Desconciertos del impoder

Observar impávida, hoy solo me ha quedado una voz que grita muda y algunas cuantas letras sin braille para ciegos en un país que cría cuervos para sacar los ojos con el erario. Las calles se desgastan porque el dolor carcome la esperanza con la violencia, y el arte es testimonio y persistencia, y resisten con dignidad quienes sus últimas cartas se juegan, y son muchos tras tan devastadoras ofensas. 

La bonanza del libre albedrío en afrenta con la posverdad digital que incita el desprecio por la rigurosidad y el lenguaje como una composición algorítmica que diseña justificaciones aparentemente racionales a nuestras emociones politizadas, más la paz es la promesa del progreso que con los números debería opacar las opiniones de la ideología. Búsqueda, disrupción a lo establecido para saber ante tan basta desigualdad, mediar entre lo que somos y fuimos, y ahora, lo que seremos. 

Contener lo indefinible, diversidad que nos explota, tanto como muchas culturas nos habitan y en nosotros gestan nuevas, pisando el mismo planeta de recursos limitados, quizá por sustentabilidad logremos acordar. Es casi apocalíptico que la petición popular en la era de la información sea exigir el respeto de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, una proclama ética en occidente de las sociedades conectadas y que requieren intercambiar con territorios que poseen reservas naturales. 

La vida nos resulta primordial.

Atenta a los detalles, los cambios avizorados se empiezan a implementar, el agua dulce cotiza en bolsa e ilegales ya habían declarado las semillas más puras paridas de la tierra. Lo legal, no necesariamente justo, es preciso para el poder; esto como lección positivista de los Nazis y la posterior creación de Naciones Unidas para formalizar entre otras cosas el Derecho Internacional, cuyo carácter vinculante depende del grado de compromisos adquiridos para con los Estados Miembros. 

Se comercializa de partida, ¿qué es aquello para nuestra pertenencia?, ¿podemos ser nosotros propietarios y tener qué ofertar?, muta la conquista y se conmocionan los pueblos donde las verdades ocurren, porque al final somos el otro, con el otro y con todo, para este tiempo muchas cosas se delatan. El pluralismo de democracias incluyentes tiñe de multicolor los corazones para contener las habituales matanzas. 

Probabilidades sin suficiente experiencia previa de cara a una avasallante transformación tecnológica, y distopías que superan la media, juventud retando las estadísticas del poder. Ideal es descentralizar, democratizar, pero las pasiones son lo más sencillo de totalizar, luego replicar algo simple como dogma hasta que sea lo normal. El capital exige una reorganización institucional que resista al hambre voraz de la inconsciencia, la naturaleza alista cuentas sin factura. 

¿Repensar los criterios del poder antes de colapsar?, ¿Guerras silenciosas y un estallido cultural?, ¿Quién nos manda a comer pasteles con la harina que no tenemos y ya le debemos pagar?, ¿Cómo acceder a conocer cuándo se nos inunda de basura la mente para entorpecer el pensar?

Y caminar, los días siguen pasando como trastocada está toda cotidianidad. En medio de planes habitamos nosotros donde cada breve dinámica puede el orden alterar. Moléculas revolucionando como en movimiento está lo vivo, disipando un sistema que optó por matar este, de la inmensa mayoría, único suelo, cuyos títulos de explotación nos arrojaron al debate transnacional. 

María Mercedes Frank

**

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.