He despertado, si! abrí mis ojos y sentí las mismas mariposas amarillas que Mauricio Babilonia sintió por cien años…
Ansiosa de un día nuevo, lleno de aventura prometida, me dispuse a acelerar el tiempo para tenerte a mi lado…
Te vi… y tu sonrisa fue mi mejor desayuno, iniciamos un viaje corto por la calzada y sin estar juntos, lo estuvimos solo con mirarnos…
Al llegar a nuestro primer destino, emprendimos un camino lleno de risas y alegría, pequeñas libélulas y cascadas de flores color naranja, fueron protagonistas de los primeros retratos…
Entramos en un pequeño bosque y con la magia que envuelve la naturaleza nos perdimos por un momento en un camino de árboles y hojas mojadas, que nos llevaron a ver el paraíso en tan solo un abrir y cerrar de ojos: Los campos de té! un hermoso espectáculo de hojas agrupadas en ramilletes de fantasía, que nos llevaron a un ensueño de delirio… cada hoja, cada camino, cada árbol, todo era mágico… cada pensamiento, cada mirada, cada palabra, todo fue numen para mi oda… cada mariposa que revoloteaba entre nosotros, fue la infusión más dulce… fue algo así como una pócima de té, con un sabor que solo tú y yo probamos… el sabor del amor, en los campos de té.