“Van y vuelven solitarios
Poetas y notarios
Chavales sin horarios.”
Lirico- Información Planta Calle
La soledad se vuelve un estado de vida que nos rodea a todos. Es cierto, nacemos solos, morimos solos, pero no todos experimentan la soledad de la misma manera, pero la soledad que vive un poeta es bastante particular. Los poetas cargan con una sensación de abandono por parte de la vida misma que difícilmente puede compararse, es por eso que siempre sostengo que están malditos. No sé si etiquetarme como un poeta, pero si me considero un solitario y entiendo sus emociones y sentimientos que lo conllevan a aislarse de la sociedad. Así, por ejemplo, de la misma manera que un nómada no es de ningún lugar y vaga libremente por el mundo, un solitario no pertenece a ninguna sociedad, se encuentra inmerso en un eterno vacío y en una libertad nociva, que solo se regocija, de la entrega total a crear arte. Digo nociva, toda vez que, si bien permite cierto grado de autenticidad, puede arrastrar a la persona a una sensación de desapego que puede volverse profundamente dolorosa.
Vemos como grandes artistas siempre tienen un semblante solitario, pero diferenciemos el estar solo al sentirse solo. Es una gran diferencia entre ambos estados, pues al ser sociales, el estar solo es extraño y ajeno, ya que implica una ausencia física, pero el sentirse solo, como un estado de no comprensión, puede ser una constante en muchas personas, pues en algún momento de la vida nos vemos plenamente obligados a confrontarnos con nosotros mismos con la idea de dar respuesta a la pregunta ¿Quién soy?
Así, en ese enfrentamiento del sentimiento de soledad y la construcción de ese yo, muchos disimulan y esconden su soledad en el consumo, que error más fatal, pues no permite demostrar la esencia del ser en su totalidad. Otros, aniquilan su esencia, en conductas que atentan contra su propia vida, al punto de llegar a cometer el acto más desolador: el suicidio
La soledad te hace dudar de todo aquello que te rodea, de ti mismo, y eso es otro error fatal, pues es lo único que tenemos: nuestra esencia, nuestro ser. Nadie nunca estará para ti que tú mismo. De esa forma nace la resignificación de la soledad, pues hay que entender que el mayor disfrute de la vida se da en los momentos de introspección, cuando nadie te está observando se actúa diferente, por eso el dicho “realmente eres cuando nadie te está viendo”. Es cierto, me he hecho daño con tanta soledad que he instaurado en mi vida. A veces pienso que no tendré una pareja que me corresponda, a veces pienso que no haré parte de una familia, pero luego medito y pienso que me tengo a mi y no necesito realmente nada más.
Cuando más acompañado estoy, más solitario me siento; cuando más rodeado estoy, menos oportunidades tengo de ser yo mismo, pues ese sentimiento de soledad me crea un juicio previo de rechazo proveniente del otro, no obstante, he decidido mostrarme como me definí, en esos momentos solitarios y de introspección, buscando la respuesta a ¿Quién soy? Así, como me comporto en mi cuarto, me comportaré frente al otro, respetando la otredad sin dejar de respetarme.
Por eso escribo, porque frente al papel encuentro una dulzura ante la soledad, no me considero diferente al sentirme solo, me incluyo en esta sociedad con este sentimiento y quien desee acompañarme en este baile solitario, ojalá se dé cuenta de lo hermoso que es bailar con uno mismo, vivir por uno, ser el ejemplo para uno. Ya después el tiempo determinará quienes querrán estar, y si estarán serán respetados y amados como son.
Así se determina la soledad, sin aislamiento, sin remordimiento del tiempo en mi cuarto, amando lo que escribo, aunque nadie lea. La muerte se trasciende con nuestros inventos, no necesariamente buscando reconocimiento, pues las frases siempre durarán y nunca perecerán, así como mi cuerpo morirá. Mis hermosas ideas serán eternas para quien quiera desarrollarlas y recuerden que los locos solitarios construyen el camino que recorren los sabios acompañados.
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