“Sin embargo, se pueden lanzar granos de arena desde otra parte del mundo”
En el mundo actual, donde las economías y los poderes están casi definidos, aunque injustamente, la mentalidad de sus habitantes empieza a ser idealizada, orientándose por preferir las comodidades que una “nación perfecta” ofrezca en términos de salud, seguridad, educación, entretenimiento y trabajo.
Pero la mentalidad idealizada de una persona en un país tercemundista sólo provocará el deseo profundo de dejar su país y de avergonzarse, al mismo tiempo, de este.
Este hecho disminuye el desempleo a mediano plazo, pero ocasiona pérdida en la mano de obra, daño que se incrementa si los migrantes cuentan con altos niveles de formación, pues el costo de perderlos es mayor. El Heraldo (2013).
¿Es entonces realmente necesario para los que tienen suficientes recursos, dejar el país para seguir llenándose los bolsillos en algún otro? Es un acto poco patriótico y egoísta expresarse mal de nuestro país y dejarlo cuando no es necesario.
En primer lugar, porque se obliga a la inversión en una mano de obra probablemente extranjera y más cara. Lo que a su vez, genera desempleo entre los habitantes de la nación.
Segundo, porque al dejar el país con el fin de la obtención de otros bienes, de desestimula la producción local, hecho que incrementa a largo plazo el empobrecimiento de las comunidades que viven de ello.
Tercero, porque se es injusto con las personas que realmente necesitan salir del país para buscar una calidad de vida al menos “aceptable” y no pueden, ya sea por dinero, porque deben mantener a una familia numerosa o porque no cuentan aún con los niveles de educación necesarios para resurgir en otras partes.
En cuarto lugar, hablar mal de un país genera en las demás personas un sentimiento recíproco, que luego es difícil de apagar. Expresarse de tal manera de nuestra patria, omitiendo las cosas bellas que tiene, crean una percepción negativa general, que se traduce a la desestimación de la nación, provocando al mismo tiempo que las fuentes de ingresos importantes como el turismo vayan bajo tierra.
Resulta entonces una situación injusta, en donde los que dejan el país lo hacen porque quieren enriquecerse y no porque sea estrictamente necesario, mientras que para los habitantantes que lo requieren, se les hace complicado mover sus vidas a un entorno drásticamente distinto. La mala fama que un país termina teniendo es contraproducente al hecho de forjar una mejor sociedad para todos.
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