El acoso callejero en territorio sucreño

Es necesario en el Departamento de Sucre adoptar medidas preventivas en contra de las conductas patriarcales que se vivencian bajo sus propias particularidades en el territorio, lo cual ayudaría a interrumpir en gran manera la lógica que existe detrás de la violencia de género.


El acoso sexual callejero es frecuente y tiende a pasar desapercibido como un atentado en contra de la integridad de las mujeres, materializado a través de conductas de tipo sexual como silbidos, tocamientos, exhibicionismo, masturbación pública, contenido verbal sexual y demás, que generalmente padecen las mujeres en el espacio público o en el transporte público.

Es necesario en el Departamento de Sucre adoptar medidas preventivas en contra de las conductas patriarcales que se vivencian bajo sus propias particularidades en el territorio, lo cual ayudaría a interrumpir en gran manera la lógica que existe detrás de la violencia de género.

De hecho, la violencia de género en Sucre sufrió un aumento en el año 2020 en tiempos de aislamiento social obligatorio. De acuerdo con las cifras señaladas por la Secretaría de la Mujer del Departamento de Sucre, para ese año se registraron 596 casos de violencia contra la mujer dentro de los que se cuenta el abuso sexual, el acoso sexual, actos sexuales con uso de la fuerza, violencia física y psicológica.

Cualquier sucreña dentro de las que me incluyo, sabrá lo que es sentir el asedio de los hombres en la calle, los comentarios de contenido sexual y libidinoso o el zarpazo generalmente propinado por el mototaxista o cualquier conductor que se siente avalado para agarrar sorpresivamente los senos, los glúteos o la vagina de una mujer que transita por la calle, y seguramente sin la compañía de un hombre, provocando en nosotras la sensación de vergüenza y exposición pública, mientras ellos siguen su camino actuando impunemente una y otra vez.

Existe en Colombia un vacío normativo para la penalización del acoso callejero debido a la ausencia de disposiciones para su sanción y estímulo a la prevención de manera expresa, por lo que actualmente cursa un proyecto de ley en el Congreso para tipificar el acoso callejero como un delito autónomo y se evite de esa manera extensiones  interpretativas que dificultan actualmente su sanción debido a la diversidad de tipos penales en los que puede subsumirse dependiendo de las circunstancias, tal como delitos de actos sexuales abusivos y violentos, acoso sexual, injuria por vía de hecho, hostigamientos, o las vagas medidas de contravención que establece el Código de Policía.

En el departamento de Sucre, el mototaxismo en particular representa un grupo de riesgo para las mujeres, pues si bien no es la única forma en que ocurre el acoso callejero en el departamento, sí es una muestra de población importante para denotar el impacto que tiene esta práctica en el territorio, pues al final de cuentas estos representan al hombre sucreño promedio, es un nicho abundante, está conformado principalmente por hombres en su mayoría con altos niveles de pobreza y que conforman el sector del medio de transporte por excelencia que sobrevive en medio de la informalidad, aunado a un contexto en el que existe una ínfima cultura de derechos, lo cual crea un caldo de cultivo propicio para mantener prácticas patriarcales que incluso son altamente naturalizadas en la cultura costeña.

No se trata de estigmatizar a este sector de la población sucreña ni poner el foco en un tema de seguridad para las mujeres que se resuelve sola con la sanción penal, por el contrario, es necesario que desde la administración departamental en conjunto con las administraciones municipales se adopten medidas de prevención contra el acoso callejero y poner énfasis en la educación y concientización ciudadana a sabiendas que se trata de un proceso de transformación social que requiere un cambio en la forma de pensar  y de relacionarse en el mundo, y desafortunadamente Sucre continúa siendo un territorio culturalmente primitivo, y social y económicamente precario, que requiere especial atención dada la persistencia natural de conductas que sostienen la violencia machista.

Reducir la tasa de violencia contra la mujer requiere un alto grado de socialización de los derechos tendiente a la desactivación de estereotipos de género y de conductas machistas y patriarcales tanto para hombres como para mujeres, pues, no existe aún la plena conciencia, incluso en las mujeres, que el acoso callejero es una conducta inaceptable, que tienen derecho como cualquier ser humano a transitar las calles sin miedo a ser agredidas ni acosadas y que tienen el derecho a vivir una vida libre de violencias

Andrea Carolina Candamil Mendoza

Abogada y miembro del semillero de investigación Sociedad, Derechos Humanos y Paz (SODEHUPAZ) de la Universidad de Sucre.

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