Karol G, la artista colombiana de reguetón, cuenta con un patrimonio aproximado de USD$ 25 millones y tiene un bonito avión privado. Por otra parte, Elon Musk, el dueño de Tesla, SpaceX, Neuralink y X (Twitter) cuenta con un patrimonio aproximado de USD$ 214,5 billones (con “b” de bastante).
Estaremos de acuerdo que entre Karol G y Elon Musk existe una desigualdad inmensa: mientras ella tiene un avión, Elon tiene naves espaciales. La desigualdad patrimonial es gigante. Sin embargo, ¿alguno de los dos es pobre? La respuesta es NO, porque desigualdad y pobreza no son lo mismo.
Vale, tal vez creas que es un ejemplo muy específico. Vamos a algo más cercano.
Imagina que tu vecino se compra una camioneta de 390 millones de pesos. ¿Eso aumenta la desigualdad entre tu vecino y tú? Claro que sí, él tiene una camioneta nueva y tú no. ¿Pero que tu vecino tenga ese carro nuevo te hace a ti más pobre? Claro que no, porque pobreza y desigualdad no son lo mismo.
La desigualdad es un concepto matemático que constituye un orden entre dos expresiones algebraicas utilizando símbolos como < (menor que), > (mayor que), ≤ (menor o igual que) y ≥ (mayor o igual que). Estos símbolos indican que las expresiones tienen valores diferentes y establecen una relación de orden entre ellas. En las ciencias sociales se les ha intentado dotar de significados más complejos que solo han logrado confundir al ciudadano.
La desigualdad es la diferencia entre un sujeto A y un sujeto B. Pasa que esa diferencia solo nos sirve para saber quién tiene más y quién tiene menos, no para saber quién es rico o quién es pobre. Ejemplo: en una sala habrá una persona que tiene más dinero y otra que tiene menos dinero; no obstante, la que tiene más dinero, no necesariamente es rica, y la que tiene menos, no necesariamente es pobre.
Tratar a la desigualdad como sinónimo de pobreza es un sinsentido lógico. Veámoslo con un simple ejercicio. A continuación te diré un completo sinsentido, si decimos “Juan tiene problemas de visión porque no escucha bien”. Es evidente para todos que una cosa no tiene que ver con la otra. La visión y la audición son dos cosas completamente ajenas y diferentes, aunque estén en el mismo cuerpo.
Ahora, un ejemplo que va de lo mismo, pero con palabras que hemos leído y escuchado en múltiples discursos y periódicos: “Colombia es un país pobre porque es muy desigual”. ¿Ya no ves la incongruencia lógica tan fácilmente como en el anterior ejemplo? Esta frase y la anterior son exactamente lo mismo: una cosa nada tiene que ver con la otra. Sin embargo, se ha repetido tanto esta mentira cognitiva, que ya son muchas las personas que la toman como una verdad axiomática. Aun así, sigue siendo un sinsentido lógico: la pobreza y la desigualdad son tan diferentes como la visión lo es de la audición.
Este es el motivo por el cual las políticas públicas que buscan combatir la pobreza enfocándose en la reducción de la desigualdad a menudo fallan, porque atacan el problema equivocado. Es lo mismo que intentar mejorar la visión de Juan usando un audífono sofisticado: son esfuerzos e inversiones condenadas al fracaso. Lo que realmente se necesita para combatir la pobreza es aumentar las fuentes de riqueza y prosperidad. Esto se puede hacer con cargas fiscales más bajas, reglas de juego estables y una apertura económica real: pasar de un Estado interventor, a un Estado facilitador.
La versión original de este artículo apareció por primera vez en el Diario La República (Colombia), y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.
Las ciencias sociales no están para «confundir a la ciudadanía», están para tratar de construir conocimiento sobre un problemas sociales complejos. Las «recetas» o las orientaciones de organismos internacionales, no son precisamente lo que ha beneficiado a Colombia en materia económica.
Bien es válido plantear que desigualdad no es igual a pobreza, porque no todos los miembros de la población son pobres. Siempre que exista pobreza, existe además, porque hay desigualdad. O sea, que pobreza y desigualdad no son conceptos tan distantes el uno del otro.
Las politicas publicas que buscan disminuir las brechas de desigualdad y pobreza, son una alternativa, funcionan en el primer mundo. En los paises del primer mundo, quienes más tributan son los que más pagan, entonces, sugerir que el sector privado tenga «mejores» condicones para que produzca más riqueza solo termina por beneficiar al sector privado.