Con el anuncio de los medios de comunicación de que se prepara un decreto acerca de la regularización de la importación, venta, tenencia, porte y transporte de armas traumáticas en todo el país, creo muy necesario evidenciar que esta idea, más que una regulación, es un mal juzgamiento que, entre otras cosas, en nada disminuirá la delincuencia; por el contrario, afectará a quienes se intentan defender de la misma y a quienes sí le dan un buen uso a este tipo de armas. Lo cierto es que este decreto no es más que una decisión apresurada, errónea y carente de investigación que pretende presentarse como solución.
Voy a partir por las cifras: en el mundo se tienen identificados a 450 fabricantes de armas traumáticas, las mismas que son traídas de forma legal al país. Para el año 2020 se calcularon 190.000 armas traumáticas que ingresaron, de acuerdo con cifras oficiales. Del mismo modo, el comercio legal de este tipo de armas genera en Colombia cerca de 15.000 empleos, es decir, de firmar el decreto, la venta de estas armas quedaría a cargo de Indumil Colombia y el Comando General de las Fuerzas Armadas, dejando a estas 15.000 personas en las cifras de desempleado que hoy acosan a nuestro país con una tasa del 14,3% para el mes de julio del 2021 según informa el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Ahora bien, el decreto a firmar nace, según se alega, por la necesidad de ponerle un alto a los significativos niveles de inseguridad en el país que se viven en el presente. En algunos de ellos se han empleado armas traumáticas por parte de los delincuentes para cometer sus fechorías. Una vez afirmado el mal uso que le dan los bandidos a estas herramientas legales es necesario conocer que en el año 2020 se incautaron 5.478 armas traumáticas y que, para lo que va corrido del 2021, se han incautado 6.569 de las cuales tan sólo 216 no fueron incautadas en delitos, es decir, 6.353 armas fueron incautadas a verdaderos delincuentes que le han dado un pésimo uso a estos objetos de deporte y defensa y los han convertido en el implemento principal de hurtos.
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Si es necesaria la regulación de las armas traumáticas pero de forma justa
Hasta el momento, las armas traumáticas están catalogadas como armas deportivas, así lo denota su manifiesto de importación y es por ello mismo que se hacía muy necesario cubrir ese vacío legal por medio de una regularización que implementara una base de datos, un censo, un registro y un estudio de antecedentes para cada uno de los ciudadanos que compre una de estas armas.
Muy diferente a lo que se plantea anteriormente, el decreto que pretende “regular” estas armas está dejando por fuera tanto al gremio de los comercializadores de armas como a quienes las utilizan como deporte de tiro y, que aún así, la senadora Angélica Lozano lo catalogó como un “deporte de élite”. En contraste, este es como cualquier otro deporte, un deporte sano, capaz de brindar un momento de esparcimiento, de unión familiar y un espacio que aleja a los jóvenes del ocio improductivo, de las malas compañías, las malas mañas y los vicios que ofrecen hoy las calles.
Lo “invisible” y la paradoja de castigar al objeto
Hay que partir de un hecho y es que un arma no es más que una herramienta inerte que no funciona por si sola, ergo, requiere de un accionante, un ser humano que sea capaz de activarla y de generar la ejecución de un disparo, y es justamente por ello que se me hace absurdo el error del Estado y de la sociedad de juzgar a este tipo de objetos inertes, y no a aquella conducta maliciosa y punible de algunos pocos. De continuar así, el día de mañana se juzgará y se prohibirán los cuchillos de cocina y/o los machetes propios de la labor de nuestros campesinos por ser una herramienta sumamente peligrosa y utilizada por los delincuentes como armas blanca en hurtos, algo alejado de la realidad, rayando con la ficción, pero que hace dudar la posibilidad de cumplirse teniendo en cuenta los antecedentes y que para el mes de junio del 2021, tan sólo en Bogotá ya se habían decomisado más de 97.000 armas blancas, ¡Sí!, más de 97.000 armas blancas, según lo informó Policía Nacional.
La ciudadanía ya inicia a juzgar este tipo de armas cortopunzantes, pero hay algo a tener en cuenta, y es que al igual que las armas traumáticas, estas también necesitan de un alguien que ejecute la conducta maliciosa y dañina.
La delincuencia seguirá desbordada en Bogotá y en toda Colombia ¡Es fantasioso e irrisorio creer que la regulación de este tipo de armas de baja letalidad es la solución a la delincuencia y que la misma ocasionará una disminución en los índices de inseguridad! Al igual que tampoco será la solución el aumento de penas carcelarias, pues tanto el hurto como el porte sin la documentación requerida y la modificación de cualquier tipo de armas ya se encuentran tipificadas en el Código Penal y, sin embargo, la delincuencia sigue al alza.
Aunque la regulación de las armas traumáticas es una medida que se requería de forma urgente para “parchar” el vacío legal que había sobre el tema, una regulación de una forma no adecuada y equivocada sobre este tipo de armas lo único que generará a largo plazo será un incremento en la delincuencia y exacerbar la carencia de capacidad del Estado en brindar un cuidado a los ciudadanos, a consecuencia de que: I) el delincuente seguirá siendo delincuente y, si bien hoy en día se puede conseguir un arma de fuego en el mercado negro con gran facilidad, una vez aprobado dicho decreto, se hará lo mismo con un arma traumática, que incluso, está en un grado inferior a las de fuego para así continuar delinquiendo y II), se desarmará de una u otra forma a quienes por medio de estas armas intentan resguardar de la delincuencia de forma angustiosa y a modo de grito sus bienes, sus sueños y, por supuesto, lo más importante y sagrado que tiene un ser humano, su propia vida.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro portal aliado El Bastión.
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