Hablar de estos temas puede llegar a caer en las teorías de la conspiración para algunos o algunas. Pero sin ninguna duda, el divorcio de la ética y la política -entendida esta última como el arte de la administración social, que no necesariamente pública-, sin que esto sea un discurso confesional religioso, si es un problema en Occidente. El perder los valores y los escrúpulos en las narrativas sociales ha hecho mucho daño. Los discursos de manipulación a través de los grandes medios masivos nacientes en el siglo pasado como la radio y la televisión, pero poco o nada nos remitimos a fenómenos más recientes. Un ejemplo perfecto de ese tipo de manipulación social nefasta es el famoso “Blue Monday”, narrativa perversa que trivializa la depresión -que gracias a otro fenómeno de abuso y totalitarismo discursivo que fue el discurso oficial globalista de la pandemia de Covid-19 entre 2019 y 2021-. Pseudociencia, mercantilización de discursos hegemónicos disfrazados de “rigor científico”, pero sobre todo, un daño y manipulación colectiva con consecuencias tal vez irreversibles desde hace 20 años. Radiografía del contexto del origen de una mentira.
IN MEMORIAM
Esta columna del día de hoy está dedicada a la memoria del abogado y constitucionalista Juan Carlos Henao, quien fuera rector de la Universidad Externado de Colombia durante el período 2012 a 2021. Total apoyo y solidaridad a la comunidad universitaria externadista en su luto institucional.
“La estadística es la herramienta del que renuncia a comprender para poder manipular”.
“La humanidad cree remediar sus errores reiterándolos
“Siendo imposible comunicar la verdad, contentémonos con intranquilizar el error”
“El hombre habla de la relatividad de la verdad, porque llama verdades sus innúmeros errores”
“La verdad es la dicha de la inteligencia”
“Aún cuando toda verdad sea estrictamente indemostrable no es imposible contaminar con ella a algún incauto”
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano. Cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)
ANTECEDENTES AL ORIGEN DE UNA MENTIRA
Hay que aclarar, que muchas tradiciones sanas que se han incorporado a las celebraciones populares han surgido de experimentos comerciales para posicionar ideas y conceptos. Eso, como se diría en buen bogotano “es más viejo que la panela”. Un ejemplo de ello son respectivamente la tradición de las doce uvas de fin de año, que surge en España a mediados del siglo XIX debido a un superávit productivo de uvas en los viñedos que sobrepasaba la demanda común de consumo tanto como frutas como para la producción de vinos y bebidas alcohólicas. Los dirigentes gremiales agrarios decidieron idear una estrategia para vender dicho exceso de producto, creando una necesidad artificial de una superstición que hiciera consumir de forma extraordinaria. Comer doce uvas por persona antes de la medianoche, pidiendo deseos, afianzando los propósitos clásicos de Año Nuevo. ¿Resultado? Más de ciento veinte años con una tradición, que puede uno seguir o no, pero que es divertida, mueve la economía y no le hace daño a nadie.
También existen tradiciones un poquito más peligrosas que se han tenido que reinventar o levemente desaparecer como por ejemplo los muñecos de “Año Viejo” o “monigotes” como se les dice en Ecuador, que se quemaban todos los 31 de diciembre, con grandes dimensiones, rellenos de pólvora y materiales inflamables en grandes proporciones. Hoy día, dada la mala imagen del uso de la pólvora socialmente, incluso más allá de su evidente peligrosidad en especial para los menores de edad, sino por la afectación a los perros que cada vez hacen mayor parte de la población de los hogares. Por eso, hoy en día, se escucha menos pólvora, y los muñecos de “Año Viejo” se venden en las calles en presentaciones más pequeñas, tamaño peluche promedio, con una latita para proceder a la quema respectiva de una manera más controlada y simbólica.
Como vemos, el ser humano tiende a ser muy susceptible de manipulación frente a lo que desconoce. No hemos cambiado, nuestro desarrollo cerebral es básicamente el mismo que el de nuestros antepasados de inicios del Paleolítico, y por esa razón, las grandes corporaciones, que son poderes paralelos y superiores en muchas ocasiones a los Estados-Nación, y son dueñas y enemigas de los organismos multilaterales de esos Estados-Nación.
La mercantilización excesiva de necesidades creadas a partir de audiencias y públicos para modificar el gusto musical, tendencias y actividades sociales enmarcando nichos sociales por edad y momentos vivenciales puede llegar a tener su culmen a principios de la década del año 2000 -recuerden este dato, que es relevante-. Tuvimos una revolución de la televisión por suscripción y los canales internacionales que aceleraron la globalización cultural en Occidente, y fueron una ventana al mundo en muchos ámbitos. Entre esto, se encontraban los canales de televisión dedicados a la divulgación científica, tipo los asociados a Discovery Networks (Animal Planet, Discovery Channel, Discovery Kids, etc.) y la National Geographic con sus diferentes frecuencias temáticas, incluso específicas para temáticas y el público infantil. En esta década, las corporaciones dueñas de dichas organizaciones, toman la decisión de cambiar la narrativa de ser “canales culturales”, con programación netamente académica, a homologar lenguaje y contenidos con la televisión comercial. De allí nacen las series sensacionalistas, la incorporación de los realities shows, programas de entretenimiento e incluso la inclusión de temáticas que no eran ni aceptadas ni mucho menos validadas por las comunidades científicas: los fenómenos paranormales (OVNIS, fantasmas, rituales, etc.) y la discusión de fenómenos vinculados a la religión.
Fueron con el paso de los años, acercándose a generar mayores contenidos y frecuencias alrededor del sensacionalismo que trivializa las problemáticas sociales y la salud mental (Discovery Investigation), incluye la gastronomía dentro de las preocupaciones científicas (Food Channel, Home And Healt, etc.) e incluso valida socialmente las teorías de conspiración, la pseudociencia y las noticias falsas a base de repetición (programas como Alienígenas Ancestrales en History Channel es el más claro ejemplo).
Las corporaciones hicieron lo suyo, hicieron el daño. Pero la legitimación social de los contenidos de la televisión y prensa de divulgación científica (Revista National Geographic, Muy Interesante, Mecánica Popular, Life e incluso Nature) continuaba por parte de padres de familia, educadores y los intelectuales que eran vistos como una isla misteriosa rechazada por la gente “normal”.
En ese orden de ideas, estaba el caldo de cultivo perfecto para mentiras misóginas como que el cerebro de la mujer era menos dotado para las ciencias exactas y la geografía que fueron usadas para discriminar a las mujeres en el sistema educativo en las aulas entre 2005 a 2006, desdibujando un estudio realizado en Harvard que después sería revisado; y para la creación del adefesio del Blue Monday por parte de una persona que traicionando la ética profesional de la psicología -ciencia médica y ciencia social-, le da un barniz de “intelectualidad” a una maligna pauta de comportamiento que hasta 2020 y los años siguientes demostraría los resultados de su nefasto antecedente.
LA VERDAD SIEMPRE TIENE POCOS PARTIDARIOS
Cliff Arnalla, el psicólogo que utiliza la matemática y factores sin pruebas científicas para “demostrar” que el día más “triste” del año es el tercer lunes de cada enero. Ahora, quiere remediar el mal que ha causado promoviendo la verdad. Ejemplo de la falta de ética profesional científica. Foto: Cortesía: La Vanguardia, Barcelona.
Se puede morir la República. Puede caerse el mundo entero encima. No me importa. No le creo a casi ninguna de las facultades de Comunicación Social- Periodismo y el sinnúmero de nombres inventados que tienen en este país. Excepto a tres facultades: Sabana, Externado, Javeriana y Politécnico Grancolombiano, las demás, que hagan fila.
¿Por qué no les creo? Porque estoy convencido que muchas personas que provienen de otras formaciones profesionales, o que incluso no las tienen, han desarrollado mejores resultados como comunicadores. En el pasado y en el presente de la realidad colombiana hay muchos ejemplos.
Pero lo más relativo a este proceso, es precisamente porque muchas mentiras, narrativas y discursos hegemónicos son repetidos de manera irresponsable por parte de las supuestas “voces y caras confiables” de los medios masivos de comunicación, que son dirigidos por profesionales de la lectura, repetición y argumentación sin fondo mecánica e industrializada. Las facultades colombianas de comunicación sacan a las calles personas en cuatro a cinco años sin saber leer, escribir, argumentar, manejar el idioma propio, menos otro extraño y por si fuera poco, usando el activismo político, el físico o tocando la emocionalidad.
¿Resultado? Una masificación de las mentiras, que hace que cualquier muestra pública de pensamiento crítico sea mal vista y censurada socialmente. Y así, nos convencen de todo, de lo que ellos quieran. Pasó en 2005 con el “Blue Monday”, pasó en 2020 con la pandemia…¿Qué más sigue?
Fórmula matemática que supuestamente demuestra el “Blue Monday”. Foto: La Vanguardia, Barcelona.
Para citar lo que ya se sabe, acudiremos a la prensa internacional. La reseña que realiza la periodista Carlota Bisbe para La Vanguardia de Barcelona apunta lo siguiente:
“Seguro que ya lo has escuchado más de una vez durante esta mañana en medios, redes o incluso conocidos: hoy, el tercer lunes de enero, es el Blue Monday, el supuesto día más triste del año llamado así porque el color azul en inglés se asocia con la tristeza.
Sin embargo, lo que muchos no saben es que «el día más triste del año» no es más que un bulo nacido de una campaña de marketing que aprovechó estudios de “pseudociencia” para poder promocionar sus productos en enero.
La creación. El bulo comenzó en 2005, cuando la agencia de viajes Sky Travel buscó la ayuda de la agencia de comunicación Porter Novel para promocionar sus paquetes de vacaciones de invierno. La estrategia publicitaria resultante fue inusual: anunciaron que un grupo de investigadores del Centre for Lifelong Learning, asociado a la Universidad de Cardiff, había determinado «el día más triste del año» utilizando una «fórmula matemática».
Fórmula. Para ello, el psicólogo creador de la fórmula, Cliff Arnall, utilizó diferentes factores: las condiciones metereológicas (W), el nivel de deuda y crisis económica (D y d), el tiempo que ha pasado desde Navidad (T), el tiempo desde que uno se propone metas en forma de propósitos de Año Nuevo (Q), los niveles de baja motivación (M) y la a necesidad de muchos de querer hacer muchas cosas y no poder (Na).
Sin base científica. Una supuesta fórmula matemática sin equivalencias ni unidades, por lo que no tiene ninguna base científica. Aún así, muchos otros pseudocientíficos han querido profundizar en el tema aumentando el bulo hasta convertirse en todo un fenómeno en redes sociales.
Contra el Blue Monday. Tras la viralización del supuesto estudio, la propia Universidad de Cardiff se desmarcó de las afirmaciones del «estudio», asegurando que el profesor Arnall hacía tiempo que no colaboraba con ellos. Pero no solo eso, incluso el propio creador del «Blue Monday» ahora hace campaña en su contra a través de redes sociales para combatirlo.
Fenómeno publicitario. A pesar de las múltiples campañas para combatir el “Blue Monday” tanto de su creador como la universidad mencionada en el estudio, “El día más triste del año” se ha convertido en todo un fenómeno publicitario al que las marcas se suman cada año el tercer lunes de enero”.
Sin duda de lo más grave de todo esto, es la trivialización de la salud mental en la sociedad -incluso la ridiculización de la misma-, que ha generado un efecto regresivo en la comprensión de la importancia para la salud pública del cuidado de la depresión como base e inicio de deficiencias y trastornos de conducta que pueden ser la base para afecciones mentales, conductas adictivas o reacciones de violencias sociales y familiares derivadas de las mismas. Al existir “escudos sociales” o “excusas”, se ponen en el mismo paquete aspectos triviales frente a narrativas que promueven la discriminación negativa.
Un análisis de la revista National Geographic vislumbra los puntos verídicos de la particular alteración emocional de principio de año que dieron validez empírica a la falsa teoría del Blue Monday:
“PUEDE QUE ESTÉS TRISTE, PERO NO POR EL BLUE MONDAY
Una de las razones por las que la teoría de Cliff Arnall, dentro de la publicidad de Sky Travel, tuvo tanta repercusión es que parecía coincidir en gran medida con la realidad de la audiencia.
Lo cierto es que existen circunstancias dadas en enero que pueden provocar tristeza o desánimo, y que, al contrario que el Blue Monday, sí cuentan con un respaldo científico:
- Durante la Navidad, muchos de los productos que consumimos, como el chocolate o los turrones, contienen azúcar, un alimento que hace a nuestro cerebro segregar dopamina. Este neurotransmisor está involucrado en muchas funciones cerebrales relacionadas con los sistemas de recompensa y la adicción. Así, tal y como demuestran algunos estudios, cuando dejamos de ingerir azúcar de forma drástica, y con más énfasis después de un período en el que la hemos consumido de forma excesiva, pueden aparecer algunos síntomas como dolor de cabeza, cansancio o cambios de humor, entre otros.
- Otro de los factores que puede provocar cierto malestar tras la primera semana de enero es la vuelta al trabajo, para el caso de aquellos que han tenido vacaciones durante el período navideño. La inmersión en la rutina después de unas semanas de descanso, tal y como demostró un informe de 2022, puede hacer aumentar los niveles de estrés, una emoción que va asociada a irritarse más fácilmente o sentirse abrumado. Además, readaptarse a los horarios de trabajo puede ocasionar problemas de sueño que, de acuerdo con este estudio, pueden a su vez pueden desencadenar una debilitación del sistema inmunitario.
- Por último, no olvidar que, tal y como apuntaba Cliff Arnall en su realista pero poco sólida teoría, el factor climático sí es fundamental para determinar nuestro estado de ánimo. Se conoce como Trastorno Afectivo Estacional (TAE) al conjunto de síntomas -entre ellos, la sensación crónica de tristeza y cansancio- que algunas personas sienten durante el otoño y el invierno, cuando los días se acortan, las temperaturas descienden y la luz es cada vez más escasa. Así, aunque se considera al TAE un tipo de depresión ligada a las estaciones, la tristeza supuestamente experimentada por toda la población durante este 15 de enero podría ser solo síntoma de algo que, en línea con las connotaciones de este color en la lengua inglesa, se conoce popularmente como «winter blues».
A MANERA DE EPILOGO
La responsabilidad de los medios de comunicación -y esto incluye a los alternativos, comunitarios, independientes y contrahegemónicos- debe ser la responsabilidad frente a las narrativas y contenidos que se divulgan, sobre todo por el impacto directo de la información divulgada en la salud física y mental del público en general. En 2005, las redes sociales apenas estaban haciendo arribo a su creciente y dominante papel informativo, y en ese entonces, los medios masivos, que suelen utilizar estudios científicos como “contenido light” para rellenar falta de puntos en la programación de los morning and nigths shows -cada vez más pasados de moda, y eso incluye a las múltiples copias de La Luciérnaga y El Zoológico abundantes en la radio abierta y la poco creativa radio digital de nuestro país-.
Pero dicha responsabilidad debe ser compartida entre públicos y comunicadores. De los públicos, de no tragar entero, de prevenir la infoxicación, es decir, el exceso de presunta información sobre determinados temas previamente dirigidos intencionalmente desde los intereses corporativos -y también de otros ámbitos de poder cultural, político o empresarial, sobre todo en nuestros países en vía de desarrollo-. Y la única manera de no caer en manos de personas, informaciones ni ambientes destructivos, es tener un propósito de vida, un proyecto de vida, algo que no permita perder el tiempo.
Mentes ocupadas, informaciones pertinentes, son puertas cerradas para los beneficiarios de la ignorancia.
Todos los días son buenos o malos de acuerdo a nuestra actitud.
Y como diría la DJ Dahianna Rodríguez de La X 103.9 FM: “Si existen personas que disfrutan la miseria humana, la tristeza y la depresión, muy mal, pero dejarlos”.
Afortunadamente, los lectores de esa columna, no hacen parte de ese gremio.
FUENTES
- “El ‘Blue Monday’ no es el día más triste del año, la verdad detrás de la absurda fórmula que banaliza la depresión”. La Vanguardia, Barcelona, España. 15 de enero de 2024. Enlace virtual: https://www.lavanguardia.com/cribeo/estilo-de-vida/20240115/9497673/blue-monday-dia-mas-triste-ano-bulo-absurda-ecuacion-banaliza-depresion-mmn.html
- “Blue Monday 2024: el verdadero origen del «día más triste del año». Revista National Geographic en español. 15 de enero de 2024. Enlace virtual: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/blue-monday-2024-verdadero-origen-dia-mas-triste-del-ano_21380
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