Don Mariano Ospina Rodríguez fue un republicano en todo el sentido de la palabra. Cuando en su juventud le pareció que Simón Bolívar iba a traicionar su juramento de cumplir la Constitución de Cúcuta de 1821 que exigía que la misma no se reformase antes de diez años de prueba, que traicionó la Convención de Ocaña de 1828 al ordenar a los suyos que la abandonasen y disolvieran el quórum, y que decretó la Dictadura para decidir sin el Congreso, hizo parte de los conspiradores que hicieron parte en la fatídica noche septembrina en 1828.
Ante los hechos consumados y la persecución desatada contra los que hicieron parte de la Conspiración, se vió precisado a huir y encontró en la apartada región de Antioquia un lugar de respiro y meditación. Ese retiro lo hizo Secretario del General José María Córdoba y parte, entonces, de la rebelión de éste contra Bolívar que termina desgraciadamente en la batalla de El Santuario en 1829. Ospina Rodríguez enlaza con la familia Barrientos Zulaibar, y posteriormente con Enriqueta Vásquez, todas de Antioquia, de donde vienen Pedro Nel, Tulio y Santiago Ospina Vásquez.
Don Mariano Ospina Rodríguez participa activamente de la política antioqueña y colombiana después del regreso del destierro del General Francisco de Paula Santander, quien había sido desterrado por su participación en la Conspiración Septembrina. Fue parlamentario. En 1.849 fue célebre su voto: Voto por López (José Hilario López) para que no asesinen el Congreso, en la agitada sesión en la cual los artesanos de Bogotá presionaron con gritos y armas esa elección.
Mariano Ospina Rodríguez, junto con Don José Eusebio Caro, fueron los fundadores del Partido Conservador en 1849.
A raíz de la Constitución autonomista de 1853 nace el Estado Soberano de Antioquia en 1856, donde Ospina Rodríguez es protagonista de primera línea. Se crea la Confederación Granadina por la unión de los 9 Estados Soberanos creados siguiendo el ejemplo de Panamá y Antioquia, y Ospina es elegido Presidente de la Confederación, cargo que desempeñó hasta 1862. Le tocó enfrentar la rebelión armada de Tomás Cipriano de Mosquera que triunfó y dio lugar a la Constitución de 1.863. En Cascajo (1864) Antioquia hizo valer lo suyo.
El triunfo de Mosquera hizo que Ospina Rodríguez fuese preso y enviado a Cartagena de donde se fugó, y comienza su periplo en Guatemala, donde siempre encontró la Casa Ospina un refugio. Regresa a Colombia y retorna a sus clases, lecturas y participación política. Le tocó enfrentar, junto con Pedro Justo Berrío y Recaredo de Villa el Radicalismo Liberal creado a partir de la Constitución de Rionegro, anticlerical, masón, que gobernó a sus anchas el País hasta 1880. Los Radicales lo persiguieron, lo encarcelaron, le quitaron sus bienes y su tranquilidad, lo mismo que a su familia.
Nunca se podrá decir que no tuvo coraje. Sin embargo, su cultura, su experiencia, también lo hizo prudente, lo que lo hizo oponerse, junto con Don Recaredo de Villa, a la fatídica guerra de 1876 y al levantamiento de 1879, que tantos problemas terminaron creando en Antioquia. Me permito transcribir algunas de sus reflexiones:
“Aquí me encontré con el rumor de que renacía el proyecto de una sublevación de liberales y conservadores encabezada por el general Aldana, y que tenía por objeto separar del Gobierno a Rengifo y restablecer el orden constitucional poniendo a la cabeza del Gobierno al dicho Sr. Aldana. No tenía entonces ni tengo ahora la menor duda sobre el plenísimo derecho que tenían los pueblos para arrojar por la fuerza la estúpida, rapaz y feroz dictadura que los oprimía, impuesta por la violencia contra todo derecho; pero la sublevación me parecía inoportuna, ineficaz y desastrosa; y en consecuencia procuré impedirla, y para ello me dirigí a las personas que parecía que habían de encabezarla; descubrí luego que algunas de éstas participaban de mis opiniones, como el Sr. Viana.
Los conspiradores partían de estas hipótesis: que el Gobierno General apetecía el cambio; que en consecuencia la Guardia Colombiana se mantendría neutral en la contienda; que el Gobierno del Sr. Trujillo reconocería inmediatamente el Gobierno que saliera del levantamiento, que debía ser Gobierno liberal, tolerante y respetuoso de la Constitución y de las leyes, que desde la capitulación de Manizales eran letra muerta en el Estado; y que los liberales de los pueblos del Estado tomarían parte en el alzamiento, porque todos repugnaban la dictadura caucana.
Todas esta suposiciones me parecieron increíbles, y más que todas la de que el general Trujillo, que había colocado en el mando a su compadre y amigo Rengifo, para que le guardara la Conquista, mientras él volvía a disfrutarla, consintiera en que arrojaran a éste del Gobierno, para establecer el régimen constitucional, que él había destruido. Ante otras cosas me alarmaba mucho el saber, como me lo persuadían todos los hechos que observaba, que el Sr. Rengifo conocía muy bien lo que se maquinaba contra él y que disponiendo de la autoridad y de la fuerza del Estado, ahogaría en sangre el intento.” (Estanislao Gómez Barrientos; Don Mariano Ospina y su Epoca; Tomo 2; Pag. 209)
En estos tiempos se leen y escuchan escritos, palabras, reuniones sobre levantamientos. Yo, respetuosamente, llamo a la prudencia y a la reflexión, al estudio. A la calma, que no es genuflexión. A la Prudencia, virtud cardinal expresada por Platón en su República y que es conocimiento, estudio. Invito a meditar en las reflexiones que hacía Don Mariano Ospina Rodríguez y así evitar desastres.
Concentrémonos en las próximas elecciones regionales: Tenemos que recuperar a Medellín y a Antioquia en voto limpio, generoso, sin ambiciones personales. Una verdadera Cruzada el mejor estilo de Don Mariano Ospina Rodríguez.
Cuidado: ¡Petro es peor que Rengifo!
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