“Refinar el cobre en Colombia sería posible y rentable si logramos desarrollar seis minas a gran escala, que produzcan, cada una, en el total de su operación, alrededor de 5 millones de toneladas de concentrado de cobre”.
La semana pasada comenté la llegada de Freeport Mc-Moran, la minera de cobre más grande de Estados Unidos a Colombia a pesar de que una reciente encuesta publicada por el Instituto Fraser, centro de investigación con sede en Canadá que mide, estudia y comunica el impacto de los mercados competitivos, incluido la minería, reveló que Colombia pasó de estar en la posición 21 a la 71 (de 86 países) en materia de competitividad minera siendo menos atractivo para la inversión (ver), en parte, por lo que describe el ex ministro de Hacienda y actual rector de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, José Manuel Restrepo: “decisiones regulatorias, tributarias, de confianza, certidumbre, de seguridad y estabilidad política” (ver).
Sin embargo, la minería al ser un negocio de largo plazo -en promedio, un proyecto de gran escala puede tardarse unos veinte años desde sus fases iniciales de exploración hasta que llega a la construcción de la infraestructura de la mina-, tiene la capacidad de esperar hasta que se generen las condiciones para desarrollar los proyectos y más ahora ante los precios históricos del cobre y el oro reportados esta semana.
El oro se cotiza por encima de los 2.300 dólares por onza y el cobre por encima de los 4.500 dólares por libra a raíz de la fuerte demanda que siguen teniendo estos minerales, particularmente el cobre, que es es esencial para la transición energética y ante la escasez que se avecina de este mineral sino se logran encontrar nuevos yacimientos que por fortuna tenemos en Colombia con proyectos en Antioquia, Chocó, Putumayo, Córdoba, Cesar, todos, con la expectativa de que puedan convertirse en una mina.
Una de las críticas de los que se oponen a los proyectos mineros de cobre es que dicen que el mineral no se refina en Colombia, que se exporta la materia prima y luego el país compra el cobre procesado. Bajo esa lógica, tampoco deberíamos producir café, banano, ni aguacate que son otros productos importantes de exportación del país, pero a los cuales tampoco se les da un valor agregado antes de su exportación.
Refinar el cobre en Colombia sería posible y rentable si logramos desarrollar seis minas a gran escala, que produzcan, cada una, en el total de su operación, alrededor de 5 millones de toneladas de concentrado de cobre para un total de 30 millones de toneladas de este concentrado que estaría distribuido en las regiones anteriormente mencionadas.
Para que transformar ese mineral se vuelva realidad debemos empezar por generar las condiciones para que una mina de este tipo se pueda desarrollar en Colombia cumpliendo con los más altos estándares ambientales, sociales y técnicos para que sea un negocio de gana a gana. No podemos pretender tener refinerías de este tipo si los proyectos que pueden aportar para ese sueño y que están pidiendo pista desde hace tiempo, no tienen garantías ni licencias para avanzar.
Como país debemos aprovechar nuestra riqueza mineral para ser más competitivos y generar mejores condiciones sociales para las personas y máxime viendo los precios históricos que nos pueden beneficiar por la alta demanda que se avecina y que nosotros podemos proveer.
El cobre es una oportunidad de oro que no debemos dejar pasar.
Todas las columnas del autor en este enlace: José María Dávila Román
*Empleado de Minera de Cobre Quebradona
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