“De los 500.000 cupos prometidos en universidades públicas, solo se han creado 122.000, apenas el 24% de la meta, y ya hemos superado la mitad del gobierno. Promesas incumplidas, una reforma atrasada y universidades desfinanciadas: la educación sigue en crisis mientras el gobierno sigue sin respuestas.”
Gustavo Petro está fracasando como presidente, y la responsabilidad recae sobre él mismo. Sin embargo, el verdadero problema es que su fracaso afecta a todo un país, con una creciente inseguridad, un sistema de salud en crisis y promesas vacías para nosotros los jóvenes estudiantes. Tal como lo he mencionado en columnas anteriores, este es un gobierno cada vez más incapaz e incompetente para generar cambios positivos en Colombia.
Sin duda, Petro es un pésimo líder, con una evidente patología del poder: el narcisismo. Se cree dueño de la verdad, el que se las sabe todas, pero en realidad nos demuestra que no sabe gobernar. Lo vemos premiando a personas incompetentes con cargos que requieren profesionales expertos, capaces de tomar decisiones en beneficio del país.
Esta vez voy a hablar de una de las problemáticas que más me preocupa, que es la educación. Una vez más, Petro demuestra que solo habla y promete metas imposibles de alcanzar. Durante su campaña, prometió a los jóvenes 500.000 nuevos cupos en universidades públicas y garantizar la educación como un derecho fundamental. Sin embargo, la realidad dista mucho de sus promesas. Hasta el momento, solo se han creado 122.000 cupos, lo que equivale al 24% de la meta, y ya hemos superado la mitad de su gobierno. Además, prometieron la construcción de 100 proyectos de infraestructura para la educación superior, pero la cifra no es realista y no se ha avanzado en estos proyectos. Pero, no se trata solo de abrir sedes y aumentar cupos, sino de garantizar una educación de calidad y pertinente. Esto implica contar con una planta profesoral adecuada, equipos, tecnología y condiciones óptimas para los estudiantes. Estos son los verdaderos desafíos del sector educativo.
Además, este gobierno tampoco ha solucionado el problema estructural de las universidades públicas, que llevan 30 años desfinanciadas y requieren con urgencia una reforma a la Ley 30 de 1992. Según los artículos 86 y 87 de dicha ley, el presupuesto de estas instituciones se ajusta anualmente con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Sin embargo, la realidad es que los recursos no alcanzan debido a sobrecostos en diversas áreas, como el mantenimiento y renovación de la infraestructura para la calidad educativa, los salarios docentes que cada año son más caros, entre otros. A pesar de que cada año se asigna un poco más de presupuesto, NO HAY PLATA. Por ello, las universidades públicas han tenido que subsistir con recursos propios, lo que ha generado un déficit financiero en muchas de ellas.
La reforma a esta ley es responsabilidad únicamente del gobierno, que debe presentarla y gestionarla en el Congreso. Pero, van demasiado atrasados y apenas este mes han presentado un proyecto de reforma. Así que, prometieron miles de cupos y nuevas sedes, pero las universidades públicas siguen sin los recursos necesarios para garantizar una educación de calidad. Y para el colmo, el gobierno también nos quedó mal con la Ley Estatutaria de Educación, que buscaba garantizar la educación como un derecho fundamental, pero que se hundió por falta de consensos. Una vez más, se evidencia la patología de poder que caracteriza a esta administración.
Y como si esto fuera poco, esta semana recibimos la noticia de que el Icetex suspendió el subsidio a tasas de interés en los créditos educativos debido a la crisis fiscal que tenemos. Esto significa que los estudiantes en periodo de pago deberán asumir tasas que van del 12.2% al 17.2% efectivo anual, lo que esto incrementará sus cuotas mensuales. Nuevamente escribo, el gobierno le falla a los jóvenes. Esta problemática no solo afecta a quienes estudian en universidades públicas, sino también a quienes, como yo, cursan sus estudios en instituciones privadas. Muchos de estos estudiantes no obtuvieron una beca completa como yo y tuvieron que recurrir a créditos para financiar su educación, y ahora enfrentan una carga económica aún mayor. Así que sí, estamos jodidos con un gobierno que solo pronuncia palabras bonitas, pero que nunca cumple nada y, peor aún, todo lo que toca lo empeora.
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