El gran ganador es sin duda don José, su salto a la fama así lo constata y seguramente si sabe aprovechar su cuarto de hora ya no lo veremos en los buses y calles del Poblado como muchas veces lo he visto o escuchado, sino que ya será contratado para fiestas y espectáculos, -porque el viejo canta bueno-. Incluso me imagino que emisoras como Olímpica ya estarán mirando hacia esos lados para contratarlo, igual que pasó con la conocida “Doña Gloria” aquella señora del Metro Cable. Lo único rescatable de este caso, es precisamente, la catapultada de don José en el escenario nacional, buena por él.
Como virus se propagó el video que en pocas horas le daba la vuelta a Colombia y a miles de cuentas de whatsapp que estuvieran activas. En el video que no da cuenta de la “TERRIBLE DISCRIMINACIÓN”, veíamos como a una comensal del ya reconocido restaurante le habían “partido el alma” por lo que había ocurrido antes de lo que se conoce en el video.
El lloriqueo de quien está grabando tal escena, produce el efecto deseado y se riega como polvorín y lo más cómico de la situación es que el señor (don José) no dice mayor cosa, ni tampoco se le ve cabizbajo y meditabundo, por el contrario, quiere que la situación pase rápido y sin mucho escándalo.
En varias entrevistas que el señor concedió a emisoras como la Z Urbana dan cuenta que quien propaga el video exagera y que la gente en redes sociales exacerban la realidad. Aunque don José dice que la mesera si le dijo que se debía llevar el almuerzo, él mismo afirma que la dueña del local le permitió almorzar y dice además que se conocen desde hace mucho tiempo y que ella le da “platica” de vez en cuando.
Comunicados, pronunciamientos del “alcalde youtuber” (me imagino que por estar siempre en los Trending Topic de twitter) y hasta ir a ver cómo es que vivía don José, hizo que la noticia se viralizara en muy pocas horas.
El lloriqueo es como la sangre, sale a borbotones y hace alarmar a cualquier persona porque hace pensar que la herida es muy profunda y en el fondo es solo una pequeña fisura. Los miles de usuarios en redes sociales que compartieron el video fue precisamente lo que les pasó, guiados por la humildad del señor transmitida en el video y acompañada de los reclamos sollozos de la mujer ayudan a que la expansión sea rápida produciendo el efecto de indignación que ya conocemos, pero que al protagonista de la historia en el momento no pareció darle importancia.
Las redes sociales son como la típica telenovela, sino se sabe diferenciar qué es realidad y qué es ficción, uno termina creyendo que la mala siempre es mala y que quien tiene el papel de protagonista ese siempre será bueno.
Quien difunde el vídeo no previene nada y exacerba lo acontecido (aunque tampoco digo que no hubo discriminación) produjo amenazas, cierre del local, incluso se habla de una multa de 1.500 millones para los dueños del local. Lo que produce el video en el cual don José ni se le ve llorando ni indignado, es que el exceso de compasión es malo y en redes solo hay unos culpables “los empleados y la administradora del lugar”
En una entrevista que el mismo don José le dio a el diario El Tiempo dice además que no se sintió discriminado y que espera que a la dueña del restaurante no se le acabe el negocio y remata con esto “una empleada me dijo que no podía comer ahí, pero llamaron a la dueña y me dijeron que me sentara” (Ver link).
Para los que se indignaron tanto y compartieron el video, deberían entender que todos los hechos no se ajustan a la realidad y se exagera una cuestión que era simplemente de manejo. No podemos ir con un celular por ahí creyéndonos jueces de todo lo que sucede y que los que se indignaron por tal situación, de ahora en adelante todo aquel que se sube a un bus le prestemos la mayor atención del mundo, que no ignoremos cuando nos piden una moneda, porque mis queridos amigos eso es discriminación y debería partirnos el alma. ¿cuántas veces hemos estado en un restaurante y alguien entra a cantar, a pedir y lo han sacado y nos hemos indignado? la hipocresía como sociedad no ha hecho mella y miles de los que se rasgaban las vestiduras por don José, ¿cuantas veces no han presenciado o hecho lo mismo?