debatida en el mundo y en algunos estados ha sido proscrita, pero en otros como Estados Unidos, ha permitido convertirlos en uno de los principales productores de petróleo del mundo y a su vez, en el mayor exportador de gas, logrando como resultado una autosuficiencia energética hasta el año 2035.
Cabría preguntarse entonces, ¿En qué se ha centrado el debate para que Colombia este rezagada de esta técnica? aun a sabiendas que el país está presentando realidades poco favorables para un sector que representa más del 40% del mercado de divisas y más del 30% inversión extranjera del país.
Son muchos los detractores del fracking que se han encargado de satanizar la discusión esgrimiendo argumentos poco reflexivos y técnicos, que, a decir verdad, poco o nada contribuyen con el desarrollo de un país.
La problemática se ha centrado en pensar que Colombia debe fijarse en otra clase de fuentes de financiamiento que le permitan crecer con mayor dinamismo o que Colombia no tiene el suficiente rigor profesional para mitigar bien los impactos ambientales.
A esos y otros argumentos, han apelado los auspiciadores anti fracking para crear en los ciudadanos un falso dilema, politizando un debate que debería darse en el campo científico, donde sean los expertos los que tengan la última palabra.
En las últimas semanas los interesados en el tema han conocido los pronunciamientos del Concejo de Estado que ha persistido en mantener las medidas cautelares de suspensión provisional que recaen sobre las normas que regulan el fracking en Colombia. Los magistrados concluyen que se debe aplicar el principio de precaución, toda vez que el régimen legal de esta técnica no da plena certeza de reducir los impactos ambientales, sin embargo, han abierto la posibilidad que se adelanten pruebas pilotos, atendiendo las recomendaciones de la Comisión de Expertos que adelanta investigaciones sobre el cacareado tema.
Pero el debate va más allá y es el hecho que reclama la industria petrolera frente a la necesidad de ampliar las reservas a futuro y el gran impacto que representa para la sostenibilidad de las finanzas públicas y la autosuficiencia energética del país.
Colombia hoy está a un corto plazo de agotar sus reservas de hidrocarburos, cuenta con una autosuficiencia energética de 6.2 años en petróleo y menos de diez años en gas, cifras cada vez más preocupantes.
Atendiendo a estas consideraciones, el ultimo Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) que presento el Ministerio de Hacienda dice que el sector debe aportar una producción petrolera sobre los casi 850.000 barriles, una meta que resulta difícil de mantener para la próxima década. Lo que nos lleva a pensar que el fracking sería una alternativa mucho más cierta para no caer más en la incertidumbre.
En relación con las implicaciones como colombianos debemos empezar a pensar cuidadosamente en las realidades nuestras. Por ejemplo: la Agencia Ambiental de los Estados Unidos ha presentado unos informes muy rigurosos sobre el fracking, manifestando que uno de los grandes desafíos es tener información veraz sobre el uso de la tecnología y el impacto de la tecnología, lo que de entrada ya impone un importante reto de trabajar en dialogo genuino con las comunidades y la industria.
Para algunos la idea de pensar en si el fracking es malo o no, continuara vigente pero lo que no podemos imaginarnos es que en pocos años perderemos nuestra autosuficiencia energética, lo que sin duda sería fatal para la economía del país, por eso llama la atención que el actual Presidente de la ACP Francisco Lloreda, recalque la importancia de que Colombia no puede quedarse atrás con el desarrollo del fracking, puesto que continuar en la senda de la incertidumbre podría costarle al país enfrentarse a un panorama hostil y coyuntural, que en términos prácticos nos llevaría a importar gas y petróleo, lo que traduce en un aumento de los costos, que tendríamos que entrar a sustentar todos los colombianos.
Por esto, prefiero permitirle al Estado pensar de manera diferente, responsable y sostenible, admitiendo que es hora que el país se sumerja en nuevas y mayores alternativas de desarrollo y no, quedarnos en lo que muchos conocemos como el “continuismo”.
Colombia necesita darle definitivamente el sí a esta herramienta que tanto progreso le ha traído a la comunidad internacional, desarrollar cuanto antes el fracking de manera regulada y con toda la tecnología de punta para evitar afectar el medio ambiente, abre una puerta para triplicar nuestras reservas de hidrocarburos y garantizar su abastecimiento para las próximas décadas.