“Decisiones, todo cuesta. Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía”
Aquí estamos usted y yo con una nueva oportunidad para equivocarnos o para hacerlo bien; me esfuerzo más por lo segundo pues ya nos hemos dado suficientes golpes con la primera. El último domingo de octubre volveremos a las urnas para depositar una conquista democrática que nos ha dejado muchos sinsabores porque creo que, aún hoy y después de tanto tiempo, no sabemos dimensionar las implicaciones de elegir. Hablaré de las elecciones regionales y más específicamente las de Jericó, mi municipio, ese territorio que me despierta y me adormece con el mismo peso y lo hago porque ya resulta inverosímil abstraerse de tomar posición y serse fiel consigo mismo; no es tiempo de neutralidades, hay que elegir, decidirse, este cuento es de todos.
Son seis los candidatos a la alcaldía, todos masculinos, no sorprende, pero si cansa el mismo panorama. A mi parecer son muchas opciones de elección, o bueno, parecen una apariencia de pluralidad cuando en el fondo son ideas singulares con distintos nombres. Pienso que el número se pudo haber reducido a cuatro aspirantes, ya que claramente hay tres que comparten una idea común de territorio, sin embargo, no se dio la unión esperada por los motivos que hayan sido y el presente es una bandera política similar dividida en tres franjas que son débiles en comparación con el escenario de ser una sola. De tal oferta política se desprende un ex alcalde que vuelve al ruedo, un candidato que aspira otra vez y cuatro nuevos en esta dinámica confrontativa que abre un margen de posibles alternativas y soluciones que se van reduciendo conforme vas conociendo las intenciones; insisto en que, conociendo nuestra predecible tendencia a equivocarnos y elegir mal tener seis opciones en el tarjetón aumentará el índice de error; tal vez, el ejercicio se hubiese tornado más exitoso si el marco hubiese sido más reducido, me refiero a menos opciones para que en el juego de acertar y fallar estemos con un equivalente de 50 % y no con desventaja de error. Alguno dirá que pienso de forma muy arcaica y desconozco la esencia democrática del país, lo cual no es cierto, solo digo que la democracia en exceso trae más proliferación de ideologías que de ideas políticas y ello es muy diferente. A veces es mejor jugar en escenarios cerrados.
No uso un lenguaje muy positivo cuando abordo temas políticos, ya me lo han hecho saber en algunos momentos y la verdad me resulta difícil usarlo cuando lo que vemos siempre son los riesgos de reescribir las malas decisiones del pasado. Cuestiono el exceso de positivismo, el cual mal alimentado termina rayando en cierta pantomima que nos desdibuja de la racionalidad. Si me preguntaran por mi nivel de preocupación en torno a las elecciones en Jericó, diría que son altas, no tanto, pero el ver lo que veo desde la panorámica externa no me regala tranquilidad. Haciendo un juego de prejuicio electoral al estilo de los estudiosos, diría que la lista de elegibles se puede reducir a tres nombres que no serán citados, ya la mayoría sabe cuáles son, es casi una obviedad, lo que se traduce en un peligro; tanta obviedad es un mensaje de alerta para inferir que algo está mal.
En la política siempre juega la razón y la emoción. Las apuestas en su mayoría son por la segunda puesto que no requiere mayor esfuerzo sembrar y movilizar sentimientos y emociones que generar ideas en sus electores; es todo un cumulo de pasiones y energías que se desbordan ante la elocuencia de aquel ungido a sacarnos del atolladero. Otro tema importante, sino es que vital, es la publicidad; téngale miedo al candidato que instala vayas y carteles hasta debajo del agua, creo que es al que más le faltan las propuestas; en el duelo publicitario pega fuerte la chequera y eso ya se nota en Jericó, no hay discusión alguna sobre quién ostenta ese poder; en ese sentido nos inundan de publicidad política que ha de ser pagada para que sea tan mala en la mayoría de los casos, respiramos política en cada rincón, hay carteles y publicaciones en redes sociales a cada minuto; tal cosa es fundamental para dar y darse a conocer a los electores, solo que todos vemos que lo que se promueve es el rostro y no las propuestas, es casi evidente que no te sentarás a leer un programa de gobierno de 50 páginas, pero si te pararás a mirar al hombre sonriente y seguro que con su mirada firme y rostro descongestionado y lúcido traerá la salvación a los necesitados, eso mueve emociones de simpatía por quién representa un rostro de confianza; ellos te venden confianza camuflada y tú la compras como el mal comprador que eres y ellos ganan como los buenos vendedores que son. Ser coherentes es un reto en donde la mayoría fallamos, pedirla en estas elecciones es algo imperativo que se queda como un canto a la bandera, a veces somos muy próvidos para el comportamiento ilógico y eso se vio en las elecciones del año 2019, ya es un tema viejo, pese a ello siempre está en la mesa cuestionar que un municipio con una aparente vocación de no a la minería depositó el voto por el candidato más minero que había en contienda – cosas de la vida.
¿Qué te mueve a votar de la forma que lo haces? No sé si te lo habrás preguntado, yo sí y la respuesta me avergüenza, el voto nunca se da de forma objetiva, resulta imposible apelar a ella en nuestro entorno minado de subjetividades regaladas como verdades plenas y puras. ¿Qué nos espera en Jericó? No sabría decirlo, los fantasmas siguen acechando, los problemas se incrementan y la incertidumbre juega de local. Hay grandes retos para abordar dentro de todo el engranaje que significa administrar y más a un municipio pequeño en extensión, pero inmenso en complejidades externas e internas que demandan la presencia de un alcalde integral y capaz de abordar, desde la prudencia y la eficacia los retos subyacentes ¿lo ve en alguno de los seis? Dese la tarea de mirar quienes son, qué quieren y porque tomaron la determinación de concursar. En ocasiones las elecciones son un concurso en donde gana el que más impacta en la gente, sin dimensionar que no por eso es el más adecuado, entonces estás frente a un público sesgado que vota por preferencias personales, de carisma, de empatía y en algunos pocos casos encuentras votos un poco más profundos y sinceros ¿usted vota con sinceridad o con apariencia? Pregúntese y responda. Votar implica pensar y a la gente le da pereza eso. Votar implica priorizar lo colectivo sobre lo personal y aún sobrevive el individualismo. Votar implica ser responsable y hay mucho irresponsable por ahí con poder. Votar implica verse en un espejo en donde vos no solo señalas, sino que sos señalado, vos también juegas y te equivocas, pero es mejor resaltar el fallo ajeno que el propio. Votar nos pone en un paredón de culpa del que huimos porque también somos culpables.
En Jericó nos sigue persiguiendo la minería, los monocultivos, el alto costo de vida, la gentrificación que se agudiza conforme se diseña un territorio para los dueños del capital y se desplaza al nativo. Jericó se ha convertido en un pueblo costoso, de escasas oportunidades de crecimiento y emprendimiento; hay crisis ambiental por el crecimiento de cultivos que solo son productivos para las empresas exportadoras, hay déficit de vivienda de interés social, no hay capacidad en servicios públicos, la movilidad es un caos y el turismo desordenado no dimensiona su impacto en el territorio, también hay politiquería, monopolios, riesgos creados para captar votantes, intereses personales ondeantes en banderas pintadas con colores políticos, no hay buena planeación del territorio, en fin faltan muchas cosas y la lista se seguirá engordando; pero el mayor problema en este y en cualquier otro territorio es la existencia de malos electores; pienso que Jericó no necesita un gerente como lo aduce alguna campaña por ahí, sino un administrador que sepa leer, interpretar y actuar, entre ambos conceptos hay muchas diferencias y aunque un municipio parezca una empresa, no lo es en forma plena, por eso, no es óptimo un gerente, sino un administrador.
La política tiene psicología, lenguaje, comunicación y mucho más. Cada periodo electoral es un escenario propicio para estudiar la conducta del ser humano, sus motivaciones, decisiones y abstenciones, nos estudian y estudiamos al otro. Campañas, pancartas, debates, videos, propuestas diseñadas para impactar, no para solucionar. Surge la elocuencia de transmitir las ideas desde la pasión; en ello hay profesionales y otros tantos rezagados, pero combatientes, así que, jericoano ¿Te dejarás endulzar por las bonitas palabras o serás capaz de disentir y cuestionar? Pregúntese cuál es su rol en estas elecciones ¿sabe de la importancia del voto? ¿Cree que uno de ellos es el correcto? ¿Son lo que Jericó necesita? No trague entero, piense, repiense, dude, pregunte, controvierta, acepte o niegue, rechace, tome posición propia, no se amolde a las ajenas, a las implantadas por familiares, amigos o la sociedad, crea en su criterio, construya uno propio, si en verdad crees que tu decisión es la adecuada defiéndela y también pregúntate si estás en lo correcto o por lo menos, al desconocer lo correcto opta por lo adecuado, es un poco más sencillo. Si no sabes elegir lo correcto, elige lo adecuado y lo harás bien. Quién le dé a Jericó lo que verdaderamente necesita puede ser la elección más pertinente. Ya lo dijo el maestro Rubén Blades “Decisiones, todo cuesta. Salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía”
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