George Gilder: inversor, escritor, economista y cofundador del Discovery Institute; en su libro Men & Marriage (1986), describe fenomenalmente las ventajas que posee la mujer respecto al varón en la siguiente frase:
“Un hecho supremo de la vida, es la superioridad sexual de la mujer. La mujer transforma la lujuria del hombre en amor; transforma la necesidad de aventurarse, en trabajos, hogares y familias; transforma cazadores en padres; y desvía la voluntad masculina de gozar de poder a sus anchas, en una motivación para crear y construir.”
Gilder se ha caracterizado por ser un férreo crítico de las olas del feminismo posteriores a la primera, y de las políticas de bienestar suministradas por el gobierno de los EEUU y de otras naciones en función del género, argumentando que éstas deterioran la “constitución sexual” de las funciones que los varones desempeñamos ejerciendo los roles de padres y proveedores de los hogares. Sin embargo, no es mi intención detenerme a analizar el enorme impacto que ha tenido la figura del caballero en mención en la defensa de las ideas de la libertad y del capitalismo de libre mercado, sino que busco establecer un punto de partida con base en lo que él sugiere, puesto que el feminismo cada día me confirma más que se vale de cualquier situación para sacar provecho, y utiliza a la mujer como instrumento político para continuar alimentando la agenda del marxismo cultural, en donde el individuo es reducido a su mínima expresión y es convertido en víctima e infante en aras de que el colectivo se imponga sobre su suprema soberanía.
Siendo la mujer sexual, por ende, emocionalmente superior al varón, por una cuestión netamente biológica ¿Qué necesidad existe de que se celebre, a nivel internacional, una festividad en la cual se nos recuerda a los varones esas superioridades sexual y emocional de las que goza la mujer? Ahora bien ¿Por celebrarla, se abre una puerta de esperanza para aquellas mujeres que sufren múltiples atropellos de sus derechos fundamentales todos los días, y esto a su vez las impulsa a defenderlos con ahínco? Particularmente, no creo que así sea.
El origen del 8M
¿Por qué se instauró la “Celebración del Día Internacional de la Mujer” el 8 de marzo del calendario gregoriano? Respecto a las razones históricas que dieron lugar a la conmemoración, existen al menos dos versiones.
La primera de ellas, y que al parecer suele ser la más fiel de los hechos, data del año 1908. Dicha versión me fue brevemente explicada por la abogada, columnista de varios medios internacionales, vicepresidente de la Fundación Internacional Latinoamérica Libre, analista del Círculo Acton Chile, directora del blog ChacoRealidades, y liberal clásica argentina (fallecida en mayo de 2019): María Celsa Rodríguez:
“El «Día Internacional de la Mujer» conmemora una tragedia que ocurrió en la ciudad de Nueva York, en la que aproximadamente 130 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, al quedarse encerradas por decisión del dueño cuando se declararon en huelga reclamando la reducción de la horas de trabajo y un salario igual al que percibían los hombres. Posteriormente, la fecha fue reconocida por la Internacional Socialista en el año 1910, y ratificada por la ONU en 1975.”
Conforme lo explica María Celsa y ahondando un poco más en el relato: la información que se tiene es que cerca de 130 trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York se declararon en cese temporal de actividades y se tomaron el lugar donde laboraban. Sus reivindicaciones consistían en conseguir una jornada laboral de entre ocho y diez horas, salario igual que el de los varones y una mejora de las condiciones higiénicas. Se dice que ante tal provocación, el dueño de la empresa ordenó cerrar las puertas, y con premeditación y alevosía creó un incendio leve con la intención de que las empleadas desistieran de su actitud. Al parecer las llamas se dispersaron por todo el lugar y no pudieron controlarse. El resultado fue la muerte de las huelguistas. Dos años después, en pleno auge de la II Internacional –hoy por hoy: Internacional Socialista–, se convocó en Copenhague Dinamarca a una reunión de mujeres con ideales comunistas, en la que la revolucionaria alemana Clara Zetkin propuso celebrar el 8 de marzo recordando la muerte de estas trabajadoras, y denominarlo: “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”. Más adelante, la idea del Imbecilita sexus, la cual sostenía que las mujeres eran demasiado imbéciles –algo que incluso trataba de explicarse a la luz de la ciencia–, comenzó a perder efecto. Antes se estimaba conveniente equicomparar a los niños o a los idiotas con las mujeres. Erasmo de Rotterdam, en Elogio de la locura, escribe uno que otro párrafo en el que no deja muy bien vista la figura femenina, influido quizás por esa vaga idea de inferioridad que antes se tenía de ellas.
La otra versión sostiene que el 8 de marzo de 1875, cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica textil, también de la ciudad de Nueva York, marcharon por las calles de la ciudad contra los bajos salarios que sufrían en comparación con sus pares, puesto que la mayoría cobraba menos de la mitad que los varones. Se cree que esto trajo consigo una tragedia en la que alrededor de 120 mujeres murieron como consecuencia de la brutalidad policial que se opuso a su movilización. La indignación ante tal evento permitiría que las sobrevivientes fundaran el primer sindicato femenino.
Fue así como con el transcurrir de los años, se prescindió del concepto “Trabajadora” para la conmemoración, y en 1975 la ONU resolvió que era necesario invitar a la totalidad de las mujeres y a la garantía de sus derechos. Desde aquel entonces se festeja ese día, del que ahora más que nunca el lobby feminista se beneficia para salir a marchar y frenar toda actividad en aras de abogar por la igualdad. Igualdad que no es para nada cierta, ya que es bien sabido que lo que este colectivo pretende es adquirir licencias por medio del Estado, en las que se privilegie por el simple hecho de ser mujeres.
Evidentemente, antes de que la ONU institucionalizara esta remembranza que antes se trataba como el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, su concepción y hálito de origen fue de carácter puramente sindicalista, por ende: marxista.
El 8M, una fiesta que enaltece al marxismo
¿Por qué me atrevo a decir con total certeza que la celebración del “Día Internacional de la Mujer”, es una fiesta que enaltece al marxismo? Para justificarme, recurriré a la espectacular explicación del tema por parte del perito en estudios cristianos y paleolibertario costarricense Enior Jiménez:
“La primera celebración del «Día de la Mujer», llamado «Día Nacional de la Mujer» se llevó a cabo el 28 de febrero de 1909 en Nueva York, organizada por el Partido Socialista de América, bajo el liderazgo de Theresa Malkiel, una acérrima socialista nacida en Rusia.
Inspirada en parte por los socialistas estadounidenses, la socialista y feminista alemana Luise Zietz, propuso el establecimiento de un «Día Nacional de la Mujer anual», con el apoyo de las líderes comunistas Clara Zetkin y Käte Duncke, feministas prominentes del Partido Comunista de Alemania durante la República de Weimar (1920-1933). El 19 de marzo de 1911, el «Día Internacional de la Mujer» fue celebrado por primera vez por más de un millón de personas en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. Hubo cientos de manifestaciones y huelgas alrededor de toda Europa.
Pero entonces ¿Por qué el «Día Internacional de la Mujer» se celebra el 8 de Marzo?
Bueno, porque fue el 8 de marzo de 1917, en la capital del Imperio ruso: Petrogrado, que las trabajadoras textiles comenzaron una manifestación que marcaría el comienzo de la Revolución de febrero, que junto con la Revolución de octubre, formaron el golpe de Estado que eventualmente pondría a los bolcheviques comunistas en poder del imperio Ruso en noviembre de ese mismo año. Las mujeres en San Petersburgo se declararon en huelga ese día por «pan y paz», exigiendo el fin del zarismo (la monarquía rusa).
León Trotski, uno de los más influyentes teóricos del comunismo y uno de los siete miembros originales del primer Politburó (Comité Central) fundado en 1917 para administrar la Revolución Bolchevique (de la cual Lenin y Stalin también eran parte), escribió:
«El 8 de marzo fue el ‘Día Internacional de la Mujer’ y se previeron reuniones y acciones. Pero no imaginamos que este ‘Día de la mujer’ inauguraría la revolución. Se previeron acciones revolucionarias pero sin fecha. Pero por la mañana, a pesar de las órdenes contrarias, los trabajadores textiles dejaron su trabajo en varias fábricas y enviaron delegados a pedir apoyo para la huelga, lo que llevó a una huelga masiva en donde todos salieron a las calles.»
Siete días después, el emperador de Rusia, Nicolás II abdicó (eventualmente los comunistas lo masacrarían a él junto con su esposa, cuatro hijas y un hijo pequeño) y Rusia entraría a su etapa más sangrienta, violenta y represiva en la historia bajo regímenes comunistas por más de 70 años, hasta el desmantelamiento del Muro de Berlín en 1991.
Después de la Revolución de Octubre (1917), Vladimir Lenin consagró el 8 de marzo como día festivo oficial en la Unión Soviética. La fiesta fue celebrada predominantemente en los países socialistas/comunistas y por movimientos y partidos comunistas alrededor del mundo. Por ejemplo, fue celebrado por los comunistas en China a partir de 1922, y por la líder comunista Dolores Ibárruri que dirigió una marcha de mujeres en Madrid en 1936 en vísperas de la Guerra Civil Española.
¿Pero, entonces, por qué todo el mundo lo celebra ahora, aún países históricamente «anticomunistas»?
Fue la Organización de las Naciones Unidas (ONU) quien comenzó a promover el «Día Internacional de la Mujer». La ONU declaró el año 1975 como el «Año Internacional de la Mujer» y a partir de 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a todos los Estados miembros a proclamar el 8 de marzo como el «Día de las Naciones Unidas para los Derechos de las Mujeres y la Paz Mundial».”
Es así cómo se originó y se desarrolló el 8M como el “Día Internacional de la Mujer”: una fiesta que enaltece al marxismo. Todo bajo un velo de “falso altruismo” y en pro de la reivindicación de las luchas sociales, luchas en las que las feministas no podían dejar de tomar partido.
Los derechos siempre son individuales, JAMÁS colectivos
A lo largo de la historia, el feminismo, independientemente de si fuese de derechas o izquierdas, se ha esforzado por alcanzar un fin noble; el cual básicamente atañe a la igualdad de todos ante la ley, la posibilidad de que las mujeres pudiesen “sufragar y educarse”, y la visibilización de sus problemas. Aunque muchos libertarios discrepan de mi visión, creo que el punto a analizar es el enfoque, puesto que la causa feminista ya no expone los problemas de las mujeres como casos específicos de una confederación de individuos –en este caso las mujeres–, sino como un todo o un colectivo. Es así como los libertarios –en especial los objetivistas– argumentamos que la búsqueda por visibilizar los problemas y garantizar los derechos, no debe hacerse bajo las banderas del colectivismo. La comunicadora social y columnista para importantes medios como PanAm Post (no en la actualidad), directora Ejecutiva de la Fundación para la Responsabilidad Intelectual (FRI) y CEO del Ayn Rand Center Latin America, y liberal/libertaria objetivista y argentina: María Marty; lo expone magistralmente en el libro AFRODITA DESENMASCARADA: UNA DEFENSA DEL FEMINISMO LIBERAL, cuya autoría es de la también liberal/libertaria española y economista adscrita al Instituto Juan De Mariana: María Blanco:
“Los derechos individuales son propios de todos, y no de grupos. No hay derechos de los gais, los negros, los cristianos, los ateos, las mujeres y los hombres. El hecho de diferenciarlos admite que puede haber diferencias. El hecho de que a muchas mujeres no se les reconozcan sus derechos individuales, cosa que es cierta, no significa que su defensa deba etiquetarse bajo un nombre diferente a «individualismo». Del mismo modo que la defensa de los derechos individuales de los gais, de los negros o de los judíos no tienen un nombre en particular. ¿Qué diferencia habría entre «feminismo», «negrismo» y «gaismo»? Si todos defendemos lo mismo y la base es el individuo, la lucha debería ser por el individuo y el término «individualismo». Si no, sería como dividir la cuestión en luchas como si fuéramos grupos diferentes que defienden cosas diferentes. ¿Debería entonces también llamarme bajo todos los nombres de grupos que defienden sus derechos individuales? Yo siento que no, que debo concentrarme en la defensa de los derechos individuales de todos y denunciar; eso sí, los casos particulares de violaciones de dichos derechos. Si bien, creo que es importante abrir una puerta de esperanza a aquellas mujeres que no tienen nuestra suerte, inspirándolas a pelear por sus derechos individuales, no creo que para ello sea necesario catalogarnos todas como feministas ni tampoco que el feminismo deba ser el tronco central.”
Por mi parte, como varón, andrófilo, y libertario conservador (no paleolibertario, aclaro) minarquista; si bien creo que las libres asociaciones (uniones civiles, sociedades empresariales, clubes de hinchas de fútbol, partidos políticos, think tanks, entre otras) son necesarias para vivir, ya que estas son producto de la capacidad del ser humano para unir fuerzas y luchar por objetivos en común; también creo que no existe algo tal como fines o acciones absolutos de dichas asociaciones. Considero también que ninguna libre asociación, como dijo el gran Murray Rothbard en El hombre, la economía y el Estado, posee existencia independiente fuera de las acciones que emprenden sus miembros individualmente. Definitivamente puedo decir con total convicción que, los derechos siempre son individuales, JAMÁS colectivos.
Por eso resulta de muy mal gusto que las feministas reclamen “derechos especiales” e “igualdad mediante la ley”, al tiempo que no respetan a otras mujeres que no se sienten identificadas con su lobby, ataquen templos católicos y a la iglesia cristiana en general irrespetando su calidad institucional, y manifiesten un profundo odio por nosotros los varones mientras que también esperan que las valoremos por ser quienes son. Su hipocresía llega al límite de no reclamar por las mujeres asesinadas en Venezuela o Nicaragua por levantarse contra el régimen socialista, o cuando sucumben a la inanición o desnutrición. Ahí no existen derechos que reclamar y problemas que visibilizar. Para ellas, estas mujeres no merecen su interés. La actual ola del feminismo, además, se queja continuamente del “maldito hetero-patriarcado capitalista y opresor” (Estupidez que para mí descalifica cualquier análisis serio. Acá en Occidente, las mujeres no viven bajo el yugo de ningún patriarcado), pero al tiempo buscan que Papá-Estado les subsidie incluso el aborto.
Si en culturas machistas, misóginas, fundamentalistas religiosas y que les gusta someter a la mujer; las jóvenes que buscan romper esas cadenas en lugar de congregarse en colectivos feministas radicales con marcadas tendencias socialistas que les avienta un panfleto cargado de ideas ridículas y las invita incluso a no rasurar sus partes íntimas y convertir al Estado en una especie de “Papá Noel”; adquirieran consciencia de que el capitalismo es el mejor aliado de la mujer en pro de realizar el proyecto de vida individual de cada una; comprenderían que los derechos a su vida, a su libertad, a su propiedad privada, y a los demás derechos que de acá se desprenden, los poseen por ser individuos más allá de si deciden exaltar su feminidad o no.
Cierro este artículo con lo siguiente: Para aquellas mujeres que se adhieran a las multitudinarias marchas que se llevarán a cabo hoy con motivo del “Día Internacional de la Mujer”, les digo que ustedes poco o nada le importan al feminismo. Ustedes se están sumando a un grupo político e ideológico que busca mostrar fuerza cuantitativa, mientras dan la espalda a muchísimas mujeres a las cuales no se les respetan realmente sus derechos, puesto que no existe una defensa tangible para ellas por parte de otras mujeres. Ustedes lo único que hacen con esto, es validar el 8 de marzo como un “Día del Odio”, como el día del “Oportunismo Feminista”.