Putumayo, un departamento que refleja tanto la belleza de su diversidad como las profundas desigualdades que lo aquejan, se encuentra en un momento crucial en su historia política. Con más de 383,000 habitantes, la población de Putumayo, compuesta casi a la par entre hombres y mujeres, tiene un potencial enorme para influir en el rumbo del país. Sin embargo, este potencial se ve ensombrecido por una historia de olvido y marginalidad que ha limitado la participación efectiva de sus ciudadanos en la esfera política.
La estructura administrativa del departamento, con sus 13 municipios y múltiples corregimientos, revela una rica identidad colectiva. Cada elección se convierte en un escenario donde los putumayenses pueden expresar sus anhelos y frustraciones. Pero, ¿qué está en juego realmente en esta campaña electoral? La respuesta es clara: el futuro del desarrollo sostenible y equitativo de la región.
Históricamente, Putumayo ha sido visto como un «margen del Estado», lo que se traduce en una falta de inversión y atención en áreas críticas como la educación, la salud y la infraestructura. Esta falta de presencia estatal ha fomentado una cultura de organización y resistencia entre los ciudadanos, quienes han creado agrupaciones colectivas para impulsar cambios significativos en sus comunidades. Esta resiliencia es admirable, pero no debe ser la única solución. Es momento de exigir que el Estado asuma su responsabilidad y brinde el apoyo necesario para transformar Putumayo en un lugar donde sus habitantes puedan prosperar.
Una campaña electoral actual debe centrarse en abordar las necesidades más apremiantes de la población. La falta de acceso a servicios básicos, la inseguridad y la degradación ambiental son solo algunos de los retos que deben ser priorizados. Los candidatos deben presentar propuestas claras y viables para mejorar la calidad de vida de los putumayenses, y no simplemente promesas vacías que perpetúen el ciclo de desilusión y demagogia. Es fundamental que las ideas para la población sean realistas y factibles. Muchos han sido seducidos por personajes que, a través de donaciones de regalos en Navidad o promesas de fortalecimiento económico, han logrado captar la atención de la gente. Sin embargo, lo que realmente se necesita son soluciones administrativas efectivas que tengan forma y fondo, y que se puedan llevar a cabo en beneficio de la comunidad. La población merece propuestas concretas y sostenibles que realmente aborden sus problemas y no solo medidas temporales que no resuelven las dificultades estructurales que enfrentan.
Los putumayenses deben tener claro que un buen gobernante no es necesariamente el más amable o el que más saluda. Es fundamental despertar la conciencia sobre el impacto real del voto, entendiendo que ejercer la democracia y activar el poder ciudadano no debe ser un acto superficial o sin futuro. La esperanza de votar debe traducirse en una gestión administrativa sólida, donde las decisiones temporales no eclipsen las necesidades duraderas. Es crucial que los putumayenses comprendan que las demandas inmediatas son pasajeras, mientras que la construcción de una universidad que beneficie a las generaciones presentes y futuras fomentará un enfoque técnico y un crecimiento sostenible para la región. Esto, a su vez, promoverá una mayor participación ciudadana y un diálogo crítico, donde las necesidades del pueblo no sean satisfechas con soluciones efímeras a cambio de votos que perpetúan intereses de unos pocos. Es vital que los ciudadanos entiendan que esta esperanza, aunque tentadora, es fugaz si no está acompañada de una visión que perdure en el tiempo. Para romper con el statu quo, es necesario buscar un camino diferente, orientado hacia lo técnico y estructural, que trascienda las soluciones momentáneas y apunte al desarrollo sostenible de Putumayo.
Putumayo enfrenta grandes desafíos, pero también posee un potencial único. Una campaña electoral debe ser una oportunidad para re imaginar el futuro del departamento, donde cada putumayense pueda soñar y trabajar por un entorno más productivo, seguro y sostenible. Es hora de que la voz de Putumayo resuene con fuerza en el escenario nacional, donde sigan surgiendo liderazgos comprometidos con el crecimiento del departamento. Este rincón amazónico debe brillar, y el resto de Colombia debe ser testigo de cómo esta generación ha luchado por tener una universidad, cómo los campesinos están pensando en la sustitución paulatina de cultivos, y cómo los colectivos, a través de mingas, fortalecen su comunidad. Hoy no se necesitan palabras momentáneas (pan y circo), sino hechos contundentes que proyecten al departamento y a sus habitantes hacia un crecimiento exponencial para toda la ciudadanía.
Dedicatoria: Agradezco profundamente al Congresista Carlos Ardila por permitirme entender y conocer el departamento en el que crecí. Siento una gran satisfacción al aprender del mejor, quien, con grandes luchas legislativas, busca estructurar un departamento con más educación.
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