DE LA TAZA AL TOKEN

Felipe Jaramillo

Cuando el café se vuelve el refugio para una vida aumentada

Sin ser plenamente conscientes de ello, las ciudades están transformando su decoración y, con él, la forma en que son vividas. Cada lugar se acomoda a la nueva realidad: las personas ya no desean permanecer ancladas a una silla, confinadas en el trabajo, el estudio o los momentos de ocio. El espacio público y semipúblico parece ser el nuevo refugio. Los cafés, en particular, se han erigido como nuevas guaridas para las personas, sus procesos cognitivos y sus mascotas.

Emulando las atmósferas de ciudades como París o Roma, los barrios de Medellín están desplegando una oferta de ciudad abierta en la que pequeños cafés, restaurantes y espacios de coworking atraen progresivamente a individuos que se encuentran en las mesas de decks o en frente de grandes vidrieras rodeadas de naturaleza la inspiración necesaria para sentarse frente a un computador a escribir, trabajar, crear estrategias, o simplemente a leer un diario de cualquier parte del mundo.

Para entender esta nueva atracción con olor a café y silicio, tenemos que recurrir a una mirada eminentemente sociológica y en este sentido Ray Oldenburg, habla de los “Terceros Espacios”. Explicando que la vida se fragmenta entre el Primer Espacio (nuestro hogar, el refugio íntimo) y el Segundo Espacio (el trabajo o el estudio, el lugar de la obligación y la productividad formal) y el café, la peluquería del barrio, el bar de la esquina o la librería con asientos cómodos… esos son los terceros espacios: zonas neutrales que nos permiten respirar. Son espacios donde la identidad profesional y familiar se disuelve un poco, donde podemos ser simplemente nosotros, sentados junto a un desconocido o un amigo sin la presión de la formalidad. El encanto de este nuevo café de Medellín no reside solo en su Wi-Fi o su arquitectura, sino en su capacidad de ser un gran ecualizador social, al sentarnos en esa mesa junto a la vidriera, no estamos comprando una taza de café; Estamos alquilando, por un par de horas, un sentido de comunidad, un pedazo de la vida pública que nos hace sentir que, por fin, pertenecemos a esta gran y caótica ciudad.

Esta metamorfosis de los cafés, de simple punto de venta a nodos de convivencia multisensorial, nos obliga a confrontar una verdad ineludible sobre nuestro tiempo: estamos al borde de una nueva frontera de la existencia. En un futuro muy cercano, la máquina dejará de ser una simple herramienta de productividad (la computadora en la mesa) o un artefacto funcional (el robot que cocina o sirve la mesa); se convertirá en un agente de compañía y reflexión. Las Inteligencias Artificiales, como las que estamos utilizando, ya tienen la capacidad de simular la conversación, la empatía e incluso la provocación filosófica, pronto, ese “tercer espacio” podría incluir un compañero virtual capaz de debatir sobre ética o ayudar a desentrañar un dilema personal, sentándose en la silla que hoy ocupa la mascota.

En un mundo ya radicalmente nuevo, la pregunta ya no es cómo vivir en él, sino: ¿somos realmente conscientes de esta profunda transformación que nos están ofreciendo las ciudades? La respuesta, quizás, la encontraremos en la pausa reflexiva, entre el sorbo de café y el sonido del siguiente mensaje digital.

Felipe Jaramillo Vélez

Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Creador de la escuela de pensamiento Aún Humanos la cual reflexiona sobre el ascenso de la técnica sin reflexión desde el Humanismo.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.