El Cambio en las Tasas de Fecundidad en Colombia: Implicaciones para el Futuro

David Forero

“Solo con un enfoque estratégico y de largo plazo, Colombia podrá hacer frente a los desafíos demográficos y transformar las oportunidades que se presentan en una mejora de las condiciones de vida de la población.”


A lo largo de las últimas décadas, Colombia ha experimentado una importante transformación en su Tasa Global de Fecundidad. Según cifras del DANE, pasó de 6.18 hijos en 1965 a 1.2 hijos en 2023, influenciada por una serie de factores sociales, culturales y económicos que también han marcado el camino hacia un cambio significativo en las políticas públicas y la planificación del país, con repercusiones en su estructura demográfica y desarrollo económico.

El proceso de disminución de la tasa de fecundidad en Colombia comenzó a principios de la década de 1970, cuando era significativamente alta, superando los 5 hijos por mujer. En ese momento, el país presentaba una estructura demográfica caracterizada por una alta proporción de población joven y una baja esperanza de vida. Sin embargo, factores como la mejora en el acceso a la educación, especialmente para las mujeres, el aumento de la cobertura en salud reproductiva y la mayor incorporación de la mujer al mercado laboral han sido cruciales para cambiar estas cifras. En la actualidad, la tasa de fecundidad en Colombia está por debajo de los niveles de reemplazo poblacional. Este descenso en la fecundidad es reflejo de un fenómeno global, ya que muchos países latinoamericanos, influenciados por procesos similares, también han registrado una caída en este indicador. No obstante, en Colombia, los cambios en las actitudes hacia la maternidad, la familia y el trabajo, así como la expansión de la planificación familiar, son elementos clave que han acelerado este proceso. Esta situación tiene, cuando menos, dos implicaciones importantes:

La primera, es el envejecimiento de la población. Con menos nacimientos, la proporción de personas mayores en la sociedad crece rápidamente. Esta tendencia provoca un aumento en la demanda de servicios sociales y atención sanitaria, ya que las personas mayores tienden a necesitar más cuidados médicos y servicios de bienestar. El impacto es doble: por un lado, los gobiernos deben gastar más en pensiones, servicios de salud y subsidios para la tercera edad; por otro lado, las fuerzas laborales se ven reducidas, lo que genera una mayor presión sobre los sistemas de seguridad social.

El envejecimiento poblacional también tiene efectos negativos en la productividad económica. Con una fuerza laboral en declive, las empresas enfrentan dificultades para encontrar trabajadores, lo que puede resultar en una menor tasa de crecimiento económico. Las empresas podrían verse obligadas a invertir más en tecnología para suplir la falta de mano de obra o incluso enfrentar una escasez de trabajadores calificados, lo que ralentiza la innovación y el desarrollo.

El segundo impacto clave de la disminución en la fecundidad es la desaceleración del crecimiento económico a largo plazo. La baja natalidad significa menos niños, lo que con el tiempo resultará en una menor fuerza de trabajo y, por lo tanto, una reducción en la oferta de mano de obra disponible para la economía. Sin suficientes trabajadores jóvenes para reemplazar a los mayores que se jubilan, las economías pueden experimentar una caída en la tasa de crecimiento del su Producto Interno Bruto.

Además, una menor tasa de fecundidad puede llevar a una mayor carga fiscal sobre los jóvenes trabajadores, ya que son ellos quienes deben financiar los beneficios sociales de los pensionistas a través de impuestos y contribuciones. Esto genera un desequilibrio en las finanzas públicas, lo que puede dar lugar a un incremento de la deuda pública si no se implementan políticas fiscales adecuadas para equilibrar estos cambios demográficos. Esta inestabilidad fiscal puede generar incertidumbre económica y afectar la confianza tanto de los inversores como de los consumidores, lo que frena aún más el crecimiento.

A manera de conclusión, es posible afirmar que el cambio en las tasas de fecundidad en Colombia, como en muchos otros países de América Latina, ofrece tanto retos como oportunidades. Las oportunidades están en el aprovechamiento del bono demográfico, la población joven que tenemos hoy, y el reto está en anticipar los efectos del envejecimiento poblacional y adaptar las políticas públicas para mitigar sus impactos. Solo con un enfoque estratégico y de largo plazo, Colombia podrá hacer frente a los desafíos demográficos y transformar las oportunidades que se presentan en una mejora de las condiciones de vida de la población.

David Forero

Analista económico

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