“La inestabilidad dentro del gobierno del cambio, combinada con el estrecho margen de maniobra de la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego, está dando lugar a una falta de control institucional. El panorama político nacional presenta un entorno difícil para su mandatario que paso a paso carece de suficiente apoyo y respaldo político. Los recientes acontecimientos han causado confusión e incertidumbre al interior del entramado social, lo que indica que actualmente Colombia se enfrenta a una situación difícil.”
La falta de experiencia de la izquierda en el ejercicio del poder, la polarización del país, la ausencia de relaciones consensuadas con la oposición, los desaciertos en la selección de ministros y cargos administrativos y las derrotas políticas en el congreso han tenido un impacto perjudicial en el estado social de derecho colombiano. Las circunstancias actuales del país presentan un entorno difícil para quienes pretenden impulsar el progresismo socialista en lo que le resta a su presidente al frente del gobierno. La significativa divergencia ideológica, la agudización de las posturas frente al proceso de paz total y la agenda política que busca establecer la izquierda ilustran el estrecho margen de acción que tendrá Gustavo Francisco Petro Urrego en los dos años que le restan de mandato. Su astucia política, exhibida durante su gestión como senador, resultó invaluable para sortear los retos que le trajo el 2024.
Ha faltado agudeza estratégica en los numerosos acontecimientos que han configurado la agenda política, económica y social de Colombia durante el gobierno del cambio. Los últimos acontecimientos han puesto de manifiesto no sólo el creciente descontento ciudadano debido a la crisis económica y la consecuente reducción del poder adquisitivo, sino también la urgente necesidad de priorizar acciones que respondan a las importantes y variadas necesidades de los ciudadanos. Es importante distinguir entre oír y escuchar. Oír es la percepción involuntaria de una sensación a través del oído, mientras que escuchar es una acción voluntaria que implica prestar atención y tomar medidas correctivas en respuesta a una advertencia. Esta distinción es especialmente pertinente en el contexto de la situación actual en Colombia, donde el gobierno no ha abordado adecuadamente la crisis económica del país y el consiguiente malestar social. La indiferencia del Estado o la minimización de los hechos no sólo es un acto de mezquindad e incompetencia, sino que también alimenta los ánimos polarizadores de las corrientes ideológicas extremas.
A medida que el año llega a su fin y se acerca el período de vacaciones, es un momento oportuno para abordar los problemas que se están presentando en la administración liderada por Gustavo Francisco Petro Urrego. El año 2024 será recordado como un año difícil, caracterizado por errores de procedimiento y traiciones políticas dentro de un panorama democrático complejo e incierto. El pacto histórico que se constituyó con la intención de congraciarse con diversos sectores del ecosistema social ha dado paulatinamente un giro de 180°. Partiendo de la premisa de que en política todo vale, se están alejando de las necesidades y pretensiones del ejecutivo. La composición del equipo presidencial no ha dejado de suscitar inquietudes no sólo sobre la idoneidad de las personas y las funciones asignadas, sino también sobre la credibilidad del equipo en su conjunto, dada la serie de escándalos que han empañado su imagen pública.
Los veintiocho meses, 857 días de mandato, han sido más que suficientes para ver que el país se le salió de las manos a Gustavo Francisco Petro Urrego y las corrientes de izquierda que están en el poder. La credibilidad de los cambios propuestos es cada vez menor, al igual que el nivel de apoyo de los sectores sociales y políticos nacionales e internacionales. La incapacidad del gobierno para gobernar con eficacia está contribuyendo al aumento de la violencia, la corrupción y los enfrentamientos radicalizados. A esto se suma el desgobierno general en el que se encuentra Colombia. Es poco probable que su mandatario que no capitalizó su mayoría en la legislatura durante su primera parte del mandato pueda sacar adelante sus iniciativas ahora que todos los partidos se están desmarcando para sacar rédito en las elecciones de 2026. Es evidente que el gobierno del cambio no es la solución a los problemas sociales de la nación. La credibilidad del estado se ve socavada por una serie de desigualdades que aumentan las diferencias dentro del colectivo social, un cisma político que intensifica las tensiones y exacerba las viejas divisiones.
La agenda de gobierno para 2025 identifica una serie de temas urgentes que requieren atención inmediata por parte de la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego. Esta coyuntura exige del ejecutivo seriedad, serenidad y decisión, así como voluntad popular para aceptar una forma diferente de concebir el mundo e imponer el progresismo socialista en el país. Está claro que lo más urgente es moderar las demandas de cambio. Es indispensable identificar puntos de coincidencia y establecer estrategias conjuntas que vayan más allá de las exigencias irrealizables de quienes se aferran al legado del grupo guerrillero M-19. Es esencial entablar un diálogo constructivo sobre las reformas y asuntos conexos, garantizando que el ecosistema social colombiano permanezca intacto. El reto clave para los ministros que no han tenido la influencia necesaria para defender en el Congreso las reformas propuestas y las transformaciones fundamentales para la izquierda política colombiana es desarrollar propuestas claras, bien fundamentadas y argumentadas.
El enfrentamiento directo y radicalizado con la oposición alcanzará su punto álgido en 2025. Este será un momento crucial entre quienes apoyan sin reservas un compromiso de paz total y los acuerdos que se tejen con quienes han hecho un daño significativo al país a través de la violencia. El panorama político y social se caracteriza por la falta de consenso entre los diferentes sectores, lo que está contribuyendo a la aparición de divisiones en el seno de la sociedad colombiana. La continua confrontación institucional ha dado lugar a un estado de incertidumbre en el sistema jurídico colombiano. Esto ha generado una importante división entre los partidarios de la izquierda y los escépticos frente a la reincorporación de los actores armados a la vida pública sin que reconozcan sus crímenes, dejen de delinquir, paguen sus penas y se sometan a la ley. Existe una falta de consenso sobre la cuestión del perdón y el olvido sin consecuencias ni reparaciones.
El inestable entorno local, unido a una política de izquierda equivocada, es una estrategia ineficaz para ganar influencia internacional. Se asemeja a centrarse en un asunto menor mientras se ignora uno importante dentro de su propio ámbito. Se trata de un movimiento estratégico que agota el capital político con otros gobiernos e impone compromisos a corto, medio y largo plazo. El escenario demuestra la falta de fortaleza del ejecutivo y merma el margen de maniobra y de gobierno efectivo de la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego. La falta de capital y competitividad está impidiendo alcanzar un punto de equilibrio. Los índices de pobreza están afectando la inversión social y están teniendo un efecto perjudicial en la clase media colombiana. Quienes votaron por su presidente en las anteriores elecciones, decepcionados por la actuación del gobierno, piden a su mandatario que cumpla los compromisos que adquirió durante su campaña.
Quedan pendientes la defensa de la democracia, la solución a la crisis social, la refundación de los cuestionados ejes del progresismo, el fortalecimiento de las instituciones y la lucha frontal contra la corrupción. Es imperativo que la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego se reinvente de inmediato, estableciendo convergencias con sectores ideológicamente distantes del gobierno y vinculando a las regiones. También es necesario determinar el rumbo estratégico que guiará el curso de un Estado que será liderado por un equipo ministerial que deberá reacomodarse en enero. Es esencial establecer un enfoque de colaboración entre las tres ramas del poder público, en línea con el modus operandi de la izquierda. La actual estructura de gobierno no ha logrado ganarse el apoyo popular, a pesar de su intento inicial de administración progresista. Esto ha dado lugar a percepciones de inexperiencia y falta de claridad sobre lo que se está haciendo desde el ejecutivo.
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