“mientras se habla de una constituyente, el cambio parece no haber traído muchos efectos positivos en la sociedad colombiana, pues, desafortunadamente, el país sigue padeciendo de un alto índice de violencia y de una fuerte polarización que no es sana para la democracia ni la institucionalidad”
Las Constituciones son la norma más importante que tienen la mayoría de los Estados. Ello, porque son el pacto más duradero que los diversos actores de una nación pueden hacer. Nuestro pacto tomó vigencia a partir de 1991, cuando la Asamblea Nacional Constituyente promulgó la Carta Magna que hoy en día está vigente y rige el destino de la patria.
Nuestra Constitución trajo a colación una serie de figuras importantísimas que son supremamente útiles en la actualidad colombiana, por ejemplo, la Acción de Tutela, la Corte Constitucional y una gran robustez en materia de derechos fundamentales y garantías ciudadanas. Sin embargo, el presidente Petro, con base en la supremacía del poder constituyente primario, ha mencionado en múltiples ocasiones la idea de avanzar hacia una constituyente, cosa que implica modificar, total o parcialmente, aquello.
Ahora bien, el presidente de la República parece que no se ha dado cuenta que su proposición tiene varios puntos en contra. Yo, de tantos que percibo, intentaré mencionar solo 3: i) razones históricas; ii) razones de ineficiencia; iii) razones de impopularidad.
En primer lugar, la teoría constitucional indica que el poder constituyente primario, también conocido como “el pueblo”, es poderosísimo y que sus facultades no tienen límites. Por tanto, puede reformar aquello que él quiera. Es así como, al igual que pasó en los 90s, no tendría sentido proponer, como ha hecho él, puntos a modificar, pues el pueblo, en su poderío, puede incluso cambiar aquello que alguien en ejercicio de la representatividad proponga.
En segunda instancia, parece ser que la mayoría del pueblo colombiano concuerda en que no es el momento de realizar una Asamblea Constituyente. Por tanto, es una verdadera lástima que el Gobierno Nacional continúe insistiendo ante una propuesta que, aparte de impopular, es ineficiente y se olvide así de temas que es imperioso que trate, verbigracia, la seguridad o la extrema pobreza que ha crecido en muchas partes de Colombia.
Finalmente, esa sugerencia no ha hecho nada más que restarle credibilidad a su gobierno, pues muchos recordamos que, incluso, en plenas elecciones presidenciales, firmó en mármol que no iba a convocar una constituyente. ¿Acaso el Presidente planea defraudar a sus electores?
En definitiva, mientras se habla de una constituyente, el cambio parece no haber traído muchos efectos positivos en la sociedad colombiana, pues, desafortunadamente, el país sigue padeciendo de un alto índice de violencia y de una fuerte polarización que no es sana para la democracia ni la institucionalidad. En ese sentido, considero que es necesario que el ejecutivo nacional marche hacia la gobernanza, prescinda de tanta retórica y comience a defender y desarrollar la Constitución.
👌🏽
Bien Allan