EL DIÁLOGO Y LA ASOCIACIÓN DE ESTADOS DEL CARIBE (AEC)
Cree esta liliputense comunidad de naciones que la inestabilidad política, la devastación moral y la ruindad económica de Venezuela, causadas por diecisiete años del gobierno castrocomunista que dicen respaldar haciendo propia su propuesta de declaración – nacida y votada en Cuba – y su iniciativa dialogante, pueden ser resueltas en diálogo de las víctimas con los victimarios, los perseguidos con los perseguidores, los hambreados con los hambreadores, los asesinados con los asesinos, los carcelero con los encarcelados.
¿Cómo tomarlos en serio? Traicionando nuestros propios intereses. Más claro, imposible.
Antonio Sánchez García @sangarccs
Sin pretender menospreciar a ninguno de sus miembros, valga comenzar preguntándonos ¿cuán iguales en territorio, dimensión, población, historia, densidad y cultura son los siguientes estados miembros de la llamada Comunidad de Estados del Caribe, aquí enumerados por orden alfabético?: Antigua y Barbuda, Mancomunidad de las Bahamas, Barbados, Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Granada, Guatemala, Guyana, Haiti, Honduras, El Salvador, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Venezuela y los estados asociados Aruba, Curazao, Guayana francesa, Guadalupe, Martinica, Sint Maarten e Islas Turcas y Caicos.
Excluyendo a las naciones latinoamericanas clásicas, históricamente unidas por cinco siglos de historia y lenguaje común, vale decir: Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala. Haiti, Honduras, El Salvador, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Venezuela, la veintena restante, así sea reconocida como formada por repúblicas iguales entre iguales y tengan, cada una de ellas, el mismo peso específico a la hora de las votaciones en los foros internacionales – como la OEA y las Naciones Unidas – que los más grandes países de la región y del globo, ¿cómo comparar Islas Turcas y Caicos, Santa Lucía o Dominica con México, Brasil o Argentina, para no hablar de Canadá y Los Estados Unidos?
Veamos: Islas Turcas y Caicos tiene una extensión de 417 kms cuadrados y 33.098 habitantes, bastantes menos que El Hatillo. Santa Lucía posee una extensión de 616 kms cuadrados y 173.907 habitantes. El Municipio Libertador, poco menor en extensión, posee quince veces más habitantes. Dominica alcanza los 750 kms cuadrados y cuenta con 72.003 habitantes. Poco más habitantes que Chacao. ¿Qué un voto de Dominica cuente y pese igual que el de Los Estados Unidos, que tiene 9,83 millones de kilómetros cuadrados, están constituidos por 50 estados y cuentan con 319 millones de habitantes es tan absurdo y descabellado, como poner a competir a una pulga con un elefante. Y que un árbitro “imparcial” los declare tablas.
Ese árbitro imparcial ha sido hasta ayer y seguirá siendo, la OEA. Salvo que en una reforma estructural nos encaminemos a conformar un foro de iguales entre iguales, en donde un caudillo avispado, inescrupuloso y dueño de la riqueza petrolera no se dedique a comprar a los líderes de esas naciones hormigas que además de misérrimas en dimensión son pobres en riqueza. ¿Será posible?
En todo caso: a esas naciones se las compró Hugo Chávez con su chequera petrolera. A esas naciones, que duplican en votos en el foro de las Naciones Unidos a los países dignos de tal nombre que conforman la comunidad latinoamericana de naciones, debe “conquistar” la señora Susana Malcorra, si quiere competir con éxito por la Secretaría General de las Naciones Unidas. Esas naciones de maletín fueron un firme obstáculo a la decisión de aplicar la Carta Democrática de la OEA a la grave crisis porque atraviesa Venezuela. Y esas naciones han tenido el tupé de aprobar en la funambulesca organización llamada Comunidad de Naciones del Caribe la declaración presentada por Cuba para que en Venezuela se acepte la mediación de los tres caballeros de la socialdemocracia al servicio de los Castro – Zapatero, Fernández y Torrijos.
Dice el comunicado, textualmente: “Tomando nota de los esfuerzos de diálogo promovidos por el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, acompañados por la UNASUR: Respaldamos la iniciativa de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de la República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá, para la reapertura de un diálogo efectivo entre el gobierno y la oposición, con el fin de encontrar alternativas para favorecer la estabilidad política, el desarrollo social y la recuperación económica de la República Bolivariana de Venezuela.”
¿Cree esta liliputense comunidad de naciones que la inestabilidad política, la devastación moral y la ruindad económica de Venezuela, causadas por diecisiete años del gobierno que dicen respaldar haciendo propia su propuesta de declaración y su iniciativa dialogante, pueden ser resueltas en diálogo de las víctimas con los victimarios, los perseguidos con los perseguidores, los hambreados con los hambreadores, los asesinados con los asesinos, los carcelero con los encarcelados?
¿Cómo tomarlos en serio? Traicionando nuestros propios intereses. Más claro, imposible.
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