« Complican el valor del alma, fortificando el dolor y desacreditando la esperanza”
En medio de alegrías, penurias y un reproche constante mi alma impulsa hacia un desasosiego considerable. Si el amor, es un ente comunicador perceptible de nuestros pecados, fortalecer la soberanía en silencio agudizaría aquellos males impulsados por grandezas.
Interminable pesadez, iluminada inconsistencia ante una fuerza inquebrantable apodado “rutina” y el hombre ¡torpe! Gozando de un escaso júbilo que la sabiduría le otorgó, ¡hoy! con el transcurrir de las horas hundirse en medio de un fango desea, chamuscando la posibilidad de franquear unas acciones impetuosas más del querer al odiar existe un paso y de la muerte al olvido un simple fracaso.
¡Corazón mío! ¡Corazón mío! Fueron los murmullos débiles que estremecían una consciencia debilitada, vagabundos, lacayos desterrados en medio de un infierno viviente.
Cada cual es libre por voluntad propia, sacrificando diversos medios en ámbitos inmorales e inmiscuyendo sus complicadas emociones y al final de una tormenta los ángeles destituidos por una “rutina” involuntaria se apoderan de nuestros males y el ¿silencio?…algarabía descompensada, altruismo permanente.
Me exiliaron por estar condenado a una eternidad en el infierno, despojaron todas mis ruinas y entre un plácido porvenir el amor se torna confuso…
Después del extenso proceso por el cuál mi alma desatina insatisfechos deseos en una vida con mi musa, el cielo inmola perdón entre el pasado y un futuro que tal vez condene el pecado. No fortifico inmensurables alegrías, humano “pecado capital de la naturaleza” puesto que su maldad es complicado de congeniar.