“Cinco años después del divorcio con Europa, los datos oficiales revelan la cruda realidad: el Reino Unido sufre su peor estancamiento económico en décadas, mientras la UE acelera su crecimiento. Este análisis con cifras inéditas del gobierno británico y estudios alemanes demuestra por qué el Brexit se convirtió en la advertencia económica del siglo.”
La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, materializada en enero de 2020 tras años de negociaciones, ha reconfigurado no solo su relación con el bloque continental, sino también su propia economía y posición geopolítica. A más de cinco años de su implementación, los efectos del Brexit pueden evaluarse con mayor claridad gracias a los datos oficiales publicados por el gobierno británico, así como a los análisis realizados por instituciones alemanas y europeas. Mi análisis se centra en dos dimensiones clave: el impacto económico, con énfasis en el crecimiento, el comercio y la inversión, y el impacto político, examinando las relaciones con la UE y el reposicionamiento global del Reino Unido.
En el ámbito económico, las cifras son contundentes. Según la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido (ONS), el crecimiento del PIB británico en 2023 fue de apenas el 1.4%, una cifra significativamente inferior al 2.5% registrado en la eurozona en el mismo período y al 1.8% de Alemania. Es el único país del G7 que no ha recuperado su nivel económico prepandemia, con un comercio exterior que se desplomó 14% y una City de Londres que sangra empleos hacia Frankfurt. Este bajo desempeño no es casual, sino el resultado acumulado de varios factores directamente vinculados al Brexit. Uno de los más importantes ha sido la reducción del comercio con la UE, que si bien no enfrenta aranceles gracias al Acuerdo de Comercio y Cooperación (TCA), sí se ha visto afectado por barreras no arancelarias, como controles aduaneros y requisitos técnicos. Los datos del ONS muestran que las exportaciones británicas a la UE cayeron un 14% entre 2019 y 2021, y aunque hubo una ligera recuperación en 2023, los niveles previos al Brexit aún no se han alcanzado. Las importaciones desde el bloque europeo también han disminuido, generando problemas en sectores clave como el automotriz y el alimentario, que dependen de cadenas de suministro ágiles y eficientes.
El impacto en la inversión extranjera directa (IED) es otro indicador preocupante. Según el Departamento de Negocios y Comercio del Reino Unido, la IED se redujo en un 31% entre 2016 y 2022, un descenso marcado en comparación con el crecimiento experimentado por países como Francia y Alemania en el mismo período. La incertidumbre regulatoria y la salida del mercado único han hecho que muchos inversores reconsideren su presencia en el Reino Unido, optando por reubicar operaciones en países de la UE. Además, la terminación de la libre circulación de trabajadores ha generado escasez de mano de obra en sectores críticos como la salud, la agricultura y la hostelería. El Office for Budget Responsibility (OBR) estima que la fuerza laboral británica es actualmente 330,000 personas menor de lo que hubiera sido sin el Brexit, un déficit que ha obligado al gobierno a implementar visas temporales para paliar la falta de trabajadores en ciertas industrias.
Desde el punto de vista político, el Brexit ha redefinido la relación del Reino Unido con la UE, pasando de la cooperación estrecha a una dinámica más compleja, donde la competencia regulatoria y comercial gana terreno. El Acuerdo de Comercio y Cooperación evitó una ruptura abrupta, pero no ha impedido la aparición de tensiones, especialmente en torno al Protocolo de Irlanda del Norte, que estableció controles aduaneros entre esta región y el resto del Reino Unido para evitar una frontera dura con la República de Irlanda. Este esquema generó malestar entre los unionistas norirlandeses y llevó a sucesivas renegociaciones, culminando en el Acuerdo de Windsor de 2023, que suavizó algunos de los controles, pero mantuvo la esencia del protocolo. Además, el Reino Unido ha perdido acceso a programas europeos clave como Horizon Europe (investigación científica) y Erasmus+ (intercambio estudiantil), aunque en 2023 logró reintegrarse parcialmente al primero tras meses de negociaciones.
La visión desde Bruselas es clara: el Reino Unido se ha convertido en un competidor regulatorio, lo que dificulta la cooperación en áreas sensibles como los servicios financieros y la defensa. Alemania, como principal economía de la UE, ha adoptado una postura pragmática pero crítica. Según el Instituto Ifo de Múnich, las exportaciones alemanas al Reino Unido cayeron un 8% desde el Brexit, afectando especialmente a sectores como el automotriz y el farmacéutico. Empresas alemanas como BMW y Siemens han reducido sus inversiones en el Reino Unido, trasladando parte de sus operaciones a países de la UE para mantener el acceso al mercado único. El Bundesbank, por su parte, estima que el Brexit ha costado al Reino Unido alrededor del 4% de su PIB potencial, una cifra que refleja los costos económicos a largo plazo de esta decisión.
En el escenario global, el Brexit ha debilitado la influencia del Reino Unido. Londres, que durante décadas fue el centro financiero más importante de Europa, ha visto cómo más de 7,500 empleos y 1.3 billones de euros en activos bancarios se trasladaron a ciudades como Frankfurt, París y Ámsterdam, según datos de la consultora EY. A nivel geopolítico, el Reino Unido ha buscado compensar su salida de la UE acercándose a Estados Unidos y a economías asiáticas, como lo demuestra su adhesión al Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP). Sin embargo, estos movimientos no han logrado remplazar el peso que tenía como miembro de la UE, y su capacidad para influir en la agenda global ha disminuido notablemente.
En conclusión, el Brexit ha sido un experimento costoso para el Reino Unido, con consecuencias económicas y políticas que seguirán desarrollándose en los próximos años. Los datos oficiales muestran un crecimiento más lento, una reducción significativa del comercio y una pérdida de inversión extranjera, mientras que, en el ámbito político, el país ha visto disminuir su influencia en Europa y en el mundo. La UE, por su parte, ha mantenido su cohesión e incluso ha acelerado procesos de integración entre sus miembros restantes, aunque también enfrenta desafíos derivados de la nueva relación con su antiguo aliado. Alemania, como líder económico del bloque, sigue viendo al Reino Unido como un socio importante pero menos confiable, una dinámica que probablemente se mantendrá en el futuro inmediato. A largo plazo, el Brexit será recordado como un punto de inflexión en la historia europea, cuyos efectos completos aún están por verse.
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