El presente artículo tiene como finalidad resaltar las incoherencias que se presentan en el orden global tras la introducción del fenómeno de la globalización en un mundo que busca reorganizarse mediante una normatividad legislativa de derechos humanos. Es aquí donde cobra importancia las ideas de Nussbaum y otros autores respecto a la prioridad que se le otorga a la dignidad humana como fundamento de sostenibilidad y satisfacción de las necesidades individuales y colectivas para resaltar la relevancia de fortificar la noción de un modelo internacional orientado hacia la vida y una eficiente gobernabilidad en la organización de las instituciones políticas, sociales y económicas.
Para efectos de ofrecer evidencia empírica respecto a dicha incoherencia; resulta menester ahondar en ejemplos de Estados, empresas multinacionales y otras figuras de autoridad que violan constantemente los derechos humanos mediante la persecución de fines en pro de los ideales de la globalización. Esto implica tener en cuenta Estados que, aunque no sean de corte democrático liberal se encuentran inscritos dentro del consejo de derechos humanos o son activos participantes de la globalización nutriéndose de aliados que dicen respetar los derechos humanos.
Globalización y Derechos Humanos
Los derechos humanos entendidos como un conjunto de facultades que ejerce el individuo libremente cuya finalidad es proteger la dignidad humana mediante la satisfacción de sus necesidades en coexistencia con sus semejantes, se encuentra en tela de juicio tras la introducción del fenómeno de la globalización. A pesar de contribuir al enriquecimiento de la empresa, la interconectividad, la cultura y conciencia entre ciudadanos a nivel mundial; la globalización afecta negativamente el equilibrio ambiental, e intensifica el surgimiento de fundamentalismos políticos, económicos y religiosos, que contribuyen al esparcimiento de conflictos bélicos, pandemias, y otros problemas que migran rápidamente de lo local a lo global, dificultando la incorporación de un paradigma de desarrollo humano sustentado en la defensa de su dignidad, tras el crecimiento de desigualdades sociales y económicas. De manera que, la globalización y los derechos humanos como intentos de inclusión e integración de la humanidad comúnmente pueden entrar en contraposición.
El punto de partida de toda reflexión económica ha de ser el reconocimiento del otro como ser natural y necesitado, el ser humano es un ser con derechos y no puede ser reducido a un objeto de simples opciones de parte de él mismo y de los otros. Al analizar el caso del Estado chino, nos damos cuenta de que el individuo es desvalorado y sus necesidades no son garantizadas por la primacía que se le otorga a un modelo de producción capitalista en beneficio del Estado mismo. La globalización ha permitido que China sea la fábrica del mundo llevando a otras empresas a radicarse en el territorio debido a los bajos costos de producción, pero con una explotación del trabajador que mejora los ingresos de la empresa a pesar del detrimento físico, económico y mental de los mismos.
Esto acompañado de la contaminación del aire, nos demuestra que la globalización sí facilita la interconectividad entre naciones, pero los Derechos Humanos y el respeto de una economía de necesidades es inexistente. Tal vez por esto sea necesario considerar el irrespeto de los Derechos Humanos como una falla del mercado.
El caso chino manifiesta el problema que radica el reducir el ser humano a un simple objeto, reducción que niega otras de sus potencialidades. Por eso el ser humano tiene que oponerse a la inercia del sistema si quiere vivir y desarrollarse como sujeto, trascendiendo el sistema y transformándolo continuamente de acuerdo con el criterio central de la reproducción de la vida. No se trata de abolir el criterio de la racionalidad medio-fin, sino de reconocer que la condición medio-fin debe ser una racionalidad de la reproducción de la vida.
Así mismo, Venezuela es un Estado que se encontraba bajo la normatividad jurídica democrática pero las acciones de su dictador Hugo Chávez, cooptaron el poder e impidieron el desarrollo de un Estado democrático legítimo y los otros Estados no pudieron interferir debido a las alianzas con Rusia y China quienes protegían el régimen chavista y madurista a pesar de estar en el consejo de Derechos Humanos. La globalización permitió cooperación económica y política entre estos regímenes, pero también facilitó la violación de los Derechos Humanos, al permitir el empobrecimiento y la radicalización de la desigualdad de la población venezolana.
Además de esto, en cuanto al aspecto de seguridad, países de Medio Oriente como Arabia Saudí o Irán, a pesar de pertenecer a sistema de globalización donde se debe preponderar la seguridad internacional, funcionan como Estados financiadores del terrorismo y fundamentalismo que desestabilizan el mismo sistema, pues las acciones ejecutadas por estos grupos clandestinos van en contra de los valores compartidos por otros países, y de los principios de los Derechos Humanos.
Medio Oriente desconfía en gran parte de los Estados Occidentales defensores de los Derechos Humanos por las intervenciones violentas que han acontecido en su territorio, tanto así que el surgimiento del terrorismo se le atribuye a la imposición radical de los Estados europeos y norteamericano que interfiere directamente con su cosmovisión religiosa y sus costumbres culturales.
Si la globalización busca reflejar una economía de vida, debería juzgar a la libertad humana a partir de sus posibilidades de vida o muerte. El ejercicio de la libertad es solamente posible en el marco de la vida humana posibilitada, su punto de partida es el análisis de la coordinación del trabajo social y de los criterios de factibilidad de múltiples actividades necesarias para producir un producto material que permita la supervivencia y el desarrollo de todos a partir de una satisfacción de las necesidades humanas. Permitir la existencia del terrorismo y el trabajo deshumanizante con la finalidad de ampliar la producción y generar mayores ingresos para la empresa o el Estado es poner en riesgo la vida individual, la seguridad, el bienestar colectivo y otras necesidades básicas que requiere el individuo para perdurar.
En definitiva, la globalización debe ir en armonía con los Derechos Humanos para poder respetar las necesidades individuales y colectivas de la población, pues para dar lugar a una economía de la vida se requiere del respeto de valores que han sido consagrados en occidente como fundamentales para el desarrollo del ser humano. Si bien el hombre es un ser productivo, racional y capaz de convivir, debe de existir para poder coexistir, y su coexistencia se preserva mediante la protección de su dignidad humana y la incorporación de fines políticos expuestos tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. La interconectividad y consciencia del otro enfrenta un desafío relacional que parte de reconocer al otro como un ser dotado de pensamiento, emoción e imaginación; estando acorde con el proceso de integración más ambicioso que ha emprendido el hombre en su historia, los derechos humanos.
Extra:
A propósito de china, su presidente Xi Jinping recibe un tercer mandato histórico como líder máximo del partido comunista, fragmentando una norma no estricta que había sido adoptada desde Deng Xiaoping, cuando se formalizó que los mandatos se deberían limitar máximo diez años. Imagine usted, querido lector, que este personaje se aferra otros cinco años y quien sabe cuántos más. ¿Será que en este caso aplica el adagio cultural, “más vale viejo conocido que nuevo por conocer”? Lo veremos.
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