“ISAGEN es de todos”, “Estamos regalando la joya de la corona” y “Estamos cediendo ante presiones extranjeras y ante el imperialismo” son algunas de las expresiones que he escuchado una y otra vez en esta última semana. Realmente el acontecimiento de la venta de esta empresa tomó el foco de atención de todo tipo de medio en este país. No solo consiguió eso sino que por primera vez Uribe, Robledo, el Procurador y la página de Facebook “Se lo explico con plastilina” estuvieron de acuerdo en algo. Lo último es realmente un hecho histórico y que si yo fuera supersticioso me haría creer que el fin del mundo está cerca. Para algunos (como los anteriormente mencionados) el 13 de enero se volvió la fatídica fecha en la que se subastó la empresa, y el 22 del mismo mes el día en que Brookfields pagó y mató la esperanza de poder revocar esa subasta.
Ahora bien no tengo interés de hablar propiamente de la venta de esta empresa, ya que mí opinión haría que me ganara más de un insulto. Mi preocupación entonces recae es sobre las tres frases que mencione al principio de este texto, debido a que ellas carecen de todo tipo de sentido y trasfondo.
En primer lugar “ISAGEN es de todos”, en caso de que esto fuera cierto, ¿cómo el gobierno es capaz de venderla con el 95% de los encuestados en contra?
Si la empresa fuera del pueblo, como muchos afirman, esto no se podría haber hecho. La única manera de que esto pasara es que sencillamente no éramos los colombianos los verdaderos dueños de la empresa, el verdadero dueño era el Estado. O acaso dígame usted: ¿Cuándo fue la última vez que recibió dividendos o participó en decisiones empresariales por ese 57,1% de ISAGEN? «Nunca» será su respuesta, porque en realidad, señor lector, los que tenían el poder y eran los titulares son los mismos que decidieron venderla.
Siguiendo con las populares falacias “Estamos regalando la joya de la corona”- Esta hay que dividirla por partes ya que hay más de una mentira-. Primero “Estamos regalando…”, la acción se vendió a 4.100 pesos y el máximo histórico antes de la venta fue de 3.900. Es decir que el gobierno vendió 200 pesos por encima del valor de mercado más alto, para cualquier accionista esto sería el negocio del siglo. Bajo esta realidad es difícil hablar de que se dio a ISAGEN en bandeja de plata, más bien si a alguien le dieron una oportunidad en bandeja de plata fue al Estado. Continuando con la expresión “… la joya de la corona”, ¿cómo es esta empresa la joya de la corona? No es ni la primera productora de energía y tampoco es la mayor fuente de ingresos para el gobierno. Es posible recriminar que ISAGEN daba ingresos al sector público y que por eso era importante, pero en ese caso se podría contra argumentar que el dinero recolectado de la venta podría generar mejores ganancias si es bien invertido.
Ahora usted podrá advertir que se hará mal uso de los 6,49 billones de pesos que se pagó por las acciones, pero, ¿qué le hace pensar que ya no se estaba haciendo mal uso de las utilidades? Ya que eran los mismos funcionarios públicos los que las administraban.
Y por último, pero no menos importante, “Estamos cediendo ante presiones extranjeras y ante el imperialismo”. Al gobierno no lo obligaron a hacer la subasta, fue él quien decidido continuar incluso con solo un pujante. Sería más correcto decir que “se cedió ante la presión de nuestros gobernantes” lo cuales decidieron seguir con esta acción a pesar de que la mayoría de población estaba en contra.
No me mal interpreten. No estoy defendiendo a este gobierno (quien me conoce sabe que soy detractor de él). Tampoco quiero dar a entender que no había razones válidas para estar en desacuerdo con la subasta. Pero estas afirmaciones son solo frases populistas y que no aportan nada al debate, que las utilizaron políticos para presionar sus propios intereses y que curiosamente fueron repetidas por aquellas personas que dicen no ser demagogas.
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