Aunque con frecuencia se le endilga al Estado, la verdad es que la defensa de los Derechos Humanos es un asunto que nos compete a todos como miembros de la sociedad, en la misma medida en que la protección de la vida es una responsabilidad que nos incumbe como ciudadanos y como seres humanos. Velar por el respeto a los derechos que merecemos todos, es ratificar la convicción de que la vida solamente tiene sentido cuando se puede vivir con dignidad.
En esta semana atípica, como cada año desde 1948, conmemoraremos en todo el mundo la proclamación que la Asamblea General de Naciones Unidas hizo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un compromiso colectivo por respetar al otro como ser humano, sin importar su raza, el color de la piel, la religión que profese, el sexo, el idioma, su opinión política o de otra índole, su origen nacional o social, su posición económica, nacimiento o cualquiera otra condición. La exaltación de reconocernos y respetarnos como iguales.
El Gobierno de Antioquia tiene como eje central, como propósito superior, la protección, el cuidado y la defensa de la vida digna. Eso implica sin duda, un apego irrenunciable a la defensa de los derechos humanos y la convivencia. Pero más allá de las acciones afirmativas propias, es indispensable entender que se trata de una tarea común en la que la labor del Estado también implica una esfera de promoción y coordinación que debe incluir a diversas instituciones, organizaciones sociales y a personas de diverso origen y con historias propias.
Y aunque suene reiterado, hay que decir que los llamados defensores y defensoras de derechos humanos, como los líderes y lideresas sociales, son personas distintas entre sí, con diferencias de credo y ubicadas en diversas partes del espectro político, no todas son de izquierda, ni de derecha, no todas son amigas entre sí, ni se conocen. Ejercen una labor fundamental en el territorio y en la sociedad, nos recuerdan que la vida vale la pena cuando es digna y lo es cuando se tienen las mismas oportunidades y se pueden ejercer los mismos derechos. Nuestro compromiso, el de la sociedad, debe encaminarse a proteger su vida y garantizar su seguridad, independientemente de que nos gusten o no sus posturas.
La Administración Departamental asumió un compromiso con la vida y lo honra cotidianamente. En el proceso de evolución, creó el SERES de Seguridad Humana del cual hace parte una renovada Secretaría de Gobierno, Paz y Noviolencia, que le dará mayor dimensión a la defensa de los Derechos Humanos. Más que un cambio de denominación es un ajuste a la visión y a la misión de lo que debemos promover como Estado y una reafirmación de la convicción vital de que la vida es sagrada y el ser humano debe ser el centro de la acción de cualquier gobierno.
Como no creemos en la homogenización, hemos recogido el sentir y el aporte de diferentes sectores sociales, políticos, empresariales y ciudadanos expresados en el Comité Departamental de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, para que esta semana como parte de la Conmemoración, desde distintos municipios y subregiones se expresen mensajes en contra de la estigmatización y a favor de la labor de la defensa de los derechos humanos. Voces plurales, diversas, para reclamar el respeto a la diferencia y la protección de la vida.
En ese sentido, se firmará un pacto social que busca promover una cultura por el respeto y las garantías para la labor que tantas mujeres y hombres se han impuesto en diversas partes de nuestra geografía en defensa de los derechos humanos. Se expresarán compromisos públicos que buscan prevenir y superar cualquier tipo de estigmatización, entender que todos debemos ser defensores de la vida y de su dignidad, que un líder o lideresa social puede ser un maestro, un obrero, un artista, mi hermano, mi novia, cualquier persona, ojalá todas, y que las organizaciones sociales son reunión y convergencia de gente diversa, de personas iguales a nosotros, pero distintas.
Como distintas son nuestras poblaciones y nuestras subregiones, en donde se comparte el orgullo de ser antioqueño, pero se conjuga en tiempos y modos diversos. Por eso, esa voz y ese pacto se escucharán desde Anorí, Apartadó, Ituango, Urrao, El Bagre, Dabeiba, Marinilla y Yondó, como desde otros lugares, con la misma fuerza y el mismo compromiso de no estigmatizar y de proteger a quienes se empeñan en la defensa de los derechos humanos.
El nuestro es un compromiso ético, político y vital. Hemos sido consecuentes y reiterativos en la vida como pilar de nuestro ejercicio público. Además, con acciones como las que promoveremos el jueves, damos alcance a la Ordenanza 12 de 2019, para que no sea letra muerta; ayudamos a materializar el Plan de Desarrollo Unidos Por la Vida 2020 – 2023 en la Línea Estratégica 4, Nuestra Vida y en el Programa Antioquia Protege los derechos humanos, promueve la noviolencia y reconciliación; así como el Programa de promoción de acciones de protección a la labor de líderes y defensores de derechos humanos.
Son más que fechas en el calendario, son compromisos férreos y coherentes, que seguramente serán revalidados y redimensionados en el sueño colectivo que empezaremos a tejer en la Agenda Antioquia 2040. Un canto a la vida y a la esperanza que esperamos sea un coro, diverso, amplio, vivaz.
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