La Realidad que Todos Conocemos
Doce años. Una década y dos años más del mismo gobierno en Itagüí. Caminas por las calles de Itagüí y escuchas el mismo coro de voces: “Esta ciudad está abandonada”, “las calles están llenas de huecos”, “la inseguridad no para”, “la movilidad es un desastre”, “estos políticos solo piensan en ellos”.
Sin embargo, cada cuatro años, cuando llega el momento de decidir, algo extraño sucede. El descontento que se siente en cada esquina, en cada tienda, en cada conversación de barrio, se evapora como si fuera humo. Los mismos nombres aparecen en las tarjetas, los mismos rostros nos prometen cambio, y los ciudadanos… los ciudadanos seguimos igual.
¿Qué nos está pasando? ¿Realmente estamos anestesiados o hay algo más profundo que nos tiene paralizados?
El Espejo Incómodo: La Responsabilidad es Nuestra
Después de doce años de la misma administración, después de cinco procesos electorales donde hemos tenido la oportunidad de cambiar el rumbo, es hora de hacer una pregunta incómoda: ¿De quién es realmente la culpa de que nada cambie?
Es fácil culpar a los políticos. Es cómodo decir que “todos son iguales” o que “el sistema está podrido”. Pero hay una verdad que duele y que pocos quieren escuchar: los políticos que nos gobiernan son el reflejo exacto de nosotros como ciudadanos.
Si durante doce años hemos permitido que la mediocridad se perpetúe, si hemos preferido quejarnos en las calles, pero no actuar en las urnas, si hemos elegido la comodidad de la crítica sobre la responsabilidad de la participación, entonces tenemos el gobierno que merecemos.
No porque seamos malos ciudadanos, sino porque hemos sido ciudadanos dormidos.
El Letargo Ciudadano: Anatomía de Nuestra Parálisis
¿Cómo es posible que una ciudad entera se sienta insatisfecha, pero siga eligiendo lo mismo? La respuesta está en los mecanismos invisibles que nos han mantenido en una especie de letargo democrático:
El síndrome del “total, para qué”: Hemos interiorizado la idea de que nuestro voto no cuenta, de que todo está decidido de antemano, de que los ciudadanos comunes no tenemos poder real. Esta resignación aprendida es el mejor aliado de quienes se benefician del status quo.
La comodidad de la queja sin acción: Es más fácil desahogarse criticando que asumir la responsabilidad de informarse, organizarse y actuar. La queja nos da la sensación de estar haciendo algo cuando en realidad no estamos haciendo nada.
El miedo al cambio: Aunque no estemos contentos con lo que tenemos, al menos sabemos qué esperar. El cambio da miedo porque implica incertidumbre, y muchos prefieren una mediocridad conocida que una excelencia por descubrir.
La fragmentación de la inconformidad: Cada uno se queja en su círculo, en su barrio, en su familia, pero nunca nos organizamos para convertir ese descontento individual en poder ciudadano colectivo.
La Anestesia se Puede Romper: El Antídoto Está en Nosotros
Pero aquí está la buena noticia: no estamos condenados a este letargo, la anestesia ciudadana no es permanente. Se puede romper. Y el antídoto no está en esperar a que alguien más lo haga por nosotros, sino en reconocer nuestro propio poder.
Primera verdad liberadora: Tú voto sí cuenta, pero solo si lo ejerces de manera consciente e informada. Un voto desinformado es un voto regalado. Un voto estratégico es un voto que puede cambiar una ciudad.
Segunda verdad liberadora: El poder no está en los políticos, está en nosotros. Los políticos solo administran el poder que nosotros les préstamos. Si no nos gusta cómo lo administran, podemos quitárselo y dárselo a otros.
Tercera verdad liberadora: No necesitamos ser perfectos para exigir mejores gobiernos. No necesitamos ser expertos en política para reconocer cuando algo no funciona y actuar en consecuencia.
El Momento de la Decisión:
¿Otros Doce Años Iguales?
Estamos en un momento crucial. Podemos seguir en este letargo cómodo, quejándonos sin actuar, criticando sin asumir responsabilidades, esperando que el cambio llegue por arte de magia. O podemos despertar.
Despertar significa asumir que somos corresponsables de lo que pasa en nuestra ciudad.
Despertar significa convertir el descontento en acción organizada.
Despertar significa votar con la cabeza, no con el piloto automático, ni con el estómago.
Despertar significa exigir cuentas durante los cuatro años, no solo durante los tres meses de campaña.
Hoja de Ruta para Salir del Letargo
Paso 1: Reconoce tu poder real
No eres un espectador de la política de tu ciudad. Eres un actor principal. Tu voto, tu participación, tu exigencia de cuentas, tu organización con otros ciudadanos… todo eso es poder real.
Paso 2: Conviértete en un ciudadano informado
Conoce el presupuesto de tu ciudad, sabe en qué se gastan tus impuestos, entiende cuáles son las competencias del alcalde y del concejo. Un ciudadano informado es un ciudadano poderoso.
Paso 3: Conecta con otros ciudadanos descontentos
Ese descontento que sientes no es solo tuyo. Miles de itagüiseños sienten lo mismo. Búscalos, conéctate con ellos, organícense. El poder ciudadano es poder colectivo.
Paso 4: Ejerce control social permanente
No esperes a las elecciones para exigir cuentas. Asiste a los debates del concejo, pide informes de gestión, haz veeduría ciudadana. El gobierno debe rendir cuentas los 365 días del año.
Paso 5: Vota con memoria y proyección
Después de doce años, ya tienes suficiente información para evaluar. ¿Qué ha funcionado? ¿Qué no? ¿Quién ha demostrado consistencia en la oposición? ¿Quién ha mantenido coherencia entre lo que dice y lo que hace?
Paso 6: No dividas el voto del cambio
Si realmente quieres que algo cambie, no fragmentes tu voto. Identifica cuál es la alternativa real más viable y apóyala estratégicamente. La dispersión del voto es el mejor regalo que le puedes hacer a quien quiere que todo siga igual.
El Poder Está en Tus Manos
Al final del día, después de doce años de la misma administración, después de cinco oportunidades de cambio que no hemos aprovechado, la pregunta no es qué van a hacer los políticos.
¿La pregunta es qué vas a hacer tú?
¿Vas a seguir en el letargo cómodo de quejarte sin actuar? ¿Vas a seguir siendo un ciudadano dormido que critica pero no participa? ¿Vas a permitir que otros doce años pasen igual?
¿O vas a despertar y asumir tu poder como ciudadano?
La ciudad que queremos no va a llegar por casualidad. No va a llegar porque nos quejemos más fuerte. Va a llegar cuando suficientes ciudadanos despierten del letargo y decidan que ya es hora de cambiar.
El poder para transformar Itagüí no está en los políticos. Está en ti. Siempre ha estado en ti.
La pregunta es: ¿cuándo vas a usarlo?
Esta no es una columna partidista. Es un espejo para que cada ciudadano se mire y decida si quiere seguir siendo parte del problema o convertirse en parte de la solución. El poder ciudadano es real, pero solo funciona cuando los ciudadanos deciden ejercerlo.
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