El presidente Petro viene concibiendo el Acuerdo Nacional como el principal leitmotiv de su gobierno; sin embargo, lo que se plantea como el punto de encuentro entre el conjunto de fuerzas vivas de la Nación -muy al estilo del clásico “Acuerdo sobre lo fundamental” de Gómez Hurtado- se puede convertir, con la sucesión de acontecimientos y la cuestionable opacidad de algunos poderes fácticos, en una mera consigna para rematar discursos en plaza pública o para tomarse la fotografía.
Por el momento, no es claro hacia dónde va el Acuerdo Nacional porque todo lo contiene y también todo lo resiste.
Su semilla se incubó desde antes de la posesión, cuando Petro, aún como presidente electo, aglutinó a varios sectores de la política tradicional en una robusta coalición. Pero aquellos sectores tradiciones no apreciaron el Acuerdo Nacional desde una perspectiva filosófica o si se quiere teórica, para nada, solo lo vieron como un vehículo discursivo para montarse (temporalmente) a una coalición de gobierno y así seguir conservado poder burocrático. Ni más, ni menos.
Por eso, esta primera expresión del Acuerdo Nacional entró en cuidados intensivos cuando Petro decretó el fin de la coalición vía X, aunque se ha mantenido, en sus justas proporciones y con algo de dramatismo, con el respaldo a proyectos claves de la agenda reformista.
Otra expresión del Acuerdo Nacional se encuentra en la relación del presidente con el gran sector empresarial, cuyas bases se fijaron en el encuentro que sostuvo recientemente en Cartagena con 12 de los empresarios más “grandes” del país. De ese encuentro salió una fotografía con Sarmiento Angulo que algunos consideraban impensable y un compromiso -todavía sin una hoja de ruta específica- para trabajar temas como la educación, la productividad, el desarrollo de la tierra, la economía popular y la inclusión territorial.
Tan solo en algunos meses podremos tener claridad sobre el rol que jugarán los “cacaos” más poderosos del país en esta expresión del Acuerdo Nacional. ¿O también se decretará su consumación vía X?
Y finalmente, la expresión más reiterativa del Acuerdo Nacional se encuentra en la búsqueda de la paz, ya sea que el Acuerdo Nacional se asuma como el articulador de intenciones entre los grupos armados con pista en la Paz Total, o como la promesa de encuentro entre las fuerzas vivas de la Nación de cara a un eventual escenario de implementación, siendo este último escenario uno de los pilares en los cuales descansa la legitimidad del proceso de diálogo que se viene adelantando con el ELN.
Para que el Acuerdo Nacional sea una realidad debe salirse de la retórica y volverse una cuestión práctica, o si no, corre el riego de convertirse en un eslogan vacío, tal como lo fue la siempre incomprendida “economía naranja” durante el gobierno de Iván Duque.
*En la Plataforma de seguimiento al proceso de diálogo entre el gobierno y el ELN -Isegoría- se puede encontrar una amplia serie de análisis, columnas, boletines, documentos académicos, y reportajes periodísticos relacionados con este proceso. Toda esta información se puede consultar en el sitio https://isegoria.udea.edu.co/
Todas las columnas del autor en este enlace: Fredy A. Chaverra Colorado
Comentar