El amor real triunfa en los países más libres y prósperos

Concluido el día de los festejos de San Valentín, aún queda un debate en el aire. Hay quienes sostienen que los matrimonios eran más sólidos en la época de nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y aún más allá, y aquellos que sostienen que los matrimonios son más auténticos ahora que en el pasado.

Las estadísticas dicen que las tasas de divorcio han aumentado en las últimas décadas. ¿Pero acaso eso quiere decir necesariamente que las cosas relacionadas con el amor andan peor? Por ejemplo, en las Filipinas y en el Vaticano no veremos divorcios simplemente porque no se permiten. Eso no indica que la gente no se divorciaría de poder hacerlo.

Verbigracia, en India el número de divorcios suele ser bajísimo (menos de 0,15 al año por cada 1.000 habitantes), lo que nos podría llevar a la falsa conclusión de que los matrimonios entre quienes practican el credo hinduista son felices. Sin embargo, India es uno de los países con mayor índice de suicidios de mujeres jóvenes (Fuente AQUÍ). Gran parte de los matrimonios son arreglados sin el consentimiento de la mujer que, además, está obligada a aportar una dote a este, que de no cumplirse, puede culminar en severos castigos. Si bien la dote se prohibió en 1961, la tradición continúa en forma ilegal. Allí, el matrimonio por amor no es la regla, sino la excepción.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que en algunos países la ley de divorcio es relativamente reciente, como en Italia (1970), en España (1981), en Argentina (1987) y en Chile (2004). Esto nos permite ver los divorcios que sucedieron a partir de la vigencia de la ley –cuando muchas parejas que ya estaban separadas simplemente sinceraron su situación–, pero no nos permite ver qué hubiera ocurrido antes, de haber existido esta opción. Es obvio que un país que viene de la prohibición del divorcio va a mostrar un “aumento” en los divorcios una vez que la ley es aprobada.

Excepto por los primeros lugares en el ranking, las tasas de divorcio más altas se presentan en el continente europeo, en países con relativa o alta libertad económica como Bélgica, Dinamarca, Letonia, Lituania y Moldavia (Enlace AQUÍ).

Es cierto que, comparativamente, los países con mayor libertad económica (medidos por su libertad para invertir, comerciar, contratar y preservar los derechos de propiedad, entre otros) presentan tasas más altas de divorcio que los países menos libres. Pero esto no es casualidad. Estos países también figuran dentro de los países con mayor PIB (Producto Interno Bruto) per cápita y mayor IDH (índice de Desarrollo Humano) que mide la esperanza de vida al nacer, la educación y la riqueza (Fuente AQUÍ).

Esto nos indica que, si bien un divorcio no es casi nunca un motivo de celebración, algunas de las razones que lo han vuelto popular en los países más libres y ricos sí merecen levantar una copa de champagne.

Una de ellas es el impresionante aumento de la expectativa de vida. Por ejemplo, la esperanza de vida en los países mencionados anteriormente es de alrededor de 77 años promedio. Para tener una referencia, a principios del siglo XIX era de 35 años, y al inicio del siglo XX era de 60 años. Este aumento de años en la vida de una persona ha convertido el “para siempre” más en una expresión de deseo que en un pronóstico exacto. Los intereses, deseos y metas de los individuos que viven casi 80 años en un mundo que ofrece múltiples oportunidades, tienen más chances de mutar que los de aquellos que solo vivían 40 o 50 años en un mundo más limitado. Hoy estamos rodeados de cincuentones saludables, llenos de energía, sueños y motivaciones, y menos dispuestos que nuestros antepasados a permanecer en un matrimonio que no los hace feliz.

El acceso de la mujer a la educación y al trabajo ha sido otro factor para celebrar. En estos países las mujeres son cada vez más independientes económica y mentalmente, lo que hace que necesiten menos de un varón para sobrevivir. La “seguridad” que anteriormente les proporcionaba un marido, ahora la pueden obtener por ellas mismas. Este factor ha influido también en sus relaciones de pareja. Actualmente, se casan más por amor que por respaldo financiero, pero también se divorcian cuando este amor se acaba.

La era de la razón también ha terminado con la obediencia ciega a tradiciones y doctrinas religiosas que imponían el matrimonio como sagrado e indisoluble. La búsqueda de la felicidad se ha convertido en una meta a lograrse en esta vida, en esta Tierra. Y si el matrimonio –que representa una parte importante de la vida– resulta más tortura que felicidad, se considera mejor dejarlo de lado que condenarse para siempre.

En estos países, las posibilidades de crear riqueza, de ser independiente, el respeto por la libertad y los sueños propios, los años agregados a la vida y la fuerte convicción de poder encontrar la felicidad, ha llevado a más gente a ver el divorcio como una opción hacia un futuro mejor y no solo como un fracaso. Cada vez son menos los matrimonios por mandato, miedo o dependencia, y cada vez son más los matrimonios por amor.

¿Cuál es la excepción a la regla entre estos países? Cuba.

Cuba está en el octavo puesto de países con más divorcios, siendo el número uno del continente americano con un promedio al año de 2,9 por cada 1.000 habitantes.

¿Cómo en un país que presenta los niveles de pobreza de Cuba, la gente se anima a divorciarse con lo que supuestamente eso implica: solventar dos techos en vez de uno? Según algunos estudios, la causa de los divorcios en Cuba se debe a que a las parejas no les alcanza el dinero ni siquiera para comprar un techo, obligándolas a compartir la vivienda con los padres de alguna de las partes. En ocasiones comparten una misma vivienda tres o cuatro generaciones al mismo tiempo. La falta de intimidad que esto genera por un lado, más el hecho que ni siquiera tienen un techo propio que perder, resultan en un cóctel perfecto para el divorcio. También influye que muchos no se casan por amor, sino que buscan un extranjero para mejorar su posición en la vida.

Está claro que las causas y motivaciones detrás de los divorcios en los países más libres y prósperos son muy distintas a las de países como Cuba. Esto no significa que en los primeros el amor y los divorcios sean color rosa. Lo que sí significa es que la libertad y prosperidad siempre otorgan más chances al amor romántico y a las parejas que sueñan en fundar su matrimonio en él.

María Marty

Escritora, ensayista y guionista argentina, Licenciada en Comunicación Social de la Universidad del Salvador y egresada del Academic Center del Ayn Rand Institute. Columnista en diferentes medios y programas de radio.

Fundadora y CEO del Ayn Rand Center Latin America: organización independiente que tiene como misión fomentar una mayor conciencia, comprensión y aceptación de la filosofía objetivista en América Latina.

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