El aire enfermo de Medellín: El caso del Barrio Santa Teresita

un estudio realizado este año por Ecosar Consultoría Sostenible se enfocó en un aspecto igualmente crítico: el costo económico del problema. Los resultados revelan el verdadero impacto que la contaminación genera en el bolsillo de los afectados, y la cifra es impactante: el costo anual total que la comunidad asume por esta problemática ambiental se estima en cerca de 7.000 millones de pesos.


La lucha contra la contaminación del aire es una realidad en innumerables ciudades del mundo. Sin embargo, para los residentes de las unidades residenciales Laureles Campestre, Plaza y Río Campestre, en el barrio Santa Teresita de la comuna 12 de Medellín, respirar no solo se ha vuelto una tarea pesada, sino una carga que han soportado durante más de seis años.

Esta comunidad ha acudido a todas las instancias posibles en busca de una solución que aún no llega. Han presentado sus quejas ante el Distrito de Medellín, Corantioquia y el Área Metropolitana. Su lucha los ha llevado a impulsar comisiones accidentales y debates en el concejo de Medellín e incluso a instaurar una acción popular que aún está en curso. A pesar de todo, el enemigo invisible persiste.

Este caso plantea una pregunta que va más allá de un problema local: ¿Quiénes son los causantes de este problema ambiental?

La sospecha inicial sobre las emisiones recayó, de forma lógica, en las ladrilleras y asfaltadoras cercanas. A una distancia de entre 500 metros y dos kilómetros de la zona, operan aproximadamente cuatro o cinco de estas empresas, algunas con más de 20 años de historia en el sector. Sus procesos productivos, que emplean combustibles como carbón y ACPM, las convirtieron en las candidatas perfectas para explicar las emisiones que afectan a los barrios vecinos.

Sin embargo, y a pesar de las constantes quejas e investigaciones por parte de la autoridad ambiental (Corantioquia), los estudios isocinéticos, diseñados para medir las emisiones en cada fuente fija, arrojaron un resultado inesperado: las empresas cumplen con los límites permitidos por la normativa ambiental vigente, la Resolución 909 del 2008. Para la comunidad, este resultado es fuente de profunda frustración.

A pesar de que en las visitas realizadas por Corantioquia a las ladrilleras, obligadas por la acción popular interpuesta por la comunidad, han encontrado algunas “prácticas inadecuadas de operación”, no existe una evidencia técnica concluyente que permita determinar a los responsables. La situación se enfrenta, entonces a una paradoja sobre el verdadero origen de las emisiones.

Mientras el debate sobre los responsables continúa, un estudio realizado este año por Ecosar Consultoría Sostenible se enfocó en un aspecto igualmente crítico: el costo económico del problema. Los resultados revelan el verdadero impacto que la contaminación genera en el bolsillo de los afectados, y la cifra es impactante: el costo anual total que la comunidad asume por esta problemática ambiental se estima en cerca de 7.000 millones de pesos.

Para traducir este número a una realidad tangible, el estudio muestra que el valor equivale a un gasto de 5 millones de pesos anuales por cada apartamento. Este dinero, que proviene de los presupuestos familiares, se destina a lo que el estudio denomina “costos de tratamientos médicos” y “costos de mitigación”. Así, un problema ambiental que parecer ser abstracto se convierte en una carga financiera directa y significativa, revelando el verdadero costo de la inacción.

La situación en esta zona del occidente de Medellín es algo complejo: un problema de salud pública real, el desconocimiento de sus causantes y un costo económico enorme que recae directamente sobre los ciudadanos. Mientras las familias pueden calcular hasta el último peso el costo que la contaminación impone en sus vidas, la justicia ambiental aún no puede determinar con certeza el responsable de estas externalidades.

El caso ha escalado hasta convertirse en un asunto de interés público, tal como lo evidencia el debate realizado el 22 de octubre de 2025 en el Concejo de Medellín. Ya no se trata solo de la queja de una comunidad, sino de una discusión sobre la efectividad de las normativas ambientales y el control ejercido por las autoridades ambientales en el Valle de Aburrá.

La pregunta para los residentes del occidente de Medellín sigue en el aire: ¿hacia dónde debe mirar una comunidad para encontrar la verdadera causa de su aire mortal y recuperar su derecho a respirar?

Sergio Rúa Alvarez

Ingeniero químico, especialista en temas ambientales y en formulación de proyectos.

Actualmente consultor en temas de sostenibilidad y gestión de proyectos, además de docente. Con más de seis años de experiencia trabajando asuntos ambientales tanto en entidades públicas como privadas.

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