Cuidar y trabajar: el reto que Ecuador no puede postergar

¿Sabías que en 2024 Ecuador registró la cifra más baja de nacimientos en 34 años? Apenas 215.714 bebés, con una tasa de fecundidad de 1,7 hijos por mujer. Ecuador atraviesa una transformación silenciosa que marcará las próximas décadas: cada vez nacen menos niños y niñas, y al mismo tiempo se mantienen sin resolver las brechas en el acceso a empleo, educación y corresponsabilidad en los cuidados. Esta doble dinámica nos obliga a repensar cómo sostenemos la vida y el futuro del país.

La baja natalidad no es un fenómeno aislado: responde a cambios culturales, a la autonomía de las mujeres, al acceso a anticonceptivos, pero también a la incertidumbre económica y de seguridad que desincentiva formar familias.

En este contexto, las políticas de cuidados dejan de ser un tema accesorio para convertirse en una urgencia estratégica. Sin corresponsabilidad social e institucional, el peso del cuidado sigue recayendo en las mujeres, limitando su acceso al empleo, a la educación y a una vida plena.

Los datos son contundentes: de cada 100 horas de trabajo no remunerado, 77 son realizadas por mujeres; más del 92% de personas cuidadoras no recibe apoyo estatal (ONU Mujeres, 2024); y el 74% de quienes cuidan personas con discapacidad padece síndrome de sobrecarga que afecta su salud mental.

¿Cómo podemos abordar esto?

  1. Desde lo público: necesitamos un sistema nacional de cuidados que garantice servicios, prestaciones y tiempo para que cuidar no sea una condena sino un derecho. Centros de Cuidados Públicos, centros de día, licencias parentales corresponsables y programas comunitarios deben dejar de ser promesas y convertirse en políticas efectivas.
  2. Desde lo privado: las empresas no pueden quedarse atrás. En un país con baja natalidad y creciente incertidumbre, cuidar del talento humano será la clave de la sostenibilidad. Políticas de conciliación laboral, flexibilidad horaria, licencias equitativas, espacios de bienestar y protocolos de inclusión no son solo gestos éticos: son decisiones que mejoran la productividad, reducen la rotación y fortalecen la reputación corporativa.

Reconocer el cuidado como un derecho humano —como ya lo hizo la Corte Interamericana de Derechos Humanos— es el punto de partida. El siguiente paso es hacerlo compatible con proyectos de vida que incluyan educación, empleo y autonomía para todas las personas.

Ecuador enfrenta una oportunidad única: convertir el cuidado en motor de igualdad, desarrollo y competitividad. Pero para lograrlo, el Estado y el sector privado deben actuar con visión de futuro.

Esto exige pasar del diagnóstico a la acción: invertir en políticas públicas y corporativas de cuidados, formar equipos especializados, y diseñar soluciones que hagan del cuidado un derecho compatible con la vida laboral y educativa. El momento de construir este nuevo pacto social es ahora.

Samantha Gordillo Suárez

Soy socióloga política y criminóloga. Hincha del Club Deportivo El Nacional. Trabajo en políticas públicas locales con enfoque en inclusión, equidad territorial y de género. También me interesa cómo la tecnología puede usarse de manera responsable para reducir brechas sociales. Escribo sobre fútbol y sociedad, género y cuidados, seguridad y crimen organizado y tecnología ética.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.