Duque entonces debe prontamente alinear sus huestes de múltiples generales, porque el tiempo es muy corto y aunque sin lugar a dudas debe garantizar unas mayorías que le permitan el trámite expedito de las iniciativas que pongan a andar su ambicioso plan de gobierno, no puede caer en las prácticas que durante cuatro años a bocas llenas criticaron y que es la forma como la mayoría de estos acuerdos quedan sellados.
Pocas cosas más complejas para un gobierno que la relación con su legislativo. Terminada la campaña llega el frío momento en el que hay que pasar del discurso en el plano de lo ideal y aterrizar las propuestas al mundo real.
Ese es uno de los grandes retos que vive el presidente Duque en estas horas. Tradicionalmente los acuerdos en los espacios de poder del Congreso de la República han tenido una tensa calma y se basaban en dos premisas básicas: qué partidos apoyarán al gobierno y cuántos votos representan en cada una de las cámaras.
Pero este año en particular pareciera que no está tan fácil resolver tanto ego junto y la pugnacidad por acomodarse en las mesas directivas, las comisiones y la elección de secretarios, han enfangado un camino que si se hubiese garantizado la costumbre hoy no tendría con dolores de cabeza al electo presidente.
Por evidentes razones el partido de gobierno es el Centro Democrático, pero de ahí en adelante ninguna otra colectividad puede asumir un papel victorioso en la gesta presidencial, en razón a que todas ellas en mayor o menor cantidad, estuvieron lejos o soterradamente cerca de la campaña de Iván Duque.
Los Conservadores anunciaron su apoyo a Germán Vargas Lleras y aunque una parte minoritaria de ese partido oficializó su concurso a la dupla Duque – Ramírez, sería testarudo pensar que finalmente fueron los dirigentes quienes consolidaron la victoria, máxime al tener presente los términos con los que hoy la primera y futura vicepresidenta se refería a sus otrora copartidarios hace tan solo unos meses atrás y que claramente había dejado una fuerte herida que tan solo la sed de beber del manantial presidencial puede haber ayudado a cicatrizar.
El Partido Liberal tal vez fue quien más parlamentarios sumó a la causa del expresidente Uribe y es que para nadie es un secreto que aunque todos se tomaron la foto con Humberto De La Calle, tan solo la inmensa minoría procuró por el éxito del hoy endeudado candidato del trapo rojo. Más bien, y como los hechos demostraron, el expresidente Gaviria y su corte allanaron prontamente las empedradas trochas que en teoría los separaban y con soterrada disciplina dejaron solo a su candidato, en favor de las huestes Duquista.
En Cambio Radical, la golpeada casa de Germán Vargas, nadie puede hoy salir a cobrar el triunfo pues claramente trabajaron para su jefe y en el instante que podía este último pronunciarse con algo de gallardía y el agudo cálculo político que lo caracteriza, no lo hizo. Me refiero al momento de su alocución reconociendo el triunfo de su rival hasta ese momento y quien a la postre ganaría los comicios. Su menoscabado electorado pero importante al momento de una segunda vuelta, con o su autorización partió en un altísimo margen a la campaña ganadora, esto sin importar las declaraciones de alfiles muy renombrados como Luis Felipe Henao o el hasta ese momento consentido Carlos Fernando Galán.
Más difícil aún es que pasen factura los voceros del Partido de La U, al fin y al cabo, aunque sus raíces siempre fueron la mano firme y el corazón grande, sus directivas Benedetti, Roy e Iragorry decidieron acompañar a Vargas y aplicando disciplina llevaron a sus bases y a un número importante de parlamentarios a jugar con la misma moneda que utilizaron los liberales con el doctor Humberto. Lo más complejo es que no les reconocen los votos ni para Germán, ni mucho menos para Duque.
Ahora bien, los no menos relevantes pero poco números Miraistas, como movimiento salieron oficialmente a apoyar a Iván Duque, fueron importantes en algunas ciudades intermedias y prestaron su apoyo operativo y disciplinado en la Capital. No obstante, como ya lo advertía, ni son muchos y la hija de su fundadora la ex senadora Alexandra Moreno Piraquive decidió brindar apoyo al candidato de Cambio Radical.
Siendo así las cosas todos y cada uno de ellos en principio por identidad ideológica y en otros casos muy particulares porque es muy difícil estar acostumbrado a ser gobierno y luego pasar a ser oposición, manifestaron su intención de ser parte de la bancada parlamentaria que acompañe al nuevo presidente. Pero esta decisión tiene como ha sido costumbre la intención no solo de acompañar la iniciativa legislativa, sino claro está tener participación en las mesas directivas y si es posible en cargos dentro del gobierno.
Duque entonces debe prontamente alinear sus huestes de múltiples generales, porque el tiempo es muy corto y aunque sin lugar a dudas debe garantizar unas mayorías que le permitan el trámite expedito de las iniciativas que pongan a andar su ambicioso plan de gobierno, no puede caer en las prácticas que durante cuatro años a bocas llenas criticaron y que es la forma como la mayoría de estos acuerdos quedan sellados.
Esto ocasionará que los mayores defraudados sean sus propios partidarios quienes tenían la expectativa de una mayor participación; pero acordémonos que en casa de herrero azadón de palo, y si hay que sacrificar a alguien que sean los más próximos, esa pareciera ser la instrucción del nuevo mandatario.
Solo me restan algunas importantes reflexiones y preguntas antes de concluir esta columna. Cerrar el apoyo mayoritario del Congreso requiere un diálogo fluido y en algunos casos burocrático, ¿está Duque dispuesto a jugarse esta carta? Si no lo está, ¿tiene claro que una pelea con el poder legislativo puede demorar la gran mayoría de sus proyectos?
Segunda: el estreno del Estatuto de la Oposición abre un margen muy importante para que quienes se declaren en el bando opuesto al gobierno tengan unas garantías reales. Entonces tendrá principalmente a Gustavo Petro en la orilla del frente con medios de comunicación, recursos y espacios generando una campaña presidencial anticipada a su favor. Pero si a esto le sumamos una bancada de gobierno medianamente insurrecta, pues la palabra estabilidad puede no llegar a ser la constante.
De las decisiones que tome el presidente electo dependerá no solo su mandato, sino que a partir de este 20 de Julio no sólo se da posesión a los nuevos padres de la patria, sino que inicia la campaña política para elegir quien va a ser su sucesor. Cuatro años pasan volando y cada minuto será fundamental para saber si nuestro País sigue por la senda que Duque marque, o haga un giro y la teoría del péndulo vuelva a funcionar.