Cuando se describe a Trump no se piensa que se hable de un expresidente de una superpotencia como Estados Unidos, pues de lejos se detalla como un hombre profundamente xenófobo, machista, clasista, utilitarista, racista, por no decir más cosas. Realmente calificar como “sólo equivocaciones” los garrafales errores que ha tenido el ex mandatario durante su movida carrera política es por lo menos, sesgado e irresponsable.
Con un discurso profundamente divisorio este magnate logró llegar al tan ansiado puesto en la Casa Blanca de su país por segunda vez, una pesadilla para millones de personas en todo el mundo.
Pues, no hace falta ser de izquierda o algo por el estilo, para reconocer la forma tan grotesca e incluso vulgar que este ex presidente manejó los asuntos de su país, mostrando esta nueva -o tal vez vieja- tendencia de los superricos de querer arreglar las reglas de los sistemas democráticos a sus favor.
Como si manejar un país fuese lo mismo que manejar una empresa, claro en la idea de que se deben generar ganancias económicas a como dé lugar, sin importar si se pasa por encima de los derechos de las comunidades más vulnerables, ¿suena parecido, no? este estilo lo adoptó nada más y nada menos que Milei que llegó con su “motosierra” a quitar presupuesto a muchos ministerios que calificó como “gastos innecesarios», dizque para lograr aliviar la económica de Argentina a un costo demasiado alto.
Es que, aunque se les olvide con frecuencia a las nuevas figuras populistas que toman poder en el mapa electoral del continente, un Estado NO es una empresa, al contrario, en un Estado el deber ser es velar por los derechos de todos y todas.
Y a propósito de la palabra “todas”, resulta increíble que algunos sectores de la derecha estén a favor de Trump por supuestamente defender los valores tradicionales de la familia, en este punto me pregunto si de pronto olvidaron que en 2023 Trump fue encontrado responsable del delito de abuso sexual contra la columnista E. Jean Carroll.
De igual manera, cabe recordar que en este caso se determinó que el expresidente republicano difamó a la columnista en una publicación por medio de su cuenta Truth Social diciendo que las acusaciones eran una estafa.
No cabe duda de que no podía faltar otra de las grandes acusaciones en contra de Trump y hablo nada más y nada menos que del presunto pago que hizo a Stormy Daniels, actriz de cine para adultos, antes de que se dieran las elecciones en 2016 para que no salieran a la luz pública los detalles de un supuesto encuentro sexual entre ambos, algo que no pudo evitarse, claro está.
Pero, no son las únicas acciones que muestran el machismo vivo que profesa Trump y por el que muchos hombres le siguen, pues cómo olvidar sus continuos ataques al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, al que se refiere sin informarse lo suficiente y hablando ligeramente, tal y como lo hace con otros temas, diciendo que los demócratas permiten “el aborto para ejecutar niños”, una idea demasiado alejada de la realidad.
Por supuesto, en esta breve lista sobre el comportamiento machista de Trump, no puede faltar el último paso el falso que dio en campaña cuando mencionó que como todo buen hombre, de principios como hemos recordado en esta columna, “va a proteger a las mujeres, les guste o no”, sin poder ocultar ese profundo deseo tan evidente de querer dejar el papel de las mujeres tras bambalinas de nuevo arrebatándoles los derechos que por años han ganado.
Con ese estilo disruptivo, y en el mismo tono desafiante quien ahora se ve como el nuevo presidente de Estados Unidos se refiere a otros asuntos delicados como: las medidas para mitigar el cambio climático, la crisis migratoria, los derechos de las minorías, y el comercio internacional entre muchos otros.
Tal parece que hacer a América Grande de nuevo en la mente de este empresario implica sacrificar lo que por años ha sido la base del sistema de su país: la defensa de las libertades individuales y colectivas.
El que Estados Unidos hubiera tenido que elegir entre Trump y Kamala Harris es la prueba de la gran decadencia de un sistema representativo, porque en una democracia ejemplar una persona como él no habría ganando un segundo mandato, Trump es el empresario que nunca debió ser candidato.
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