Ejército de influencers

La democracia hundida en una jungla impenetrable de información, abre espacio a los memes, montajes fotográficos, videos cortos con un eslogan breve y provocador que se difunden y se hacen virales en el gran universo de las redes sociales.


El gobierno de Gustavo Petro se ha propuesto contratar un “ejercito” de influencers, según él, con el propósito de hacer pedagogía de los programas de gobierno. No estaría mal, si no fuera por el hecho que despojando su intención de la nobleza que la disfraza, se desnuda la imagen del autócrata que quiere moldear la opinión pública a su modo.

Durante estos dos años ha dejado ver indicios de su naturaleza autocrática, entre otras, los reiterados ataques a medios de comunicación y periodistas que no son afines a sus ideas y muy críticos de su gestión. Pues bien, al considerar que los medios de comunicación tradicionales no le favorecen para controlar la información, decide contratar los servicios de reconocidos influenciadores en las redes sociales, quienes, por dinero están dispuestos a manipular la verdad, insultar a sus adversarios, hostigar, perseguir opositores y favorecer la percepción del gobernante entre una audiencia que consume la publicidad que estos personajes saben vender.

En la actualidad, con la degeneración de la democracia en infocracia, organizar un “ejercito” de influencers resulta estratégico en el ejercicio de la disputa y sostenimiento del poder.  Según esta teoría, en la infocracia las personas son degradadas de ciudadanos a meros datos y ganado consumidor. De esta manera, la democracia hundida en una jungla impenetrable de información, abre espacio a los memes, montajes fotográficos, videos cortos con un eslogan breve y provocador que se difunden y se hacen virales en el gran universo de las redes sociales.

El fin último de este ejercicio de comunicación política, ya no es tanto la deliberación seria y la formación de una ciudadanía responsable y consciente que reflexione acerca de sus propios valores e intereses para tomar las decisiones correctas.  La finalidad es más oscura, es que a partir de ejércitos en las redes sociales se instalen relatos que subviertan la realidad, es la manipulación direccionada hacia los intereses del autócrata, es limpiar la imagen del gobernante, es hacer replegar a sus opositores, en fin, es la desconfiguración de la democracia, donde la verdad y la veracidad ya no importa.  Mientras se verifica una información, ya la fakenews ha cumplido su efecto.

El actual gobierno está en campaña política y sabe esto: los potenciales votantes no están bien informados y se les puede manipular con publicidad electoral a su medida. Que a través de influencers y los bots, cuentas falsas automatizadas, puede llegar a viralizar en redes sociales cualquier clase de información, verdades o mentiras, que le permita sumar fans, lograr el favor en las urnas y “eliminar” a sus adversarios.

John Fredy Arango

Soy politólogo y abogado especialista en contratación estatal, desde los 18 años he sido colaborador en diferentes medios de comunicación escrita (caricaturista del Periódico el mundo 1998-2006; columnista y caricaturista en medios comunitarios de la ciudad). Apasionado por los asuntos políticos y la filosofía política. Reflexión crítica y debate responsable son mis principios.

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