El desarrollo de IA y fabricación de chips: un “Crimen hídrico”

En la actualidad hemos asistido con cierto asombro sorpresivo, y tal vez, lleno de espectáculo positivo el crecimiento de la tecnología y la Inteligencia artificial (IA). Sin embargo; hemos dejado a un lado su contribución a la destrucción de los recursos hídricos del planeta. Se advierte que, por cada crecimiento de desarrollo tecnológico cualquiera que este sea respecto de los modelos de CHIPS y los de inteligencia artificial como chatTPGT, GPT-3 y GPT-4, amenazan cada día con la contaminación de agua dulce en el planeta.

A este ritmo, la fabricación de chips de casi 900 fábricas y condensadores que producen los soportes para el universo informático, el investigador Maude Barlow señala, que en medio del estrés hídrico por el que atraviesa el mundo, “[la] industria consume más de 15.000 millones de litros de agua y produciendo más de 300mil millones de litros de aguas sucias cada año”. Todo esto, por supuesto, con el beneplácito de las subvenciones que los gobiernos ofrecen a las transnacionales que controlan el recurso hídrico, además; de mercadearlo a través de favorecimientos de leyes a cambio de que no deje de llegar las “dadivas” a sus campañas políticas.

Como el agua no tiene una visión social que pueda defenderse de parte de estos gobiernos como un derecho fundamental humano, o mejor, como un derecho de la biosfera, con el acceso para todo ser vivo. Se Suma a todo esto, a modo de ejemplo; que en las clases más favorecidas no se tiene registro de muertes por causa de problemas gastrointestinales, en cambio; si sucede en los lugares donde estas poblaciones por sus bajos ingresos, tienen muy poco acceso al agua, o deben caminar largas distancias para extraer agua dulce, y cuando la obtienen está contaminada. Se han vuelto cloacas de desechos dejados por las grandes industrias.

Ahora bien, es de anotar, que en un estudio reciente realizado por las universidades Colorado Riverside y Texas Arlington, estas subrayan que: Chat GPT superó los 100 millones de usuarios activos mensualmente, el consumo de agua al mes del desarrollo basado en IA para cumplir procesos de inferencia es de alrededor de 50 millones de litros de agua”. Se ha vuelto una actividad que no ha respetado las convenciones más estrictas que caben sobre el derecho humano al agua. Recordemos que, la escasez del agua dulce en el mundo constituye un factor central para entender hacia donde vamos, y como vamos a preservar la existencia humana y la de otros seres vivos que dependen de ella. Es el principal problema ambiental de nuestro tiempo, al lado del cambio climático.

Según el mismo estudio sobre la IA y el consumo desaforado del agua, indica que, “si se entrena un modelo de IA grande similar en otro lugar con una eficiencia de agua promedio de 3,8 l/kWh, el consumo de agua en el lugar puede llegar a los 4,9 millones de litros, suficiente para producir aproximadamente 2,600 automóviles BMW o 2,200 vehículos eléctricos Tesla.” Para Gerry MacGovern en un análisis sobre la IA en América Latina publicado por Mongobay, refiere que lo planteado por la empresa de Inteligencia Grand View Research, el auge de la IA se esperaría que creciera en un 37% del 2023 al 2030. Así mismo; este informe alude que para el 2027 la demanda de agua es tan grande, que solo para refrigerar datos (información que por lo demás, no están en nuestros computadores, sino en la nube que no produce una gota de agua, todo lo contrario, la desaparece) podría abastecer de agua la población de Reino Unido.

Razón tenían algunos activistas cuando nos advertían del daño ambiental y la contaminación de nuestros recursos hídricos por el auge con el que crece a la velocidad de la luz la tecnología y la IA, al manifestar que, “el agua fluye rio arriba hacia el dinero”.

Los amos de la tecnología y desarrolladores de la IA no dejaran de seguir apostando por el crecimiento y avance de sus proyectos. Conciben que llegar primero a la meta, los hace “dioses que mejoran la vida”, aunque nos cueste (sin agua) la misma vida.

Cabe entonces preguntarnos y meditar: ¿El agua es una mercancía o un bien común de todo ser vivo?

Andrés David Arana Gutiérrez

Investigador académico del grupo Ignacio Torres de la Universidad libre de Cali y Columnista

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