“No votes por un candidato que prometa igualdad;
la tiranía siempre está a la vuelta de la esquina”.
–Cristian Romero.
Si algo nos ha dejado como reflexión el actual panorama político colombiano, es que no existe igualdad ante la ley. Cuando se habla de “juzgar” a los políticos, siempre de alguna forma terminan absueltos. Miren nomás los hechos que son noticia: implicados en escándalos de dineros mal habidos el propio Presidente, su hijo y su equipo de campaña. Esto no es nada nuevo en la política colombiana. Ha venido pasando desde la era Samper (Proceso 8000) y antes de ella (hegemonía liberal-conservadora). Pero ahí está el problema: que estas situaciones todavía se sigan presentando y que ante la sociedad sean vistas con normalidad.
La contienda política del año pasado para llegar a hacerse con los cargos públicos (Congreso y Presidencia de la República) nos demostró lo sucio que se puede jugar para conseguir los objetivos electorales, con la política del “todo vale”, la política grande llamada por ellos, alejada de cualquier dogma ideológico y centrada en “¿Cómo ganar?”. Gran razón tenían nuestros ancestros al recitar “así como se llega, así se gobierna”; el “todo vale” no solo fue en campaña, sino también ahora que son Gobierno.
Necesitamos dejar a un lado todas estas prácticas que solo atrasan el progreso social, cultural y económico del país. Necesitamos empezar a ver soluciones más allá de las que proponen los políticos tradicionales… y tenemos una ventaja: ya sabemos cuáles son las problemáticas que nos afectan de forma directa. A la fecha, somos conscientes que nuestros dirigentes solo optan por sus beneficios y sus propios intereses, y que realmente no les importa mejorar nuestro entorno social.
Si hoy día un político todavía anda repitiendo el discurso populista de “conseguir la igualdad”, de “acabar con la pobreza”, de “conseguir la paz”, y este va acompañado del mismo plan que todos los anteriores, olvidémonos de eso, ¡no es la solución! La solución somos todos nosotros a nuestra máxima capacidad, velando por salir adelante en conjunto con nuestras familias. Debemos dejar de creer en propuestas populistas. Recordemos: “no votar por un candidato que prometa igualdad; la tiranía siempre está a la vuelta de la esquina”. Al fin y al cabo, si tu candidato llega al poder e incumple sus promesas y logra salirse con la suya, no va a ser juzgado con imparcialidad; es casi imposible que salga culpable de lo que se le acusa, así exista el material probatorio suficiente para que sea declarado culpable de ello, tal cual como está sucediendo con los escándalos de la administración Petro.
Apoyemos movimientos políticos o personas que promuevan lo esencial para la ciudadanía: libre mercado, reducción del Estado, seguridad y justicia, y menos intervención estatal. A la larga, quienes prometen solucionar los problemas puntuales de las personas, solo se valen de esa excusa para aumentar el recaudo y dejar las cosas tal cual están. Debemos ser críticos y responsables de quienes elegimos: basarnos en los hechos, las cifras, los datos y la trayectoria que aquel o aquellos han tenido. Necesitamos individuos con ganas de ayudar y aportar, por ejemplo, académicos que quieran ponerse al frente, pero académicos sobresalientes en su camino, cuyos discursos se enmarquen en lo anteriormente citado: nada de populismo. Más acción y ejecución es lo que necesitamos.
¿Cómo lo hacemos? Bueno, capacitándonos nosotros primero, entendiendo qué es realmente lo que se necesita y cómo realmente se puede solucionar. Nuestros problemas no son nuevos y no solo ocurren aquí. Estos, han sucedido a lo largo de la historia un sinfín de veces en distintas ocasiones. Retroalimentémonos de ellos y veamos cuáles fueron las soluciones que allí se plantearon, y escojamos solo aquellas que ayudaron a culminar dichos problemas. Veremos que las que siempre apuntan a respetar las libertades de los individuos y darles a estos la potestad de decidir qué desean en su vida, son las mejores. La historia nos ha demostrado que un ciudadano no necesita que los políticos o el Gobierno solucionen sus problemas por él. Nada de eso. Por el contrario: “que lo dejen ser, que lo dejen pasar” (“laissez faire, laissez passer”), que se dejen de entrometer en su vida.
Tengamos presente: “el crecimiento económico proviene de los individuos (emprendedores y empresarios) que arriesgan su propio dinero, no de políticos que arriesgan nuestros recursos”. Que al individuo le garanticen sus derechos, es ese el objetivo y deber prioritario de un Estado de derecho respetuoso de su Carta Política (Constitución). En ningún caso se debe pretender crear un desequilibrio con los derechos de algunos (políticos) sobre los de los demás (ciudadanos), pues ante esa Carta Política todos somos iguales y eso es lo que debería primar en el país.
Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/cristiancrc/.
Notas:
- SOBRE LA OBRA PRINCIPAL EN LA IMAGEN DESTACADA: Repin, I. (1880-1889, 1892). El arresto del propagandista [Óleo sobre madera]. Galería Tetryakov de Moscú. http://ilya-repin.ru/other/repin7.php.
- Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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