la censura se convierte en el discurso más repetitivo cuando alguien se atreve a cuestionar las formas poco éticas de hacer la labor periodística.
En las facultades de Derecho y Ciencias políticas siempre se ha enseñado la teoría de división de poderes propuesta por Montesquieu, la cuál menciona que el Estado se divide en poder ejecutivo, poder legislativo y poder judicial. Siendo este autor muy preciso en la realidad de los estados modernos. Pero en la actualidad podría hablarse de muchos otros poderes que mueven las realidades sociales y políticas de los estados. Entre ellos está lo que se ha denominado “El cuarto poder” este concepto hace referencia a los medios de comunicación y la prensa.
Este cuarto poder en el contexto colombiano, ha sido el protagonista para afianzar algunos discursos, iniciativas y procesos sociales, económicos y políticos que terminan siendo aprobados por la sociedad. Logrando demostrar de esta forma el poder que tienen en la actualidad. No es un secreto que muchos de estos medios pertenecen a los grupos más poderosos, económicamente hablando, y es por eso que, en ocasiones dejan ver en la forma de hacer periodismo sus ideales políticos.
Desde el inicio del Gobierno de Gustavo Petro, algunos de los medios tradicionales, se han convertido en la principal oposición al presidente y a sus iniciativas legislativas, llegando a ser evidentes frente a sus sesgos políticos, en cada uno de sus programas “informativos”.
Para evidenciar esta forma de actuar, solo es necesario escuchar o leer noticias tendenciosas que día a día se reproducen. Con esto no quiere decirse que no tengan como derecho y deber denunciar y criticar al gobierno y sus actuaciones. Pero de esta forma de hacer periodismo, pueden surgir varias preguntas
¿La libertad de prensa que tanto exigen los mismos medios si existe?
¿Dicha libertad pasa por divulgar noticias falsas o asegurar hechos no ocurridos, sin precaución de violar derechos fundamentales?
¿La prensa tiene responsabilidad penal en caso de configurar con su actuar delitos de injuria o calumnia?
El artículo 20 de la Constitución Política de Colombia dice
Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios de comunicación masiva. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura.
Dejando claro que los ciudadanos tenemos derecho a recibir información veraz e imparcial, y que los medios tienen una responsabilidad social; es preciso entonces decir que la actividad periodística en un país tan polarizado como Colombia debería hacerse de manera responsable e imparcial, pero esto parece casi imposible mientras los grupos económicos sigan poniendo en ellas sus directrices, las cuales consisten en hacer una “exhaustiva” investigación a algunos grupos o personajes públicos y guardar silencio ante otros hechos ocurridos.
La censura se ha vuelto la bandera de muchos medios y periodistas, para darle validez a su discurso de odio y evadir sus responsabilidades, tanto civiles como penales, la retractación es una forma de controlar los desfaces en cuanto a divulgación falsa, pero no tiene ni se le da la misma importancia que tuvo la información divulgada en principio. La censura se convierte en el discurso más repetitivo, cuando alguien se atreve a cuestionar las formas poco éticas de hacer la labor periodística.
Los medios en cualquier democracia deben funcionar con libertad, deben ser los primeros garantes del control político, pero no pueden seguirse auto proclamando “imparciales” cuando han vendido sus principios al mejor postor. Como dijo el activista político estadounidense Malcom X “Con una hábil manipulación de la prensa, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima.”
Frente a este panorama, la prensa independiente juega un papel importante, ya que responde directamente a las necesidades que tiene la sociedad de transparencia y verdad frente a la información que recibe.
Todas las columnas de la autora en este enlace: Maria Isabel Zapata Cataño
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