Educación con sentido: STEAM+ como vínculo entre la escuela y la comunidad

“Si promovemos la educación STEM las posibilidades de que Colombia sea más justa son altas”


La educación STEM —que integra Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas— es más que una combinación de disciplinas; es un puente que conecta a los estudiantes con la curiosidad y la innovación. En Colombia, este enfoque procura formar jóvenes con capacidad para enfrentar desafíos actuales.

El Ministerio de Educación, consciente de la riqueza cultural y social del país, ha ampliado el modelo STEAM+, en complemento con la visión pedagógica tradicional. Al incorporar las artes y las humanidades logra que la educación sea inclusiva y pertinente, acreditada para responder a las necesidades locales y las demandas globales (Colombia Aprende).

Se diría que, gracias a iniciativas como “Escuelas STEM+”, cuantiosas instituciones están respaldadas para recibir capacitaciones docentes, asesorías para la actualización de currículos y acceso a recursos tecnológicos como kits de robótica. Además, desde la coordinación de la Mesa STEM+ por parte de la gobernación de Antioquia, se han creado “Territorios STEAM+”, en diversas zonas de la región, como en el municipio de Barbosa. Generando una red colaborativa entre escuelas, autoridades y comunidades; lo que fomenta un ecosistema de innovación permanente.

En Medellín, por ejemplo, el programa “Ser + STEM” combina el desarrollo técnico con la formación integral, concibiendo la enseñanza de ciudadanos críticos y comprometidos con su entorno. Este tipo de iniciativas evidencia que el modelo STEM+ más allá de ubicar en primer lugar la experticia técnica, considera formar personas que transformen su realidad con creatividad y ética.

Es así como, uno de los grandes aportes de la educación STEM no es únicamente la instrucción de contenidos, sino el desarrollo de habilidades para el siglo XXI: pensamiento crítico, creatividad, trabajo en equipo y comunicación efectiva. Competencias necesarias para adaptarse a un mundo cambiante y para afrontar problemas complejos como el cambio climático o la salud pública.

Colombia aún enfrenta obstáculos importantes frente al modelo. A pesar de los esfuerzos, solo el 31.5% de estudiantes en programas STEM son mujeres, y una mínima cantidad se gradúa y trabaja en estas áreas (El Tiempo, 2023). La Ley 2314, aprobada en 2023, busca revertir esta situación mediante políticas que incentiven la participación femenina en STEM, y aunque se ha ganado un gran terreno como lo muestra la I. E. San José de Itagüí Antioquia, aún queda camino por recorrer.

De igual manera, la formación docente dentro del modelo es primordial, dado que, estos deben adoptar metodologías que integren la teoría y la práctica desde diversas áreas del conocimiento a través de experiencias creativas. El panorama es alentador al observar como varias universidades colombianas están adaptando sus programas para preparar a estos nuevos educadores, una tarea esencial para que el enfoque STEM tenga éxito.

Ahora, en regiones con vocación agroindustrial o tecnológica, el modelo STEM posibilita que las escuelas se conecten con su entorno productivo, generando proyectos que atiendan las necesidades reales y fortalezcan la pertinencia educativa. Este vínculo es clave para que el aprendizaje recobre sentido y para que las nuevas generaciones contribuyan con el desarrollo sostenible de sus comunidades (Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología OCyT, 2023)

Desde mi experiencia como docente y filósofo, considero que la educación STEM+ nos invita a repensar qué tipo de ciudadanos queremos formar. No se trata solo de transmitir conocimientos técnicos, sino de cultivar mentes creativas, críticas y éticas, capaces de asumir la responsabilidad para construir un futuro mejor.

En Barbosa recientemente nos declaramos Territorio STEM, y en el rastreo de los proyectos de las Instituciones Educativas encontramos que la mayoría de ellas trabajan con este enfoque, obligándonos a proyectar este modelo desde el impacto comunitario, puesto que, su trascendencia fuera del aula, es la esencia de la educación STEAM.

Es por todo lo anterior que, el modelo STEAM concede herramientas alternativas para transformar vidas y sociedades. Colombia tiene en sus manos los recursos para crear un futuro que transforme desde la responsabilidad social.

El llamado es claro: Si promovemos la educación STEM las posibilidades de que Colombia sea más justa son altas. La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo —como decía Paulo Freire— y en esas personas podemos convertirnos todos.

Juan Carlos López Flórez

Licenciado en Filosofía, historiador y docente. Escribo para invitar a la reflexión, inspirado en la historia y la literatura, impulsando el cambio educativo que necesitamos.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.