El fascismo está entre nosotros

“esta vez no es como en el cuento del pastorcito y el lobo, porque es real y es fascismo está más cerca de lo que alguna vez llegamos a creer” 


Con gran preocupación, se evidencia un resurgimiento de ideologías de corte fascista en el mundo, el problema ahora es que está frente a nuestros ojos y no lo vemos.

En Colombia particularmente, viene identificándose por parte de algunos académicos, activistas y personas vinculadas a movimientos sociales, ciertos grupos con discursos, simbología e ideología fascista. Lo que parecía ser un problema lejano a nosotros, que ocurrían en Europa o Estados Unidos, o que incluso una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial se había terminado, ahora resulta ser una preocupación latente para estas latitudes.

Lo que alguna vez parecía material de memes en internet de personas con un exacerbado discurso violento, terminó calando en un sector de la sociedad para los cuales las promesas neoliberales no se cumplieron y el malestar social los impulsa a encontrar un enemigo a quien culpar de sus problemas, bien sea migrantes, afrodescendientes, mujeres, grupos LGTBIQ+ o incluso a denominada cultura Woke.

Aunque parezca una historia de conspiración, de alarmismo o paranoia, existen hechos concretos de violencia ejercida por grupos organizados, como el ocurrido en la localidad de Suba en Bogotá el pasado 23 de febrero; la denuncia menciona que cinco hombres atacaron con armas blancas y golpes a dos jóvenes pertenecientes a un colectivo social, después de un evento cultural llevado a cabo en esta localidad. Pero, antes de este hecho ya de manera personal, he venido evidenciando el surgimiento de estos grupos, en el lugar de trabajo, en redes sociales y en lugares que suelo frecuentar. Sutilmente introducen un discurso de inconformismo de las condiciones actuales de vida para poder llamar la atención de aquellos que sienten que las condiciones económicas, sociales y culturales vienen en declive, para ello suelen utilizar una frase en redes sociales, camisetas y en stickers que pueden encontrarse en algunos sitios la cual reza: “mantenerse en pie en medio de un mundo en ruinas”. Dicha frase llamaba mucho mi atención al tratarse de un reclamo social legítimo, dadas diversas circunstancias actuales de empleabilidad, altos costos de vivienda, el hiper consumismo, la mercantilización de cada aspecto de la vida social etc. Sin embargo, me llevé una sorpresa bastante fuerte al darme cuenta que la frase proviene de un filósofo llamado Julius Evola de origen italiano; que al indagar un poco sobre sus posturas, descubrí que no sólo es un intelectual fascista, sino que es el principal filósofo del neofascismo europeo y un tradicionalista radical. Este último, el del tradicionalismo radical, llamó aún más mi atención, dado que a través de discursos “tradicionales” aparentemente inofensivos, como la “soberanía nacional”, “la familia tradicional”, “valores tradicionales” o “libertad de expresión”, esconden realmente discursos reaccionarios, xenófobos, misóginos y supremacistas. De hecho, al consultar por el supuesto tradicionalismo que profesa Julius Evola, encuentro que defiende los roles tradicionales de la mujer subyugada al dominio del hombre y la conservación de una estructura patriarcal, de hecho, Evola citó más tarde la afirmación de Joseph de Maistre de que «La mujer no puede ser superior sino como mujer, pero desde el momento en que desea emular al hombre no es más que un mono». Por otra parte, en cuanto a la raza, era un crítico del movimiento Nazi, la indicar que no hicieron una separación de castas e incluyeron plebeyos, es decir, su supremacía no estaba basada tanto en la raza sino en al nivel social al que se pertenecía. Es aquí donde me parece incluso más preocupante que un simple racismo, dada las condiciones actuales de un capitalismo exacerbado en la extrema necesidad de poseer y no de ser que ha calado a todos los niveles sociales.

Esta última característica del pensamiento de Evola, me lleva a relacionarlo a las estrategias que recientemente han implementado diferentes líderes políticos y empresariales, tales como Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina y ahora Donald Trump en su segunda presidencia de la mano de Elon Musk, donde tienen una narrativa supuestamente inofensiva y accesible para el grueso de la población con sus slogans de “make america great again” o “destruir la casta política”, que para mucha gente podrá sonar como algo positivo pero que encierra un entramado de posturas de tinte reaccionario y fascista. Ya lo vimos cuando Elon Musk hizo el saludo Nazi en la posesión de Donald Trump y es allí donde está la otra narrativa, la que si alimenta el discurso de aquellos que ahora abiertamente y sin sonrojarse se declaran “fachos”.

De esta manera, vemos que el capitalismo ha transformado el poder antes ostentado por grandes dirigentes políticos, a formar parte de unos pocos señores tecno-feudales, con los cuales se concentra el poder económico, político y ahora simbólico, pues sigue siendo y Colombia no es la excepción, el modelo del empresario exitoso como el ejemplo a seguir por todos. De esta manera las estructuras económicas pasan a ostentar el poder del mercado a ostentar el poder político, a través de la justificación de la innovación pero que en realidad encarna formas de control más autoritarias. Esta situación se adecua perfectamente al pensamiento de Julius Evola al colocar la figura de la clase social a la cual hacen parte estos mega ricos, como héroes a los que hay que imitar y que son ellos esa aristocracia tecnológica que tiene la capacidad de instalar sus narrativas. Muchos han salido en defensa de Elon Musk a negar este saludo con algún vínculo a ideologías nazis, de hecho, al escribir esta columna, pensé mucho en si volver a hablar de fascismo era pertinente en una época donde la palabra fascista ya se utilizó tanto para llamar a cualquier acto como “facho”, que no quería caer en el cliché de siempre. Sin embargo, estas contra narrativas de los defensores de la derecha al referenciar a Elon Musk como un líder innovador, solo fortalece la agenda de estas nuevas derechas, desvía la atención de lo importante y en un mundo actual donde las verdades son cada vez menos importantes y los medios de comunicación están tan desprestigiados, estos discursos toman fuerza y se camuflan en reclamos populares, pero no, esta vez no es como en el cuento del pastorcito y el lobo, porque es real y es fascismo está más cerca de lo que alguna vez llegamos a creer.

La cuestión ahora, será en poder vislumbrar qué líder político de la mano de un gran empresario en Colombia tomará esas banderas en las que estos grupos neofascistas encuentran representadas sus inclinaciones y si seremos capaces de dar una batalla cultural, o entraremos en un bucle temporal donde parece repetirse lo ocurrido hace casi ya cien años en Europa, pero está vez potenciado por el poder de las grandes plataformas de redes sociales, un globalismo establecido y una guerra que ya no es armamentista sino económica y de consumo.

Jonathan Peláez R.

Politólogo de la Universidad de Antioquia; miembro del Comité Editorial de la Revista de Estudiantes de Ciencia Política. También he sido joven investigador en el Instituto de Estudios Políticos de la UdeA. Soy un apasionado por los temas de país, coyuntura política nacional, ideologías y cultura política, además de ser un apasionado por el fútbol, la música y su relación con la política.

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