“La dolorosa experiencia de la Dra. Catalina Gutiérrez pone de manifiesto la urgente necesidad de transformar nuestra educación superior, alejándonos del acoso y la humillación para construir un entorno donde el respeto y la empatía sean la base del aprendizaje.”
Es difícil, pero hay que reconocer que en Colombia solo se abre el debate cuando suceden cosas lamentables. Es triste ver cómo las universidades llevan a sus estudiantes a un límite y a una frontera que, al sobrepasarse, ocasiona que el estudiante, residente y/o practicante tome decisiones que muchas veces son consecuencia de las malas prácticas y el pensamiento retrógrado de los docentes al impartir su conocimiento. Hasta el siglo pasado, eso se consideraba “normal”. El pensamiento conductual predominante formaba profesionales, pero ahora se habla de un pensamiento constructivista que, más que generar trastornos en el estudiante, lo que hace es generar alternativas para apropiar el conocimiento de diferentes formas. No todos los profesionales tenemos que saber lo mismo o aprenderlo de la misma manera. Todavía se les hace difícil aceptar a muchas universidades, no solo a la Javeriana, que la educación cambió; no es la misma de hace 50 años. Hace 50 años era “normal” humillar a los estudiantes, acosar, y tratar de lo peor al alumno solo para que reflexionara sobre lo que hacía o dejaba de hacer. Eso llevó a que muchas personas en la pista de la vida tomaran decisiones de seguir en el camino por el sueño de tener un título o simplemente dejar de lado ese sueño y construir nuevas alternativas.
A pesar de esto, hoy en día, el modelo sigue siendo el mismo. El sistema educativo se transforma en los documentos, se planea estratégicamente para ser llamativo, óptimo en sus mallas curriculares y muy eficaz para el universitario, pero en la práctica se evidencian las mismas dolencias del siglo XX: docentes que no saben enseñar, que lo único que hacen es que constantemente el universitario se replantee si quiere seguir su proceso formativo o si fue una buena elección estudiar la carrera que escogió. Eso no debería ser así. Los docentes tienen el deber de enamorar al estudiante con su profesión, que sea un gusto estudiar o realizar las residencias, no que por el contrario la presión sea tanta que sucedan casos como los de la Dra. Catalina Gutiérrez.
¿Cuánto hay que aguantar solo por un título universitario? Sabemos que no es fácil, pero todo tiene límites. Los límites los debería poner el estudiante, no el docente. A la mayoría de colombianos nos queda un sinsabor con lo ocurrido, pero más que hablar de lo que pasó, hay que hablar de lo que hay que hacer para que esto no vuelva a suceder, no solo en la Universidad Javeriana, sino en muchas universidades y centros hospitalarios que se presentan situaciones similares. ¡EN SERIO, YA BASTA CON ESO! El maltrato y el acoso no llevan a nada bueno. Más que implementar medidas para minimizar, hay que implementarlas para eliminar. Se sabe que hay una investigación para determinar los hechos que ocasionaron la afectación psicológica que se vive en la residencia médica del hospital universitario, pero esto no debe quedar solo en las lecciones aprendidas o en el plan para que el acoso y el maltrato no se generen en las universidades, sino que hay que llevarlas a cabo, ejecutar acciones que, se reitera, eliminen el problema de raíz.
“Espero que esto no solo se quede en el debate. Si tienen que salir docentes, profesionales del centro hospitalario de la Javeriana, que salgan. Personas que se dedican a este tipo de actuaciones tan cuestionables no deberían ser parte de la planta médica. También sanciones para los compañeros de residencia de la Dra. que de cierta manera influyeron en ese comportamiento que no es de profesionales. Todo lo que pasó tiene responsables, y ellos tienen que responder.”
Sinceramente, lamento mucho lo ocurrido. Muchos no nos imaginamos todo lo que tiene que pasar un estudiante de medicina de pregrado y posgrado, y no tiene por qué ser así. Pero mucha fuerza y mucho ánimo, como lo mencionó la Dra. Gutiérrez, ustedes pueden.
Lo único que quiero es dedicar este artículo en memoria de la Dra. Catalina Gutiérrez y a todos los y las médicos que han pasado o pasan por situaciones similares de acoso, bullying y maltrato. También es un llamado de atención para las universidades y todos los centros de salud, hospitales y clínicas a que tomen acción. Esto no puede volver a ocurrir. La educación, la forma de impartir conocimiento ya cambió, y ustedes, docentes y profesionales, deberían hacerlo también.
Dra. Catalina Gutiérrez, Descansa en Paz. Dios te Bendiga.
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