¿Debe el juez obedecer la ley, aunque sepa que es injusta?

“La ley, sin justicia, se vuelve letra muerta; por eso la justicia no se encuentra solo en los códigos, sino en la capacidad del juez para decidir con el alma…”


El juez, como operador del derecho, tiene la tarea de aplicar la ley. Pero ¿Qué ocurre cuando esa ley contradice su conciencia, o su sentido de justicia que se dicta desde su real saber y entender? Esta disyuntiva entre legalidad y equidad no es una cuestión académica: es una crisis real y permanente del ejercicio judicial.

En la película “Sara, la fuerza del mar”, del Doctor Martín Agudelo Ramírez, se representa el drama de una jueza que debe fallar contra una mujer. Teresa, que habitó por más de quince años un inmueble y actuó como propietaria, pero que pierde el caso porque su abogado no alegó la prescripción adquisitiva. Sara, la jueza, sabe que Teresa tiene razón, pero la ley no se lo permite. Este conflicto desencadena en ella una profunda crisis, y la lleva a pensar si tiene sentido cumplir con la ley cuando el resultado es injusto.

La situación no es nueva. El derecho romano ya declaró: “Dura lex, sed lex”. Sin embargo, la historia y la ética jurídica han mostrado que una legalidad estricta puede convertirse en instrumento de opresión cuando se separa de su razón de ser: la justicia. El sistema legal, al priorizar la forma sobre el fondo, puede proteger intereses indebidos y castigar a los vulnerables. La ley, sin justicia, se vuelve letra muerta.

Desde el pensamiento del derecho natural, se sostiene que existen principios superiores a la ley escrita: la equidad, la dignidad humana, la libertad. Estos principios no pueden ser ignorados por quien administra la justicia. El juez no es un mero vocero de las leyes: él debe interpretar, ponderar y, si es necesario, resistirse a aplicar normas que conducen a resultados inmorales o inhumanos.

La película concluye con una escena simbólica: Sara renuncia a su toga antes de dictar un nuevo fallo injusto. No lo hace por cobardía, sino por su concepción de justicia, libertad, y para no fallar en contra de sus principios. Decide no seguir validando un sistema que impide hacer lo correcto. Con su renuncia no busca huir, sino que encuentra en ello una forma de decir que la justicia no puede ser sacrificada en nombre de la obediencia formal.

Este ejemplo refleja la situación que enfrentan muchos jueces en el sistema jurídico colombiano, los cuales evalúan muchos casos en los que debe priorizarse la realidad sobre las formas. Existen figuras como el bloque de constitucionalidad y el principio de proporcionalidad estas funcionan como herramientas para que la ley no se vuelva injusta, y los jueces tengan plena seguridad de que no están sacrificando derechos consolidados por meras expectativas legales, al fallar de acuerdo con lo preestablecido por el derecho.

En conclusión, el juez no debe obedecer ciegamente. Su deber es aplicar el derecho con conciencia, humanidad y responsabilidad ética. La justicia no se encuentra solo en los códigos, sino también en la capacidad del juez para decidir con el alma.

Yordin Nehemías Berrio Escobar

Estudiante de sexto semestre de derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana. Mi interés por la filosofía del derecho, la ética y la justicia social me ha llevado a reflexionar sobre los grandes dilemas morales de nuestro tiempo. A través de mis escritos, busco promover una visión humanista que valore tanto los principios legales como la equidad y la dignidad humana en todas las esferas de la sociedad.

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