Ha causado estupor escuchar, en los más recientes debates presidenciales, a Germán Vargas Lleras defender con ahínco el acuerdo de paz. No es necesario ser un especialista en materia política para entender que este repentino viraje denota oportunismo político. Sin embargo, limitar este cambio a un simple proceso de “conquista del centro” al que algunos analistas políticos parecen haber reducido la campaña presidencial, sería desviar nuestra atención del asunto principal: esta ha sido la manera tradicional de hacer política y de gobernar en Colombia.
En efecto, Vargas Lleras no se ha caracterizado precisamente por ser un férreo defensor de la salida negociada al conflicto. Es célebre su debate, en octubre del 2001, contra el expresidente Andrés Pastrana por las improvisaciones del gobierno durante los diálogos con las Farc en el Caguán. Su oposición a este proceso, siendo senador del Partido Liberal, lo acercó a Álvaro Uribe. Decidió así abandonar el oficialismo liberal y acompañar al entonces exgobernador de Antioquia en su campaña presidencial cuyo eje central fue la derrota militar de las Farc.
En el 2004 fue nombrado jefe de Cambio Radical, partido fundado en 1998 por un grupo de exgalanistas. Desde el Congreso mantuvo una relación cercana con Uribe y en el 2006 decidió acompañarlo en su reelección. Sin embargo, la bancada de Cambio Radical no apoyó la propuesta de modificar el texto del referendo que le habría permitido a Uribe postularse a un tercer mandato. Este hecho, que habría podido truncar las aspiraciones presidenciales de Vargas Lleras, produjo un distanciamiento entre ambos políticos.
Con la victoria de Juan Manuel Santos en las elecciones del 2010, Vargas Lleras –quien logró la tercera mayor votación en esas elecciones– entró a formar parte de su gabinete como ministro del Interior. Desde allí impulsó el proyecto de prórroga de los alcances de la Ley de Orden Público en el cual se incluían algunas modificaciones como la de prohibir el despeje de cualquier parte del territorio nacional para eventuales procesos de paz. De mayo del 2012 a mayo del 2013 pasó a ocupar la cartera de Vivienda desde la cual impulsó el proyecto de construcción de las ‘100.000 viviendas gratis’. En seguida pasó a presidir la Fundación Buen Gobierno antes de convertirse en la fórmula vicepresidencial de Santos en las elecciones del 2014. Es solo hasta este momento que Vargas Lleras se pronuncia sobre el proceso de paz mostrando un evidente escepticismo.
Sin embargo, su escéptica postura no fue cuestionada hasta que el presidente Santos le pidió, en un evento público, que usara su “tremenda habilidad política” para ayudar al SÍ en el plebiscito. En ese entonces tanto los medios como algunos sectores de la coalición de gobierno se mostraron sorprendidos por las críticas de Vargas Lleras a la justicia transicional. César Gaviria, encargado de coordinar la estrategia electoral de la campaña del SÍ, sostuvo que Vargas Lleras se estaba enfrentando a la columna vertebral del acuerdo con esos reparos en materia de justicia.
Ahora, ya como candidato presidencial, ha mostrado su apoyo incondicional al proceso y ha cuestionado al mismo Iván Duque de querer atacar el corazón neurálgico de lo que se acordó en La Habana y, por consiguiente, de querer “hacer trizas” el acuerdo de paz, como quedó evidenciado en el debate presidencial en Barranquilla.
No solo su trayectoria política demuestra que no es ningún adalid de la paz, el haber nombrado como fórmula vicepresidencial a Juan Carlos Pinzón deja dudas adicionales sobre su verdadero compromiso con el acuerdo de paz. En diversas declaraciones, el mismo Pinzón ha afirmado haber votado por el NO en el plebiscito después de haber difundido un video en el cual apoyó el SÍ mientras era embajador de Colombia en Washington.
Pero además de su fórmula vicepresidencial, el partido de Vargas Lleras, Cambio Radical, se hizo célebre por oponerse a la agenda legislativa relacionada con el acuerdo de paz, principalmente a partir de la ruptura de este partido con el gobierno Santos. No olvidemos que, en octubre pasado, treinta representantes a la Cámara le pidieron al presidente de la Cámara, Rodrigo Lara, hacerse a un costado por su constante sabotaje a la aprobación de la reforma política. Los representantes responsabilizaron a Lara de “dilatar el trámite de la implementación de la paz por intereses políticos, más aún cuando Cambio Radical salió del Gobierno precisamente por su oposición a la justicia especial para la paz”.
Puesto que la defensa del acuerdo de paz deberá ser unos de los compromisos del próximo presidente, considero que no deberían quedar dudas sobre el uso político que la campaña ‘Mejor Vargas Lleras’ le está dando al tema de la paz. El oportunismo político ligado a una determinada coyuntura electoral no debe hacernos olvidar que esta ha sido la conducta de los principales partidos políticos desde el Frente Nacional. Si la política se hiciera con convicciones, pensando en el bien común, no tendríamos a algunos personajes de la política nacional viviendo y enriqueciéndose a costa del erario, gobernando simplemente para un selecto grupo de amigos y allegados. Modificar esta situación sí sería un cambio radical.