El derecho a no poseer

Tradicionalmente se nos ha dicho que uno de los derechos primarios y fundamentales de la naturaleza humana es el de la propiedad privada. Locke afirmó que era el derecho primigenio, el de poseer el fruto de nuestra intervención, lo que, de su estado natural se transforma gracias al resultado de nuestro trabajo. Pero, considero que este concepto se encuentra un tanto obsoleto en la actualidad, ¿Realmente hoy queremos poseer? ¿O más bien deseamos posesiones transitorias y sin ataduras? Si analizamos estas dos preguntas nos daremos cuenta de que realmente es poco lo que, en términos legales, pertenece a nuestro patrimonio.

En general, el mismo concepto de que la propiedad es fruto de nuestro trabajo está obsoleto ¿Quién ha construido la casa en la que vive? ¿Quién cultiva o caza su propia comida? Son muy pocos quienes pueden dar una respuesta afirmativa. Es así como, hoy en día además de que lo que nos pertenece no es directamente algo sobre lo cual hemos intervenido para sacarlo de su estado natural, realmente son pocas las cosas que de verdad poseemos.

Cuántos de nosotros pagamos mensualmente varias suscripciones para acceder a la música o las películas que nos gustan, que además no encontraremos todas en un mismo lugar, debemos suscribirnos a varias si queremos acceder a otro contenido. También debemos suscribirnos para poseer espacio en la nube, para poder recibir correos o tener documentos en línea. Ya no dependes del espacio del disco duro o los gigabytes de memoria de tu celular, ahora debes pagar mes a mes para poseer tus archivos, tu trabajo. Otro ejemplo son las características extras que ofrecen muchos productos por las cuales se debe pagar un valor adicional para poder acceder a las mismas. Todas estas transformaciones tienen un lado positivo, en ningún momento hago una crítica al “progreso”, no estamos atados teniendo que escuchar el mismo CD una y otra vez, o la misma película, podemos acceder a esos productos a un valor reducido y decidir o no acceder a sus características extras. Sin embargo, esto nos da como consecuencia que nada de ello nunca nos pertenecerá realmente, y en el segundo que dejemos de pagar nuestra suscripción perderemos acceso a todo, sin discusión.

Llevándolo a un caso un poco más natural a la mayoría de los colombianos, e incluso a nivel global ¿Cuántas personas pueden acceder a vivienda propia? Según el DANE, los hogares colombianos que tienen casa propia cayeron del 46,2 % en 2019 hasta 39,5 % en 2023.

Es decir, la mayoría de las personas debe “suscribirse” para poder tener donde vivir. No podemos ignorar la multicausalidad de este fenómeno, después de la pandemia se dio el auge de los nómadas digitales y el trabajo remoto. Pero hay un motivo aún mayor que está detrás de todo esto. Muchas personas menores de 30 años escuchamos que nuestros padres a nuestra edad ya tenían casa, carro, algunos ya casados y hasta hijos. En cambio, hoy, junto con el auge de los nómadas digitales, también es cuando más hemos visto casos de adultos que aún viven con sus padres. Y estas dos realidades, aparentemente opuestas, responden a lo mismo: el capitalismo salvaje, exacerbado por la pandemia, que nos ha hecho convencernos de que, al no poder acceder a determinadas posesiones, debemos dejar de desearlas.

Y es cuando yo me pregunto si en verdad como sociedad hemos buscado que se nos garantice el derecho a no poseer, a no tener ataduras de ningún tipo, o si es un cambio que hemos tenido que adoptar para hacer más llevadera una vida en la que muy pocos pueden realmente poseer.

Susana Aguilar Cuartas

Politóloga y estudiante de derecho, defiendo la dignidad de toda especie y persona. Me gusta ver películas, leer y de vez en cuando cocinar.

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