El Diablo sigue vistiendo de Prada 10 años despues

Suena la canción “Suddenly I see”, y en la pantalla aparece Anne Hathaway cepillando sus dientes frente a un espejo empañado. Mientras la música avanza, se ve una panorámica del puente de Brooklyn y del bajo Manhattan, para luego continuar con mujeres vistiendo sus prendas interiores de Victoria’s Secret.

Así inicia una de las películas más taquilleras del verano de 2006 The Devil Wears Prada (El Diablo Viste de Prada), film de bajo presupuesto cuya trama principal se basa en el libro del mismo nombre, de una ex asistente de la revista Vogue que trataba de recrear la dureza de la industria de la moda.

El personaje antagónico, Miranda Prestley (Meryl Streep), es una mujer fría y editora en jefe de la revista Runway, a donde llega a trabajar la tímida Andrea Sachs (Anne Hathaway). El argumento de la película gira entorno a estas dos mujeres, la primera mantiene una posición de poder absoluto dentro de una industria, mientras que la segunda es una recién egresada que busca una oportunidad para avanzar en el mundo laboral.

2006 el diablo vestía de Prada

La primera vez que vi El Diablo Viste de Prada fue en septiembre de 2006 y debo decir que amé al personaje de Miranda desde el primer momento. Algunos de mis amigos de la época no entendían mi fascinación por la “perra” de la Prestley, y explicarles que este personaje fue construido con base a uno de la vida real fue bastante complicado.

Para ese momento, muchas personas no tenían idea que la película está basada en el ambiente laboral de la revista Vogue y en tener como jefe a la emperatriz de la moda Anna Wintour, editora en jefe de esta publicación durante los últimos 28 años.

Pero ¿Qué llevó a que una película de bajo presupuesto tuviera tan buen desempeño y que diez años después sigamos escribiendo sobre ella? Podemos acordar que es una película que te atrapa rápidamente con su banda sonora, vestuario, la arrolladora presencia de Miranda, la fotografía y, creo que ya lo dije, ¡el vestuario!

Comencemos con la banda sonora. En la película pueden escucharse temas de reconocidos artistas como Moby, Alanis Morrissette, Jamiroquai y Madonna, a los cuales se le suman composiciones de Theodore Shapiro para escenas tan importantes, como la de Andrea tratando de sacar a Miranda de Miami durante un huracán, o el intento de avisar a Miranda que iban a cambiarla por Jacqueline Follet como nueva editora. Estas escenas logran conectarse de manera maravillosa con cada tema que conforma a la banda sonora.


Sin duda alguna la actuación de Meryl Streep nos hizo odiarla por su magnífica personificación de tirana. Si bien ella estuvo a punto de no participar en este filme por el bajo salario que recibiría – tema que por fortuna se solucionó- la veterana actriz tardó varios meses en crear a este personaje. Para ello se basó en varios elementos como el tono de voz de Clint Eastwood, ya que según ella el consagrado actor y director nunca sube su tono de voz, lo que hace que todos los que están en su presencia guarden silencio para escucharlo y lo convierte en una persona muy poderosa cuando está en un recinto cerrado.

Su look es una mezcla del estilo y la altivez de Carmen Dell’Orefice con la elegancia y autoridad de Christine Lagarde. Para muchos la actriz construyó también su personaje inspirada en algunos detalles que caracterizan a la editora en jefe de Vogue, como su frecuente uso de lentes oscuros o los gestos faciales que hace para aprobar o desaprobar algo.

Carmen Dell’Orefice

La fotografía de El diablo viste de Prada es un elemento que realza bastante no solo en las pocas escenas de exteriores en las calles de Manhattan o Paris, sino también en el buen trabajo en interiores, el cual produce en el espectador la sensación de que está dentro de una revista de moda. Claro, guardando las proporciones, no todos los que trabajan en Vogue son modelos, como sí sucede en Runway, donde todas las secretarias y demás trabajadores eran modelos.

¡El vestuario! Solo el vestuario que utilizó Meryl Streep tuvo un costo cercano a un millón de dólares, pero tal vez el que más impacta es el vestuario de Andrea, ya que en gran medida todas sus prendas eran de diferentes casas de diseñadores, convirtiendo a esta película después de Sex and The City (la serie y las dos películas) en la mejor vitrina para los grandes diseñadores. Prendas de Armani, Dolce & Gabanna, Calvin Klein, Chanel y Valentino Garabani son algunos de sus looks más recordados, que aun 10 años después pueden tener cierta vigencia haciendo unos pequeños ajustes.

De esta película me queda solo por decir que no necesita una segunda parte. La historia fue bien desarrollada, ya que no solo cuenta el proceso de autodescubrimiento que lleva Andrea en una industria tan cruel como puede ser la moda, sino que también hace una ojeada que más allá del glamour, lo artístico y sublime del diseño de modas, está contándonos qué tan solitario puede ser el éxito y el poder como el que tiene Miranda.

En mi caso particular 10 años después la película sigue siendo un manual rápido sobre los triunfos profesionales, cuanto pueden llegar a costar y si estamos dispuesto a sacrificar otros aspectos de nuestra vida por esos triunfos y reconocimientos. ¿ustedes sacrificarían sus parejas, familias o amigos para alcanzar esos triunfos?

 

Mauricio Gil Arboleda

Soy sociólogo de la Universidad de Antioquia con fuerte inclinación por las tecnologías en el desarrollo social, amante del análisis de la moda y la sexualidad, con gusto por la música, especialmente esa que es poco escuchada en occidente y con intereses en la geopolítica de Asia en América Latina.

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